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CARLOS RODRÍGUEZ | Empresario asturiano, distinguido por el Puerto de Las Palmas

"Mi infancia fue muy feliz en Asturias, con una libertad que hoy no tiene la juventud"

"El 60 por ciento de mi éxito ha sido trabajar al principio con los americanos del programa 'Apolo' de la NASA"

Carlos Rodríguez, en el puerto de Las Palmas. TONY HERNÁNDEZ

El asturiano Carlos Rodríguez es uno de los principales empresarios del Puerto de Las Palmas de Gran Canaria. Aunque nacido en Oviedo en 1944, su infancia transcurre en Grado, concejo en el que conserva su casa y al que sigue acudiendo varias veces al año. Llegó a Canarias en 1967 para lo que debía ser un trabajo temporal construyendo una central eléctrica para los estadounidenses, pero acabó por establecerse en el archipiélago, con esposa e hijos canarios, y fundó la que se ha convertido en la principal compañía náutica del muelle grancanario, Rodritol (de los apellidos Rodríguez y Toledo de su esposa). La Fundación Puertos de Las Palmas reconoció este mes su labor con un premio a su trayectoria.

- ¿Cómo fue aquella infancia en la Asturias de posguerra?

-Como todo al principio tras la guerra en toda España, pero mi infancia fue muy feliz, sinceramente. Teníamos una libertad que la juventud no tiene hoy y éramos más felices que los jóvenes de hoy.

- ¿En qué sentido?

-Porque teníamos campo para correr, disfrutar, árboles... Hoy la juventud no tiene espacio para su expansión.

- Su llegada a Canarias tuvo que ver con la electricidad. ¿Era un mundo que llamaba la atención desde pequeño?

-Sí. Al lado de donde vivían mis padres había una empresa de reparación de máquinas eléctricas y ver aquellas grandes máquinas me llamaba la atención. De ahí me vino mi inquietud.

- ¿Cuál fue su formación?

-Estudié en la Universidad Laboral, hice oposiciones y entré en Obras Públicas. Estaba en el departamento de inspección de maquinaria eléctrica, y a raíz de eso mi jefe, Ramón Ruiz Zorrilla, me destinó aquí para hacer el montaje de la central eléctrica de Arguineguín (Gran Canaria), que formaba parte del programa "Apolo" de la NASA.

- ¿Cómo le sentó aquello de hacer las maletas y dejar su Asturias natal por Canarias?

-Yo estaba muy arraigado, el hecho de que me mandasen aquí con la responsabilidad de llevar el montaje y la dirección de obra de una central eléctrica era muy importante y tenía mis temores y mis dudas.

- Pero la vida consiste en emprender una carrera de superación de temores, ¿no?

-Sí, por supuesto, pero que te manden a una distancia tan grande, sin apoyos y dependiendo de la empresa Dragados y Construcciones y de los americanos, era bastante complejo.

- ¿Cómo fueron aquellos comienzos en la isla trabajando con los estadounidenses?

-Lo primero que noté era la escasez de material, de medios técnicos. Había que importarlo todo de la Península, aunque a medida que empezó a desarrollarse la obra ya casi todo era material americano. El 60% de mi éxito ha sido trabajar con ellos al principio: aprendí lo que es el concepto de calidad, los procedimientos previos, los procesos de trabajo... En aquella época eso aquí se veía sólo de pasada.

- Ese proyecto se acabó, pero decidió quedarse. ¿Por qué?

-Porque en ese lapso que duró la obra surgieron unas averías en Las Palmas de Gran Canaria, en la fábrica de cementos. También me llamaron de la Armada y de Unelco, por la central eléctrica de Guanarteme. No sé las circunstancias por las cuales contactaron conmigo a través de Dragados y Construcciones.

- ¿De dónde surgió la idea de poner en marcha Rodritol?

-En aquel tiempo me sugirieron montar una empresa, y la verdad es que yo no me planteaba ser empresario, no estaba en mis proyectos. Me acostaba todas las noches con esa consulta a la almohada, hasta que tomé la decisión de casarme y mi suegro me animó a hacerlo, porque me veía capacitado para montar una empresa, y creé lo que es hoy Rodritol. La verdad es que empecé en una habitación de cuatro por cuatro yo solo en la calle Valencia.

- ¿Qué recuerdos tiene de aquellos tímidos comienzos?

-Fueron muy complicados, difíciles, sobre todo por la falta de material. Teníamos muchos problemas para conseguirlo y como consecuencia monté Comercial Rofer. Yo traía mercancía y la tenía almacenada en Rodritol, así que llegar a controlar las existencias de almacenes y los pedidos me obligó a montar la otra empresa. Así para mí ya era mucho más fácil. Empecé con un trabajador solo y hoy en el grupo somos entre 110 y 120 personas.

- ¿Cómo ha conseguido que el grupo siga creciendo con el paso de las décadas?

-Siempre he pensado que no se pueden tener todos los huevos en la misma cesta. Para sortear los baches que hemos tenido hemos diversificado mucho nuestra actividad. Rodritol tiene varios departamentos: electrónica, frío, cuadros, bobinado eléctrico...

- Después de todos estos años, ¿viaja mucho a su tierra?

-Normalmente cuatro o cinco viajes al año.

- ¿Cuesta más irse para Asturias o volver a Canarias?

-Cuesta más volver, la verdad. Cuando estoy en la isla echo de menos a mi familia, porque de cinco hermanos que éramos sólo quedamos tres y son todos mayores que yo. Veo que mi familia se va extinguiendo, así como todos esos ratos que he pasado con ellos. Yo era el último de todos, el "juguete", y siempre fuimos una familia muy avenida.

- ¿Qué placeres se reserva para sus viajes a Asturias?

-Voy para descansar y relajarme. Me olvido del móvil y me quito el estrés, me relajo. Tengo la gran suerte de que mis hijos llevan las empresas hoy sin ningún problema. Yo sigo trabajando, pero delego al menos el 80% en ellos y esto me permite viajar.

- Entonces, nada de móvil...

-Ver a la familia, estar con los amigos, los culinos de sidra, los cachopos, las fabadas...

- O sea, cuidarse bien...

-Exactamente, y también conocer la Asturias profunda.

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