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La romería toma Bahía de Cochinos

La zona de la isla de Cuba que los americanos no conquistaron se deja llevar por las fiestas de prao | "Yo canté con Victor Manuel", relata uno de los participantes

Rulfo Díaz con su dispensador de cerveza

Corría el año 1961 cuando los Estados Unidos, tocados tras ser derrocado Batista como presidente de Cuba, trataron de recuperar la isla para su causa. En aquel plan urdido por el por entonces presidente, Dwight Eisenhower, que implicaba a los disidentes cubanos e incluso a la Cosa Nostra italiana, una serie de hombres armados al servicio de la nación de las barras y las estrellas trató de penetrar por las playas de Bahía de Cochinos, siendo derrotados en pocas horas por las Fuerzas Revolucionarias Cubanas. Lo que no consiguió "el país más poderoso del mundo", sí lo han logrado las fiestas de prao, que semanalmente, durante el verano, se celebran en un jardín a las afueras de la localidad de Playa Larga y han pasado ya a formar parte de la tradición local. "Tengo un amigo, se llama Oridán, cuyo padre vive en Asturias y él va muy a menudo. Dice que esto se parece mucho a las fiestas que ustedes tienen allá en el verano", explica Rulfo Díaz, uno de los asistentes que no duda en confirmar que Asturias está presente en esta "invasión" de Cochinos.

Se respira tranquilidad y salitre bajo los engañosos nubes y claros de la isla. En la playa, típica caribeña, predominaba el acento castellano, muy distinto de lo que sucedería pocas horas después a apenas dos kilómetros de distancia. Cuando la espectacular puesta de sol dio paso al cielo estrellado, decenas de jóvenes acuden a la escasa media docena de bares de la localidad a comprar botellas de ron. Algunos incluso las llevan en el bolsillo trasero de sus pantalones. Los extranjeros preguntaban extrañados qué sucede. "Hay fiesta en un campo de la entrada del pueblo. Es todos los viernes de verano y van un par de orquestas", comenta uno de los camareros de un bar playero.

El plan sonaba familiar, sobre todo para alguien proveniente del Principado, y no hubo titubeos ante la posibilidad de acudir a la llamada de la música y el olor a recién segado. Tras una buena caminata por la carretera del pueblo, y una incursión a través del sendero embarrado que daba al prao de la fiesta, por fin era posible poner cara a quien cantaba la música que resonaba en Bahía de Cochinos. En el momento de la llegada de LA NUEVA ESPAÑA a la verbena, la cantante decía: "Nosotros no os vamos a dar reguetón, os tendréis que conformar con salsa". Tras pagar algo menos de un euro por entrar al recinto, fue posible comprobar que las raíces asturianas de la fiesta iban más allá de lo que parecía a simple vista. "Es lo que nos queda para disfrutar, el pueblo cubano necesita esto", asevera Rulfo Díaz, amigo de un joven de origen asturiano, que añade: "Él siempre me dice que las fiestas de verano allá son muy parecidas a esto". Otro aspecto coincidente es la convivencia entre los jóvenes que acudían con su bebida a improvisar una suerte de botellón y los que preferían sentarse en las mesas de merendero, que se encontraban frente al escenario, y disfrutar de comida acompañada por cerveza nacional bien fría. La conexión entre unos y otros se establecía por vía eléctrica, la de los traseros y caderas de los presentes contoneándose al son de los ritmos caribeños. Más allá de los grados de temperatura, los romeros echaban madera al fuego, y lo único santo de la fiesta era la procedencia de la orquesta "Elisabeth y Trashores", de Santa Clara. "Es un placer venir aquí, siempre disfrutamos mucho de un público tan entregado como es el de Girón y Playa Larga", apunta Emma Santos, bajista de la agrupación.

Cuando la orquesta dejó de tocar, llegó Dj Enrique, que a base de ritmos techno, y reguetón (algunos procedentes de España), puso al público en pie, botando, sudando ron bajo las estrellas y entre las palmeras. Mientras los jóvenes se entregaban en cuerpo y alma, tomados por el espíritu de la fiesta de prao, los mayores tomaban sus tragos en las mecedoras de la parte trasera del escenario. Allí se encontraba Mata, un anciano cantante de la localidad que sigue dando guerra. "Yo canto a veces en estas fiestas y si no en otros clubes. Me gustan todos los ritmos, desde los que son más de mi época hasta lo que bailan ahora los chavales", subraya. Sin embargo, la sorpresa llegó cuando Mata hablo de una de sus actuaciones más importantes. "Hace años canté con Víctor Manuel en un teatro muy grande de la localidad de Jagüey Grande (Cuba). Estaba abarrotado, es uno de mis mejores recuerdos", sostiene.

Durante la conversación con Mata, los más jóvenes -niños de entre siete y once años- correteaban detrás de un balón por el pequeño espacio iluminado tras el escenario. "Messi es el mejor jugador de la historia. Ronaldo solo es un piscinero, siempre se tira", proclama uno de los niños, ataviado con una camiseta del Barcelona, a lo que Mata le contesta: "Chiquito, tú no has visto jugar a Maradona", cerrando las disquisiciones de un plumazo. Tras esto los chavales centraron su atención en la presencia de un cangrejo -muy abundantes en todas las zonas de los pueblos de la bahía- y un pequeño sapo.

Cuando ya habían dado las dos y media de la madrugada, los dispensadores de cerveza de tres litros, que se vendían por menos de seis euros en una de las barracas de la organización, ya empezaban a tocar fondo. Pero la fiesta, que preveía alargarse hasta más allá de las cuatro de la madrugada puso punto y final, tras protagonizar varios jóvenes una trifulca violenta a la entrada del recinto, decidiendo la policía suspender los actos de inmediato. "Portaros bien si queréis que haya fiesta la próxima semana", sentencia Dj Enrique antes de bajar del escenario. El cartel que a pocos kilómetros de la localidad reza: "Hasta aquí llegaron los mercenarios", en referencia a los insurgentes americanos de 1961, se ha visto superado por la fiebre de las fiestas de prao, que ya llegó a Cuba.

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