La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El crimen contra el monte asturiano

La última oleada de incendios demuestra "falta de amor" hacia la naturaleza, dicen los expertos, que afirman que el bosque "es bosque, no el Campo San Francisco"

El incendio reavivado en la sierra de Uría, ayer por la mañana. ATFBRIF

No corre la sangre, sino el negro ceniza. No hay cuchillo, sino una cerilla. No hay gritos de dolor, sino silencio. Pero quemar el monte es un "crimen" con todas sus letras, un asesinato ambiental, que deja herido al paraíso asturiano. La consejería de Desarrollo Rural y Recursos Naturales realiza en estas líneas un análisis de las causas y consecuencias de la última oleada de incendios, que asoló el Suroccidente de la región con 12.825 hectáreas calcinadas. Las principales conclusiones son cuatro: no amamos el monte; los bosques son bosques, no el Campo San Francisco; el monte quema porque lo quemamos; y urge crear un instrumento potente de concentración parcelaria para solucionar la estructura de la propiedad.

El paraíso de los árboles. Casi el 73% de la superficie de Asturias es de uso forestal, situándose muy por encima del 55% de la medida estatal. El monte ocupa cerca de 800.000 hectáreas. De ellas, 453.700 son arboladas -una parte importantes son frondosas autóctonas-, según el cuarto Inventario Forestal Nacional. Pese a esta gran masa forestal, la región es "campeona" en superficie arrasada por el fuego. 2017 será el año más negro del siglo.

Los montes que arden. En Asturias, hay montes privados (representan el 61% de la superficie forestal) y públicos. Dentro del primer bloque, hay tres tipos: los "privados- privados", donde se concentran las 62.000 hectáreas de eucaliptales que hay en la región, montes vecinales en mano común y proindivisos. Estos últimos, cuando no se consigue que los numerosos dueños se organicen, son pasto de las llamas, ya que además la propiedad no está expresada en superficie. Por su parte, dentro de la clasificación de montes públicos los que más queman son los comunales en manos de los ayuntamientos y los de utilidad pública. La compleja estructura de la propiedad de los montes privados, raíz de todos los males, es muy difícil de modificar, como reconoce la dirección general de Montes. La solución, dicen los expertos de la Administración, sería crear un "instrumento de concentración parcelaria con potencia económica y gestora" para acabar con el minifundio, además de actualizar el catastro.

Una visión urbana del monte .

La crítica que más se escucha es que "el monte está sucio". Los ingenieros forestales del Gobierno regional hacen un análisis profundo de esta afirmación: "¿A qué se refieren con sucio? Hemos eliminado todos los vertederos ilegales que había". Como dato, en el Suroccidente se quitaron entre 2012 y 2017, un total de 241 basureros. Pero, ¿y el matorral? "Un monte es un monte, no el Campo de San Francisco. Esa es una visión del monte urbana", contestan. Según los expertos, el monte es "un bioma que tiene sus características naturales", y en el que también tiene su sitio el matorral. Con o sin maleza, defienden, "el monte quema igual".

¿Quién prende la cerilla? Tan sólo el 1% de los fuegos se debe a causas naturales; el caso de un rayo, que como mucho puede arrasar 20 hectáreas. El 99% restante son incendios provocados por la mano del hombre. Es decir, "el monte quema porque lo quemamos". La mayoría de las llamas se localizan en zonas de aprovechamiento ganadero y se originan por la regeneración de pastos. Raramente arden superficies arboladas, como los eucaliptales, que se localizan en la franja costera. El incendio en El Franco, en diciembre de 2015, fue una excepción. ¿Y por qué? Porque son áreas muy cuidadas y hay intereses económicos en juego. "El eucalipto es una máquina perfecta de transformación del CO2 en celulosa. Nuestra pasta de papel se coloca, por su calidad, en los mercados más exigentes del mundo", aseguran. El Colegio Oficial de Ingenieros de Montes advirtió esta semana que en Asturias existe un uso del fuego "muy arraigado" y "extirparlo será difícil". La consejería de Desarrollo Rural va más allá y afirma: "Falta amor y respeto por el monte".

Los polémicos acotamientos. Los expertos rechazan la eliminación de los acotamientos al pastoreo, que la Junta aprobó este año con el apoyo del PSOE. Los ingenieros sostienen que la modificación de la ley regional, que contradice a la estatal y reduce los estándares mínimos ambientales, "va contra la ciencia". La entrada de reses en terrenos incendiados supone que el ganado arrasa los brotes verdes, los primeros signos de vida del monte.

Las consecuencias de las llamas. Son mayores de las que imaginamos: las más 12.000 hectáreas que ardieron este mes de una tacada suponen millones de árboles menos, que dejarán de captar CO2. El cambio climático se acelera, mientras que Asturias pierde masa forestal, su "esponja" de dióxido de carbono. Por si fuera poco, las tormentas amenazan con dejar los montes calcinados sin suelo fértil a consecuencia de un fuerte proceso erosivo. Las montañas solo tendrán piedras y las piedras, recuerdan los expertos, "no dan nada". Hace falta tierra para recuperar la vida.

La restauración, una millonada. Una vez cuantificadas las hectáreas arrasadas, el siguiente paso del Principado será "ayudar a que los daños por lavados y erosión sean los menores posibles" e iniciar la restauración hidrológica forestal del terreno. ¿Cuánto costará? En tiempo, el monte necesitará cientos de años, teniendo en cuenta además que la ejecución de las obras durará un año "como mínimo". Y el coste económico son 5.000 euros por hectárea, lo que elevaría a 64 millones la factura de los últimos incendios.

Las políticas de prevención. Solamente en fajas auxiliares para evitar la propagación de fuegos, Desarrollo Rural subvencionó el año pasado la realización de 4.739,16 kilómetros, más que cinco viajes de ida y vuelta a Madrid. En lo que va de año se acometieron 3.250,64 kilómetros. También se hicieron 320,96 hectáreas de faja perimetral, se limpiaron 228,57 kilómetros de capa de rodadura y se ejecutaron 1.084,72 kilómetros de senderos. Todo ello a través de la concesión de ayudas de 3 millones a entidades locales. Por otro lado, están instalados en los montes 443 depósitos de agua para autobomba y helicóptero, que tienen un coste de entre 5.000 y 15.000 euros. En el caso concreto del Suroccidente, la dirección general de Montes e Infraestructuras Agrarias autorizó entre 2012 y 2017 un total de 50 quemas controladas -la mayor parte en Allande y Tineo-, que afectaron a una superficie de 251,92 hectáreas. El servicio de Montes invirtió en esta zona 3,7 millones en los últimos cinco años en prevención. En el mismo período concedió 6,9 millones en ayudas para el desarrollo de los bosques en las zonas rurales.

Compartir el artículo

stats