El intenso olor a quemado aterroriza, pero nada equiparable con oír arder la naturaleza y sentir el calor de las llamas corriendo hacia las casas. Allande, con cinco incendios activos, revive la pesadilla del fuego a una semana de cumplirse seis años del infierno de 2011. Fue el incendio más devastador de España, con más de 2.000 hectáreas calcinadas. Sin embargo, los vecinos del Valledor aseguran que nunca pasaron tanto "miedo, rabia y angustia" como ayer. A las llamas hay sumar la nube de humo, que impidió ver la luz del día en todo el concejo. "En 80 años jamás vi algo igual. Sales de casa y te arden los ojos y la garganta. Estamos deprimidos", cuenta Piedad Gómez, de Berducedo.

El camino a Paradas, uno de los pueblos más afectados, es desolador. Una fuerte humareda difumina el paisaje, dejando solo ver a lo lejos las llamas. Llamas que brotan por todas partes y cruzan carreteras en cuestión de minutos. "Aquí llevan todo el día las farolas encendidas. La única claridad que vemos es la del fuego", afirman Eloy Pulido y José Álvarez, de La Mesa (Grandas de Salime). Lo peor, dicen, lo vivieron durante la noche del domingo cuando el huracán "Ophelia" golpeó la región.

En El Valledor tampoco pegaron ojo. Lidia Díaz, con apartamentos turísticos en Tremado, no pudo salir de la localidad vecina de Fonteta. "No sé ni cómo estarán los apartamentos, no pudimos acércanos por culpa del fuego. Creemos que lo peor ya pasó, pero falta lluvia". Todos miraban al cielo, esperando agua, pero lo único que cayeron fueron cenizas. "Yo viví el incendio de 2011, que fue muy gordo, pero como éste, ninguno. Llevamos desde la una de la madrugada del lunes combatiendo las llamas y aún estamos rodeados", lamenta Díaz, para quien lo más frustrante es verse "solo" en el infierno.

En Paradas, donde lenguas de fuego transforman el color del otoño en negro carbón, se siente el miedo. Las llamas llegan hasta la cuneta de la carretera, emanando un calor achicharrador que se percibe nada más bajar la ventanilla del coche. La aldea parece fantasma, está completamente en silencio y vacía. Si no fuera por los extintores que hay a la puerta de algunas casas y la columna de humo que sale de un garaje y una escuela, sería fácil pensar que es un pueblo abandonado. Pero no es el caso. Allí hubo una guerra de fuego. "No había ningún vecino, porque todos estaban arriba en el monte defendiendo al ganao", aclara Arturo López, en un bar de Berducedo. Conducir más allá de Paradas es un suicidio. El cuerpo pide rápidamente dar marcha atrás, con la duda de que el fuego de las cunetas no haya invadido la calzada y ya sea demasiado tarde para emprender la huida.

En los chigres de Berducedo no se habla de otra cosa que no sea de los incendios que asolan Asturias. "¿Miedo? ¡Cómo para no pasarlo! Estamos rodeados", confiesa la camarera de "El Cafetín", Viviana Bravo. Al otro lado de la barra, comparten el terror. "Tengo 74 años y nunca vi esto: no amanecer", dice Arturo López. En la tertulia está también Araceli Menéndez, que relata cómo durante la mañana del puerto de El Palo saltaban "bolas de fuego". Lo cierto es que la carretera que comunica Berducedo con Pola de Allande estuvo todo el día ardiendo. A última hora de la tarde, aún las llamas invadían gran parte del puerto mientras que el intenso humo dificultaba la circulación igual que si fuese una espesa bruma. "Lo peor es que ya no está quemando la vegetación, sino la tierra. Vamos a tener una erosión enorme", protesta la ganadera Araceli Menéndez. Propietarios de albergues como Vanesa López tuvieron que mandar en taxis a Grandas a los peregrinos. "Todos los años tenemos esta desgracia. Está claro que son fuegos intencionados. Con más de una treintena de focos en la región, no hay duda", opinan Manuel López, de Berducedo, y Virginia Linares, de Murias. Por proximidad, en Grandas de Salime también se vivieron momentos de pánico. Patricia Pérez asegura que a las cinco de la mañana se "tiró de la cama" por el fuerte olor a quemado en su casa.