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VICENTE GOTOR SANTAMARÍA | Catedrático de Química, exrector de la Universidad

"No tengo la sensación de que la Universidad haya reconocido mi esfuerzo"

"Me tocaron años muy difíciles de Rectorado, con recortes y momentos críticos, pero logramos no echar a nadie y que no cayera ningún edificio"

Vicente Gotor Santamaría. JULIÁN RUS

La candidatura de Vicente Gotor al Rectorado en 2004 no sorprendió demasiado dada la trayectoria de este químico aragonés, afincado en Asturias desde hace más de cuarenta años. Gotor llevaba casi dos décadas de gestión universitaria en puestos muy cercanos a la ordenación académica y la investigación. Tras el primer mandato de Juan Vázquez y la decisión del catedrático de Economía de presentarse a la reelección, Gotor fue la alternativa.

"No lo busqué, me presenté al puesto de rector porque la coyuntura universitaria así lo aconsejó. La gente me conocía desde mi paso por el Vicerrectorado y me animó a ser candidato".

La primera sorpresa de aquellas elecciones es que, salvo Vázquez y Gotor, nadie presentó batalla. "Yo estaba casi convencido de que iba a haber más candidatos. Traté de abordar todo aquello con mensajes claros, sin acritudes y sin polémicas. No hubo mucho tiempo para preparar la campaña, pero llega la jornada electoral y casi gano. Perdí por menos de un punto y aquello sorprendió a muchos y nos animó a seguir adelante. El grupo de trabajo continuó funcionando, y ahora sí teníamos cuatro años por delante para perfilar mucho mejor las cosas. En el año 2008 sabía que iba a ganar".

Campaña caliente

Tenía enfrente a tres candidatos, algo inédito en la historia de la Universidad de Oviedo. Paz Andrés, Santos González y Antonio Cueto, perfiles distintos desde ámbitos tan dispares como el Derecho, las Matemáticas y la Medicina, iniciaron la carrera al Rectorado. Aquello sí fue una campaña electoral que dio notable juego a los medios y aportó mucha leña a la hoguera de los corrillos universitarios.

"Hubo momentos muy tensos, pero procuré minimizarlos. Yo era algo así como el candidato a batir y se me atacó con falacias de todo tipo, con cartelería y con insultos. El día de las elecciones fue una jornada emocionante, que vivimos en la Facultad de Química, donde me votó mucha gente. No todos, claro. Había un grupo con cuyo apoyo no contaba, pero me alegró mucho que los alumnos me votaran en su mayoría. No salí elegido en primera vuelta por muy poco, seguramente porque la candidatura de Antonio Cueto, una gran persona, me restó ese pequeño apoyo que me hizo falta. Hubo gente que me dijo: 'Soy amigo de Cueto y le voté, pero en segunda vuelta te voto a ti'".

Una segunda vuelta frente a Paz Andrés, catedrática de Derecho Internacional y en la actualidad Defensora del Universitario. La victoria de Gotor fue nítida.

La mochila de la vida

"Fueron unos acontecimientos muy emocionantes. Quiero resaltar el comportamiento de Santos González, uno de los candidatos, que fue excepcional. Santos es un gran universitario que poco tiempo después se volcó por pura generosidad con el proyecto del Campus de Excelencia". Vicente Gotor guarda un excelente recuerdo del recordado Antonio Cueto. Con Paz Andrés nunca hubo excesiva química, aunque el exrector se cuida de hacer gala de esa falta de sintonía. "De verdad, con Paz Andrés nunca he tenido ningún problema. No me sorprendió que se presentara como candidata cuatro años más tarde".

Jueves, 8 de mayo de 2008. Vicente Gotor Santamaría cumplía 61 años y tomó posesión como nuevo rector de la Universidad de Oviedo. Unos días antes, en declaraciones a este periódico, había pedido "lealtad a la oposición universitaria, de la misma manera que yo fui leal estos últimos cuatro años". Y un segundo ruego: "Un plazo para que nos dejen trabajar".

"Recuerdo que en mi discurso de toma de posesión recordé a mis padres. Ellos me inculcaron una serie de valores para andar por la vida, y yo los metí en la mochila y procuro andar siempre con ellos. Son valores profundos, de gente humilde. Procuré ser el rector de todos, con el despacho abierto siempre a quien quisiera acercarse a él. Yo creo que no hubo crispación en ninguno de los dos mandatos y pudimos hacer cosas a pesar de que me han tocado los peores años, con recortes enormes y momentos críticos. Tuve claro que la línea roja que no podíamos traspasar era la de echar a trabajadores. Eso, y que no se nos cayera un edificio. Nos vimos obligados a recortar presupuesto de todos los lados, incluso cerramos la guardería. Quizá hubiera sido más fácil tirar por la calle del medio y que se arreglen otros, pero no va con mi forma de entender la vida. Pedí lealtad, y yo lo fui. Con la Universidad, con el Principado y a nivel personal con los tres presidentes con los que coincidí como rector: Areces, Cascos y Javier Fernández".

Asegura Gotor que acertó "de pleno" con aquel primer equipo de gobierno, en el que estaba el que ocho años más tarde iba a sustituirle en el cargo, Santiago García Granda.

Un momento de gloria

Los sinsabores de la falta de euros se compensaron con la sorpresa de la elección de la Universidad como Campus de Excelencia. "Significó un antes y un después en nuestra gestión. Fue un momento de gloria, lo que pasa es que después hubo otras dos convocatorias y entraron más universidades".

Segundo mandato, con victoria electoral también contundente. "No se notó el desgaste que produce un mandato en unas condiciones complicadas. El agrupamiento de centros, por ejemplo. Era una decisión inaplazable y con el tiempo la gente lo entendió, aunque al principio me hubieran dimitido varios decanos".

- ¿Se siente reconocido?

-A decir verdad, no tengo la sensación de que la Universidad haya reconocido el esfuerzo. Dejé de ser rector y hay gente que me niega el saludo. Mi marcha fue una experiencia agridulce. Soy emérito, sigo pasando todos los días por la Facultad a comentar cosas con mi equipo de trabajo. Ya no me pongo bata blanca en el laboratorio, pero ayudo en lo que puedo, y aún tengo tres proyectos en los que soy investigador principal. Los seis del grupo, entre los que está mi hijo Vicente, me quieren y me respetan. Han sido lo mejor de mi vuelta y yo intento que siempre estén unidos porque así se trabaja mejor. Mi vida es más familiar, entre otras cosas porque ahora Rosa, mi mujer, me necesita un poco más. Fue profesora titular de Bioquímica, exigente con los alumnos, pero siempre con unas buenísimas notas por parte de los estudiantes. Se jubiló el año pasado. Por la tarde tengo una tertulia, con dos sedes, El Grano de Oro y La Cava. Mi otro hijo, Miguel, es ingeniero químico y trabaja en La Rioja. Y tengo dos nietos, Sara, de 5 años, y Luis, de 2.

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