Le gustaría que fuese un mal sueño, pero el agujero de una bala perdida en su furgoneta le recuerda al carnicero José Luis Niembro, conocido como "El Rubiu", que el atraco del martes fue real. "El Rubiu" llevaba mercancía desde el matadero comarcal hasta su negocio en la avenida Castilla (a 130 metros del banco) cuando se vio en medio del tiroteo. "Ya había aparcado y seguí todo el follón desde la furgoneta a eso de las nueve y pico", contó. Fue un guardia civil quien lo alertó tras bajar del vehículo de que éste había sido alcanzado por el fuego enemigo. "La bala no me llegó a perforar la cámara de frío. Pudo ser peor. A raíz del suceso ampliaron el perímetro de seguridad porque vieron que las balas llegaban más lejos de lo esperado", contó. "El Rubiu" está convencido de que la rápida e impecable actuación de las fuerzas de seguridad fueron determinantes para que no hubiera que lamentar más víctimas. En esto le daba la razón Fernando Pinacho, que regenta la administración de loterías situada frente a la sucursal, al que el tiroteo le cogió en la cercana La Golosa, donde impactó un disparo. Enfrente, el escaparate de la ferretería muestra aún un gran agujero de bala.

Cangas de Onís recuperaba ayer poco a poco la normalidad y los negocios que no echaron el cierre por el festivo recibieron una importante afluencia de clientes. Eso sí, por primera vez en la historia del concejo, el puente "romano" no fue la principal atracción. Visitantes y turistas dirigían sus cámaras hacia la sede del Liberbank, en cuyas paredes se hacían evidentes los estragos del tiroteo. Entre quienes se acercaron a ver los agujeros causados por las balas en el banco se encontraba el riosellano Roberto Somoano. "Tenemos unos cuerpos policiales de los mejores de Europa", resaltó. Su opinión la compartía el maestro jubilado parragués Luis González. "No pude evitar pasarme por la sucursal", apuntó en antiguo docente.