La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Apuntes De Mecánica Política

El PSOE se aferra al "ring"

Los socialistas encaran un congreso que no debería ahondar en las diferencias mostradas tras las primarias

El PSOE se aferra al "ring"

Casi dos décadas después, el Partido Socialista afronta en Asturias una nueva encrucijada. Pero, aunque esta mantiene similitudes con la de hace 17 años -cuando Javier Fernández se impuso por los pelos (52 %) a Álvaro Álvarez en el congreso regional de 2000-, existen otras cuestiones que impiden considerar análogas las situaciones. Sí, en aquel entonces la Federación Socialista Asturiana (FSA) se encontraba fuertemente dividida, y también experimentaba la bicefalia que ahora tanto se invoca. Habían chocado como trenes el sector que lideraba el entonces presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, y el que asumía, aupado por el SOMA como candidato para evitar un descalabro, Javier Fernández. Y también quedaba en apariencia por un lado el partido y por el otro el Gobierno.

Pero entonces el PSOE gozaba de una hegemonía política que ahora se le esfuma, no se encontraba sobre el escenario un actor dispuesto a arrebatarle el papel protagonista (Podemos), no se percibía una sensación general de cambio de ciclo y rechazo de la herencia recibida como ahora se palpa y, aunque el centro derecha contaba en Asturias con menor peso parlamentario que en la actualidad, la izquierda no sufría de una fragmentación tan irreconciliable.

En aquel congreso de 2000, los "guerristas" (entonces las familias socialistas se aglutinaban en torno a la dicotomía entre los "renovadores" y los partidarios del hoy orillado Alfonso Guerra) tuvieron que emplearse a fondo en los pasillos para lograr que el informe de gestión del secretario general saliente, el ya fallecido Luis Martínez Noval, lograse un aprobado suficiente que no comprometiese su figura como portavoz en el Congreso. En este punto puede verse cierta similitud con la situación actual, pero no es lo mismo un portavoz parlamentario que un presidente autonómico.

Hay a quien sorprende la pertinaz afición de los socialistas a exhibir sus rencillas domésticas, si bien esa característica es muestra de la transparencia de sus procesos. Otros partidos que hacen gala de su supuesta participación y de sus cristalinas decisiones internas se entregan más a las maniobras en los camerinos y los pactos de silencio que el PSOE. Pero al margen de eso, si una lección salió del congreso de 2000 fue la de que la unidad se consigue a base de muchas concesiones, altura de miras y voluntad, por ambas partes, de pasar página de veras. Javier Fernández buscó un punto intermedio y paradójicamente fue limando el poder de Villa desde su propia opción.

El congreso regional que celebrará la próxima semana la FSA debería marcar ese punto de inflexión y esa es la compleja tarea que tiene ante sí el nuevo secretario general, Adrián Barbón. Aunque ahora represente la irrupción de un "nuevo PSOE", conoce bien los entresijos de la FSA, desarrolló toda su trayectoria política al lado de los equipos de Javier Fernández y mantuvo siempre buena sintonía con los dirigentes que hoy pueden sentirse injustamente tratados por el afán de venganza de algunos.

Hemos visto ya cómo, tras la victoria incontestable de Barbón (superior a la que consiguió en su día Javier Fernández), el debate se trasladaba al único objetivo visceral de ensañarse con un castigo al antecesor obviando una lectura sosegada y conciliadora de los acontecimientos.

Que la militancia considera que la saliente dirección de la FSA cometió errores y desoyó en algunas cuestiones el parecer de los afiliados es obvio: ya lo dejaron claro los resultados de las primarias federales y de las que se celebraron el pasado domingo. En el año 2000, el sector vencedor de Fernández no alentó ni permitió ningún gesto que pusiese en entredicho al entonces presidente autonómico, Vicente Álvarez Areces. Y aunque la tensión interna se mascaba las diferencias se fueron limando con el reconocimiento del peso que cada corriente suponía en el partido y, sobre todo, atrayendo al espacio común.

Otra diferencia: Javier Fernández fue el candidato que permitió a un sector ganar en un congreso dividido; Adrián Barbón ha sido el candidato de un sector que ya se sabía victorioso.

Javier Fernández se ganó con el tiempo aquel apodo de "costurero" de las fracturas internas, pero fue incapaz de remendar el roto interno que afloró hace un año en el escandaloso comité federal del PSOE. Esa quiebra acabó anidando en el partido, engendrando sus propios cambios viscerales, pero ahora debería ser el momento de saludar la nueva etapa y aprovechar el impulso electoral que puede conllevar.

Adrián Barbón no ha ahorrado palabras conciliadoras para referirse a esta nueva etapa, aunque ahora le definirán los hechos y cuánto es rehén de sus apoyos. De momento, ha conseguido evitar que el afán de castigo a Javier Fernández de algunos de los que le respaldan llegue a representar un porcentaje tal que podría comprometer seriamente al Gobierno autonómico. De ahí que su tarea más urgente sea, por un lado, concluir un congreso regional del que no salga una lectura de quiebra irreconciliable, por otro combinar un respaldo al Gobierno al tiempo que explora las ventajas que supone airear estructuras y objetivos para cambiar el mortecino anquilosamiento en que se encuentra la actividad política regional y, por último gestionar las diferencias que ya se palpan entre los suyos.

Hay quienes querrán cobrarse el "premio" de la fidelidad frente a quienes consideran arribistas en el "sanchismo"; quienes buscarán arrimarse con vistas al futuro; los que intentarán intervenir en decisiones ejecutivas por venganza a haber sido sustituidos en su día, y quienes perseguirán ajustar cuentas pendientes personales. Con todos ellos tendrá que lidiar el nuevo secretario general, que toma el rumbo de un barco tan complejo como es el del socialismo asturiano. Y al tiempo, tratar de atraer a quienes se manifestaron contrarios a su proyecto para renovar la FSA.

Es cierto que los últimos años (en especial los dos últimos) han sido muy convulsos en el partido, y que se han enquistado interinidades en algunas agrupaciones municipales relevantes, con gestoras que dejaron de ser provisionales. Es cierto que Javier Fernández mantuvo unas tesis que la militancia no respaldó, y que el PSOE tuvo que tomar decisiones complicadas y serenas en momentos en los que no existía la calma necesaria. ¿No respira con cierto alivio Pedro Sánchez al ver que es Rajoy quien lidia con la crisis catalana? Pero, ¿y ahora?

En el futuro se producirán movimientos en el partido, que seguramente afectarán a entidades afines, como la UGT. Después de todo terremoto vienen ajustes en el terreno para buscar la estabilidad. Pero pueden llevarse a cabo de dos maneras: con más convulsión convirtiendo la vida del partido en el ring de un permanente combate de boxeo o propiciando el diálogo y cohesionando pareceres.

Si se confirma que Pedro Sánchez interviene el sábado en el congreso regional, los llamados a esta nueva etapa del PSOE asturiano (un partido clave en el devenir de Asturias) tendrán la mejor escenificación de su victoria: la conquista por el sanchismo de uno de los territorios que le fueron hostiles.

Una lectura debería estar clara para los socialistas: poner contra las cuerdas al Presidente, que lleva sus mismas siglas, sólo da alas a quienes buscarán cualquier fisura en el PSOE para desgastarlo y arrinconarlo aún más electoralmente. En el plazo de año y medio habrá nuevas elecciones autonómicas, a las que la FSA puede llegar con una confrontación de candidatos o con un cartel único que aglutine todas las sensibilidades. Para entonces Javier Fernández ya no estará y quienes le conocen saben bien que su voluntad de irse la llevará a rajatabla. Es ese mismo que hace apenas unos meses los propios socialistas ensalzaban como emblema de cordura, altura moral y capacidad intelectual. No puede ser que los epítetos se vuelvan tan contradictorios en tan poco tiempo. Adrián Barbón deberá ahora mostrar cuáles son los suyos para conseguir que la ola de renovación que le ha impulsado fortalezca al partido.

Compartir el artículo

stats