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Luis Aurelio González, historiador: "Los orígenes de la minería en Asturias nos cuentan una historia de especulación brutal"

"A mediados del siglo XIX el carbón asturiano pudo ser mucho más competitivo, pero los manejos lo echaron abajo", dice el autor del libro "Oro negro, dinero sucio"

Luis Aurelio González. LUISMA MURIAS

- ¿Cómo definiría los orígenes empresariales de la minería en Asturias?

-Por decirlo en pocas palabras, aquí la especulación fue brutal a todos los niveles. Pensamos que todos los males de corruptelas se concentran en la época actual, la que nos toca vivir, pero contar los inicios mineros asturianos es adentrarnos en una historia de mezquindades humanas.

Luis Aurelio González Prieto, langreano, profesor del IES Rey Pelayo de Cangas de Onís, doctor por la Universidad de Oviedo, andarín e historiador. Tiene tras de sí más de una veintena de libros escritos y acaba de publicar uno que huele a polémica. Se titula "Oro negro, dinero sucio", se subtitula "Una nueva historia de la minería asturiana" y está editado por Laria.

- Cuente algunas de las manipulaciones.

-Hablo de una época que va desde 1838 a 1860, aproximadamente, que es cuando el sector minero se asienta en la región. La sensación que tengo después de haber indagado mucho por archivos españoles y franceses es que el capital vio en el carbón asturiano una forma de hacer dinero rápido a base de pelotazos financieros. No les interesaba tanto el rendimiento de las minas como la ganancia fácil. Se puede decir que desde el mismo inicio la actividad empresarial minera está al margen de la ley.

- ¿Qué ley?

-La de Minas de 1825, que era muy restrictiva. Aquella legislación no servía para abordar un desarrollo minero a gran escala. La ley decía que una única sociedad sólo podía coger cuatro minas, pero Alejandro Aguado, marqués de las Marismas del Guadalquivir, crea nada menos que 29 sociedades con testaferros.

- ¿Qué papel desempeñó?

-Aguado creaba sociedades, vendía participaciones, y a otra historia. No esperaba por beneficios futuros. Era un tipo inteligente, es el promotor de la Carretera Carbonera, pero como se sabe murió prematuramente en Gijón de una apoplejía. Aguado crea la Compañía de Minas de España, lo que algunos llaman la Sociedad de Minas de Langreo y Siero, trata de vender las acciones en el mercado francés y no le sale bien la cosa. Su viuda acaba vendiéndosela al duque de Riansares en subasta pública.

- El marido de la reina María Cristina.

-Esposo morganático. Agustín Fernando Muñoz tenía, por así decirlo, el Estado a su servicio. Le hacían las leyes a medida y se convierte en el, a mi juicio, personaje más importante de la industria asturiana. Controla las minas de Aguado, se hace con la mitad de las acciones de la Asturian Mining Company, y gracias a él no se cierra la primera siderurgia de España, la Fábrica de Mieres. Allí en Mieres se encendió el primer alto horno en la historia del país, en mayo de 1847. Producía hierro en lingotes, al principio quizá de no muy buena calidad.

- ¿Riansares hizo fortuna en Asturias?

-Riansares se mueve en un maremágnum de intereses, su idea era la de unificar todas las grandes explotaciones mineras, especula para su provecho, pero al menos logra cierto desarrollo industrial en la región. Tenía grandes planes, pero mi sensación es que tuvo que conformarse con mucho menos. En realidad, dinero para la industrialización minera vino poco.

- ¿Desde dónde?

-Desde Francia, Inglaterra, Bélgica... Hasta algo de Rusia de forma indirecta. Por ejemplo, la Asturian Mining Company se trajo todos los equipos desde Inglaterra y hasta subcontrató la construcción del horno a una empresa de allí. Fue el suyo un proyecto muy especulativo, con sólo la escritura de arrendamiento de las minas la Asturian Mining entró en Bolsa y logró un valor por acción de siete libras, que era mucho para la época.

- Más protagonistas.

-Citaré a uno. El ingeniero francés Adrien Paillette. Bajo su dirección se produjo en 1850 la mayor concentración empresarial minera en Asturias. Es una figura clave. Dirigió las minas y la fábrica de acero que la Sociedad Lenense Asturiana tenía en La Bárzana, en Villallana. Hizo sus cosas bajo manga y acabaron echándole. Pero este sistema especulativo y corrupto afecta a todos, a los grandes empresarios y también a los mismos carreteros.

- ¿Qué hacían los sufridos carreteros?

-Los carreteros y arrieros no se dedicaban solamente a transportar carbón, sino a especular con él. Acudían a las bocaminas, se ponían todos de acuerdo para fijar un precio, compraban el carbón y se lo llevaban a Gijón, donde lo revendían directo a los barcos cuando estaban en puerto, o a los almacenistas, que también cobraban su parte. Y ya entonces entraba carbón extranjero, más barato.

- Eso nos suena.

-Claro. Tengo la impresión de que en algunos casos ni se descargaba. No puedo asegurarlo, pero se sabe de un carguero inglés que se hundió muy cerca de la costa asturiana cargado de carbón que no había salido de Asturias precisamente. Se buscaba una papeleta de carbón nacional, que era preceptiva, y andando. Estamos hablando de mediados del siglo XIX.

- ¿El carbón asturiano ya salía entonces más caro que el extranjero?

-Asturias tuvo al inicio de todo este proceso una minería de montaña, que permitía unos costes de producción más baratos que las minas de pozos. El carbón asturiano pudo ser mucho más competitivo, pero la especulación lo echó abajo. Eran tiempos en los que prácticamente no había ningún control jurídico sobre lo que se hacía. Nos ha llegado una visión muy amable, por decirlo de forma suave, de los inicios del sector en Asturias. Creo que mi libro va a contribuir a echar por tierra la iconografía de ciertos prohombres empresarios que dan nombres a calles en nuestras ciudades y que parece que están poco menos que santificados por los historiadores.

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