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Desolación en Asturias tras los incendios

Las llamas derriban la "muralla" de Muniellos

"No podemos dejar que cuatro energúmenos nos roben nuestra identidad", claman en los pueblos que rodean la reserva natural del Suroccidente, tras ser cercada por el fuego

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Desolación en el suroccidente asturiano tras los incendios

La "muralla" natural que protege el corazón de Muniellos está asolada por las llamas. Más de mil hectáreas de bosque, de robles y hayas maduras, han quedado reducidas a cenizas por culpa del "mechero". Los vecinos de los pueblos que envuelven la reserva natural integral del Suroccidente claman contra los "desalmados" que prendieron fuego al paraíso y piden invertir en prevención. "No podemos dejar que cuatro energúmenos nos roben nuestra identidad", implora Víctor García, uno de los 16 habitantes del pueblo de El Tablado, en Degaña. Con tan solo 25 años, este empresario se atreve a decir lo que muchos se callan: "La pérdida medioambiental es incalculable. Porque no es sólo el hábitat del oso y del urogallo, son los insectos, los roedores, la flora, los árboles... Toda la herencia de nuestros antepasados ardió en cuestión de minutos. Hay que frenar este terrorismo, hacer a los paisanos custodios del territorio y fomentar apego por esta tierra". Eso a Víctor García le sobra.

El joven, guía de naturaleza, ganadero y técnico superior de gestión de recursos naturales, impregna de pasión cada frase que sale de su boca. Incluso las lágrimas brotan de sus ojos. "Toda mi vida está invertida aquí y que se queme este paisaje es como si ardiese un pedazo de mí", asegura. Él, su tío Vitorino García y su primo Manolo García son los héroes de El Tablado. Junto a dos bomberos, los tres estuvieron noche y día luchando contra una oleada de llamas. "Alcanzaban los 40 o 50 metros de altura. Aquello era un infierno. Oías los robles estallar como si estuviesen empapados de gasolina", rememora. Para alejar el incendio de las casas, utilizaron un camino como cortafuegos. "Tuvimos que ir dirigiéndolo hacia el Alto del Campillo, que quemó todo, pero era la única salida. Y fuimos así, como me ven -señala el chandal que lleva puesto-, pero si lo piensas dos veces, lo pierdes todo", agrega.

A García y a su familia lo que más le conmueve es "la respuesta ciudadana". "Hasta aquí llegaron decenas de voluntarios con mangueras, comida, bebida... Esa unión tiene que servir también para construir una red que dinamice la zona rural. Estoy harto de que esta comarca sea el punto negro de Asturias, de que estemos olvidados y de que nadie nos consulte". Víctor García espera que esta tragedia sirva de reflexión para convertir "la desgestión del monte en gestión" e impulsar un territorio que avanza hacia el despoblamiento. "Es ridículo que tenga que llegar una nube de humo a Oviedo y a Gijón para que quienes están en el poder huelan lo que está ardiendo aquí", remata con tono reivindicativo.

Los vecinos de El Tablado, Fondos de Vega y Larón -este último tuvo que ser desalojado la noche del domingo- coinciden en que éste "no fue un incendio más". "En la historia reciente no se conoce un fuego de estas características: tan voraz y que haya arrasado tanta extensión", aseguran. Las llamas empezaron en las proximidades del pueblo de Degaña el pasado miércoles y en las horas siguientes avanzó en dirección a Cangas del Narcea, saltando el río Ibias y llevándose por delante frondosos bosques, que ayer desprendían un desagradable olor a quemado y teñían la vista de un negro cenizo. "Esto jamás lo vi y tengo 80 años. Sonaba arder como si hubiesen puesto una bomba", dice Manuel García, de Larón, mientras señala hacia la oscuridad del monte. Unas zonas se ven completamente desnudas y otras, aún con árboles, pero la tierra y las raíces están calcinadas. "Esos robles morirán y los que no, quedarán afectados de por vida", explica Vitorino García, dedicado al ecoturismo.

Los afectados calculan que las llamas arruinaron una cuarta parte del concejo de Degaña y prevén una nueva desgracia cuando llueva "en condiciones". "Arrastrará todas las cenizas y provocará cortes de carreteras o desprendimientos en pueblos", garantiza Vitorino García. Y es que barrera natural que rodea Muniellos es extremadamente pendiente. Esa característica, por contra, es la que impide que las llamas nunca consigan penetrar en el espacio protegido, pese a la amenaza. No hay año en el que un fuego no corra por sus alrededores.

En San Salvador del Valledor ayer la claridad del día permitía observar la magnitud del fuego que se originó en Seroiro (Ibias). Atravesar el Pozo de las Mujeres Muertas es un dolor. "El que prendió la llama sabía bien lo que hacía; no era ningún ignorante", opina Celso Villanueva, de Casa Caboxo, en San Salvador. Hasta allí llegaron "bolas de fuego". "Sonaba tanto que parecía que había un helicóptero sobrevolando la zona", cuenta este apicultor de 62 años. Por suerte, solo perdió diez colmenas. "Eso no es nada. Lo peor es que estaré dos años sin producción. Sin flores no hay abejas", apunta. Ni vida.

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