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El infierno destierra a los osos

Los expertos avisan que la calcinación de grandes robledales obliga a los plantígrados a migrar justo en la época en la que precisan más alimento

La inauguración de la exposición "Osos". JULIÁN RUS

La oleada de incendios que azota estos días el suroccidente asturiano amenaza con dejar sin víveres a la principal zona osera de la cornisa en el momento menos oportuno. Los expertos advierten que la calcinación de grandes superficies de robledales podría obligar a los plantígrados a migrar otros entornos en busca del alimento necesario para satisfacer la época del año en la que requieren un mayor volumen de ingestas para afrontar con garantías la hibernación. Avisan que la alteración de los ecosistemas por las llamas podría provocar la aparición de la especie en hábitats poco comunes y un déficit de alimentación preocupante.

Aunque coinciden que el gran sentido del olfato de los osos les permite anticiparse a los efectos del fuego, los biólogos no descartan que puedan producirse bajas debido a la magnitud de los numerosos focos detectados en la comarca. "Tienen capacidad de anticiparse, pero no por ello son inmunes", sostiene el director de la Fundación Oso Asturias, José Tuñón, mientras que Fernando Ballesteros, de la Fundación Oso Pardo, cree que "los fuegos son tan grandes que no es extraño ver como algunos animales se quedan sin escapatoria".

De todos modos, creen que lo más preocupante es la merma de alimentación justo en el periodo del año más necesario. "Nos consta que se están quemando zonas en las que se avistan ejemplares comiendo de forma exagerada", indica Ballesteros que califica de "dramático" lo que están viviendo los habitantes de muchos pueblos y ganaderos de la zona afectada. La principal consecuencia que prevén son los movimientos migratorios, obligados por la ingente necesidad de llenar el estómago antes de la hibernación. "La zona habitable para los osos se reducirá de manera considerable y se tardará mucho tiempo en poder recuperarla", considera Tuñón, consciente de un panorama desolador que los amantes del oso recuerdan que trascienden a todos los ámbitos. "El oso es sólo una parte más de un entorno en el que todo se está quemando", reconoce Fernando Ballesteros, que ve muy alarmado como las llamas acaban con muchos de los proyectos acometidos para hacer la zona confortable tanto para la fauna como para los propios vecinos. "El trabajo y la ilusión de mucha gente se está tirando por la borda", lamenta el biólogo, triste por "la destrucción de muchas zonas valiosas".

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