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Asturianos en el país de los Himalayas treinta meses después del terremoto

Solidaridad asturiana en la cima del mundo

El ovetense Guillermo Rogel, que prepara su ascenso al Island Peak, proveerá de ropa a aldeas destruidas por el terremoto

Guillermo Rogel con la bandera asturiana ante el pico Ama Dablam desde el Nagarjuna Peak, que subió con una montañera ecuatoriana. G. R.

Han pasado dos años y medio del terrible seísmo de Nepal, que costó la vida a cinco avilesinos, tragados por las avalanchas en el valle de Langtang. Muchos asturianos vivieron en primera persona aquella pesadilla, como el montañero ovetense Guillermo Rogel, que intentaba ganar el Island Peak o Imja Tse -una isla blanca que se levanta a 6.189 metros de altura sobre un mar de hielo en el parque nacional de Sagarmatha, desde la que se tienen unas impresionantes vistas del Everest- cuando se produjo el temblor, obligándole a regresa a España sin ver cumplido su sueño. Rogel, un agente nacional de 38 años, acaba de regresar al Himalaya para sacarse la espina de aquella expedición fallida. "Prometí que iba a volver, aunque solo fuese como homenaje a aquella gente, que te trata tan bien, pero está el aliciente de estas maravillosas montañas", indica Rogel, que el viernes ascendió al Nagarjuna Peak, a 5.100 metros de altura, como parte de la aclimatación necesaria, junto a una montañera ecuatoriana con la que comparte apellido y con la que está haciendo el trekking de aproximación a su objetivo, Maribel Rogel. El montañero asturiano tenía previsto hacer ese acercamiento junto a una decena de miembros del Grupo Ensidesa, dos de los cuales, Gonzalo Concheso y José Manuel García Quintana, también intentarán el ascenso al Island Peak. En Katmandú, sin embargo, se encontró con la suspensión de los vuelos a Lukla (la localidad donde se inician las marchas hacia el campo base del Everest y también al del Island Peak), por lo que tuvo que iniciar la aproximación por una vía más corta y separado de los asturianos, que la están realizando por una vía más larga, a través de Gokyo, que dura doce días. Se reencontrarán en la base del pico.

Durante estos dos años y medio, Rogel no ha estado parado precisamente. El año pasado, en abril, viajó a Bolivia y ascendió al Huayna Potosí, de 6.088 metros, y al Pequeño Alpamayo, de 5.410. Como en todas sus expediciones, contó con el apoyo de la marca Joluvi, y llevó unos veinte kilos de ropa y material escolar para repartir entre niños de la zona del Salar de Uyuni, cerca del lago Titicaca. También se ha llevado al Himalaya material para repartirlo en las aldeas que vio destrozadas tras aquel terremoto del 25 de abril de 2015. El seísmo le cogió en un albergue en Chukkung, a dos horas del campo base del Island Peak, y se libró por los pelos de los derrumbes. Afortunadamente, en esa localidad no se produjo nada parecido a la tragedia del campo base del Everest, donde la caída de una arista de hielo provocó una onda expansiva de hielo, nueve y rocas que mató a veinte personas. Sí pudo contemplar el mal estado de los que se quedaron aislados camino del Island Peak, en los campamentos de ascenso, algunos de los cuales edemas y ceguera de altura. El pago de una aventura al borde de la resistencia. Aquel terremoto le alejó de su objetivo. Hubiese sido muy peligroso intentar cruzar por un glaciar muy inestable, y además, la arista final del pico se había derrumbado por efecto del temblor.

Este año espera tener más suerte. "Va haber bastante nieve. La mayor dificultad estará en la aproximación final. La última pared, de 150 metros, es bastante vertical. Para llegar hay que ir preparando escaleras en el glaciar que rodea el pico, en algunos tramos haya que salvar seis o siete metros sobre grietas, y en la base de la pared hay que meter cuerda", explica Rogel, que se enfrenta a este regreso con una mezcla de emociones. "Son más para la familia, que lo pasó muy mal cuando me cogió allí el terremoto", indica. Y es que aquel 25 de abril se cayeron las comunicaciones y no pudo contactar con ellos hasta pasadas 24 horas. Se dio la circunstancia de que su novia tenía más información de lo que había ocurrido que él mismo.

Rogel aún tiene en la memoria el regreso del Island Peak a través de un territorio devastado, con numerosas aldeas derruidas y las familias viviendo bajo plásticos en una terribles condiciones climáticas. "Aún así nos abrazaban y nos ofrecían lo poco que tenían, comida, un té", relata. Un gesto de solidaridad que quiere resarcir de alguna manera.

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