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Poreñu cura la resaca en familia

El "Pueblo ejemplar" amaneció feliz por el éxito de una inolvidable celebración: "Ahora toca ocuparse del trabajo de casa", dicen los vecinos

Poreñu cura la resaca en familia

Caras sonrientes, intercambio de fotografías y anécdotas y vuelta a la vida cotidiana tras la celebración del premio al "Pueblo ejemplar". Así amaneció ayer la localidad maliayesa de Poreñu, donde la resaca se curó, como tantas otras cosas, entre familiares, vecinos y amigos.

"Ahora toca trabajar en casa", apuntó Jonathan Naredo, al tiempo que devolvía a Roberto Queipo el antiguo escobón prestado para la sextaferia que él y otros dos vecinos recrearon para los Reyes de España. Por delante quedan en Poreñu, entre otras tareas, jornadas de pañar manzana y mayar la primera sidra del año, dos tareas que también escenificaron ante Felipe VI y Letizia.

Allí estaba la niña Sara Gil Barjola, a quien la seguridad de la Casa Real no permitió acercarse a la Reina durante la comida. "Estábamos muy cerca de su mesa y quería decirle algo, pero no pude", relató la pequeña ayer, después de soñar con las vacas de la feria ganadera. Una vez concluidos los actos y cuando los Reyes ya se habían marchado, los animales se escaparon del recinto y tiraron para el barrio de El Palacio. No fue la única anécdota que se compartió ayer en Poreñu.

Algún visitante decidió llevarse un recuerdo de tan señalado día y mientras los vecinos comían con los Reyes en la carpa robaron la barra y la cortina que tapaban la placa en el monolito de piedra a la entrada de las antiguas escuelas.

Los lugareños no daban crédito ayer a este comportamiento y, reconstruyendo los hechos, supieron que desde el catering (en las escuelas) se escuchó: "Tú llevas esto y yo esto otro", aunque los trabajadores lo achacaron al proceso de recoger todo el material del evento.

El comportamiento de Letizia fue seguido al detalle y, por ejemplo, sorprendió que usara los baños de las escuelas en lugar de los habilitados para los Reyes o que comiera "de todo" y "de lo mismo que el resto" en la carpa que compartieron con los vecinos, en la que Felipe VI bebió sidra y se acercó a saludar a cuantos quisieron estrecharle la mano. "Estuvo todo fenomenal", aseguraba ayer Aida Cardín repasando con sus dos hijas los acontecimientos del día anterior, una jornada sin duda imborrable en la memoria de Poreñu.

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