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De maestra a catedrática

Roser Calaf Masachs, que comenzó en la enseñanza en escuelas catalanas, accede, a dos años del fin de su etapa universitaria, a la plaza para la que se había acreditado en 2011: "Estoy muy feliz", proclama

La profesora Roser Calaf, anoche, en el edificio histórico de la Universidad de Oviedo. IRMA COLLÍN

Una cátedra largamente ansiada. La profesora Roser Calaf Masachs, habilitada como catedrática desde 2011, no vio completado su anhelo hasta ayer mismo, cuando superó la prueba del tribunal que oficializaba la llegada a meta de una larga carrera que inició en el año 1980. Calaf, profesora en el área de Didáctica de las Ciencias Sociales, desembarcó hace ahora 37 años en la Universidad de Oviedo, tras una década como maestra en escuelas catalanas renovando el modelo educativo de la época republicana. Pilar Palop la llamó para enseñar a los profesores cómo debían instruir a sus alumnos en materias como la Geografía, la Historia o Historia del Arte. "Al principio no lo tenía claro, pero me dijo: 'ya teorizarás' porque para llegar a la Universidad tienes que hacer investigación y al final acabas teorizando", reconoció en una jornada para ella "muy feliz".

A dos años del final de su etapa en activo, Calaf asegura que el trabajo como docente universitaria continúa siendo muy gratificante: "Si sabes encauzarlo con una investigación que te guste, complace mucho; te permite crecer constantemente", reflexiona. Ella fue la primera mujer de su área, hoy es también la primera catedrática y celebra que los jóvenes doctores se vayan incorporando, como hizo ella, a la carrera académica. "A mí me ha parecido largo pero para estabilizarse hoy los jóvenes lo tienen más difícil", indica. Una de ellas la ha sustituido estos días en un congreso en México. "Y ha vuelto entusiasmada", recalca. En su área de conocimiento, dice, ha tenido seniors y juniors. "Hemos colaborado en planos de igualdad; me gusta mucho esa combinación".

Ahora como catedrática, una figura que ella misma define como "el jefe de la tribu", reconoce que toca imponerse la obligación de "poner criterio de orden de las cosas", "estar al frente" y "hacer que las cosas funcionen".

A lo largo de su trayectoria ha dirigido más de una decena de tesis doctorales y admite que algunos de sus discípulos "han superado al maestro". No obstante, reconoce que se encuentra en una etapa todavía "muy fértil; me quedan de recorrido dos años. He liderado proyectos de investigación pero también he sabido ponerme a un lado para apoyar a otros". Para distinguirse, en 2006 se fue a Canadá a realizar una estancia investigadora. Antes estuvo en la Universidad de Barcelona, viajando casi cada semana a Asturias para estar con sus hijos mientras su esposo, médico, tenía guardias. Su director de tesis le decía que su tenacidad rozaba la tozudez. Pero lo logró. "Estoy realmente muy feliz", concluye la nueva catedrática.

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