La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Bernard L. Feringa: "Groningen no es Harvard, es una ciudad como Oviedo, y tiene un premio Nobel"

"Es difícil predecir en el mundo de la ciencia pero nuestro reto es hacer una sociedad futura sostenible, y para eso se necesitan talentos", asegura el químico, que participó en el homenaje a Barluenga

Bernard L. Feringa: "Groningen no es Harvard, es una ciudad como Oviedo, y tiene un premio Nobel" Luisma Murias

- ¿Cómo cambia la vida la concesión de un premio Nobel?

-Fue un honor inesperado y desde entonces tengo un montón de cosas más por hacer. Recorro muchos institutos, imparto muchas conferencias. Es trabajoso, lo reconozco, pero está muy bien. Y sigo dando clase.

- Ahora los alumnos le harán más caso.

-No estoy muy seguro de eso (risas).

Bernard L. Feringa, holandés, 66 años, investigador en ciencia de materiales y en nanotecnología. Es profesor de física molecular en el Instituto de Química de la Universidad de Groningen y académico y presidente del Consejo de la División de Ciencias de la Real Academia de Artes y Ciencias de los Países Bajos. Y ayer estuvo en Oviedo como la gran estrella del simposio homenaje al recordado profesor José Barluenga, que se celebró en la sala de grados de la Escuela de Odontología, en el campus de El Cristo.

- Un Nobel a un científico de una Universidad que no es mundialmente conocida.

-Groningen es una ciudad como Oviedo, una población universitaria, de corte clásico. Creo que es importante darse cuenta de que la concesión de un premio Nobel no tiene porqué recaer en investigadores de universidades como Harvard o Cambridge, por poner dos ejemplos. En Holanda, y sobre todo en el norte del país, puedo decir que la gente está extremadamente orgullosa de este galardón.

Un premio que se le concedió a Ben Feringa por sus trabajos sobre "máquinas moleculares", moléculas con movimientos controlados capaces de activarse a través de energía. Su trabajo "demuestra cómo la miniaturización de la tecnología puede conducir a una revolución", explicó la Academia del Nobel en el comunicado el que se justificaba el premio en octubre del pasado año. Feringa recibió el Nobel en compañía del francés Sauvage y el británico Stoddart.

Una investigación apasionante aunque no sencilla de explicar, que "ha llevado mucho tiempo y esfuerzo. La creatividad y la perseverancia son el camino que nos lleva al éxito. Llevo muchos años formando a alumnos de todo el mundo. Y qué satisfacción haber conocido a tantas generaciones que son las que han hecho posible el Nobel que yo recogí".

- Algunos españoles entre ellos, supongo.

-Permítame hacer énfasis en eso. Siempre me ha sorprendido lo bien formados que estaban los españoles que llegaban a nuestra universidad para hacer los cursos de postdoctorado. Eso demuestra que el sistema univeresitario funciona.

Bernard Feringa no es el primer premio Nobel de Química que pisa Asturias. En 2009 -ayer se lo recordaron al científico holandés- lo hizo el biólogo Aarón Ciechanover, judío y profesor del Instituto de Investigación Médica de Haifa, en Israel. En declaraciones a LA NUEVA ESPAÑA, Ciechanover decía: "La vida es interacción entre moléculas, tanto para construir como para construir".

Feringa explicaba ayer -siguiendo el argumento de su antecesor en el Nobel- que "todo son moléculas, cada material está compuesto de ellas". El ser humano es en esencia un ente molecular.

"Nuestro cuerpo es una máquina llena de motores moleculares que son los que nos permiten mover los brazos y las piernas. Todo es motor".

- ¿Se imagina su campo de investigación dentro de treinta años?

-Es difícil predecir en el mundo de la ciencia. Tenemos el gran reto de hacer una sociedad sostenible y para eso se necesitan talentos. Seguro que surgirán nuevos materiales, capaces de autorepararse. Y fármacos inteligentes.

La conferencia de Ben L. Feringa en el salón de grados de Odontología, que lleva por nombre el del exrector López Arranz, se abarrotó ayer, en su mayoría de un público juvenil, alumnado que compartió asiento con los profesores presididos por la decana de Química, Susana Fernández. El premio Nobel fue presentado por Martín Fañanás, que había sido uno de los postdoctorales asturianos que trabajaron con Feringa.

Una frase última para que sirva de reflexión: "Es vital decirle a la sociedad por qué la educación en ciencias es tan importante. Tenemos que invertir en ciencia".

Compartir el artículo

stats