La célebre y divertida imagen del oso "Yogui" zampándose la miel del parque de Yellowstone no responde a la realidad. Para muestra la progresiva preocupación de los apicultores asturianos ante los crecientes "asaltos" de los plantígrados a las colmenas. El problema, "importante", a juicio de los profesionales, va en aumento a medida que crece la población osera en la cornisa cantábrica.

Las "molestias" de los osos, junto a los daños causados por la avispa asiática y los de la temida varroa, el ácaro que a mediados de los años 80 provocó prácticamente la desaparición de las colmenas de abejas silvestres en muchas zonas de España, son los principales frentes en los que luchan los apicultores de la región, tal como pone de relieve Luis Alfonso Pérez García, apicultor de Cangas del Narcea, vicepresidente de Promiel Asturias, la asociación mayoritaria en el sector, que agrupa a 40 productores (el 70 por ciento de las 400 toneladas que se cosechan en la región anualmente).

Luis Pérez, que participó ayer en Tineo en la presentación y cata de la cosecha 2017 de la miel amparada por la marca asturiana "Mieles del Paraíso Natural", perteneciente a la etiqueta "Alimentos del Paraíso Natural", que gestiona el Gobierno del Principado, asegura que la cosecha de este año, estimada en esas referidas 400 toneladas, "es de mucha calidad, pero escasa debido a los dos años consecutivos de sequía".

En condiciones normales los panales de Asturias producen unas 600 toneladas anuales de miel, en su mayoría de brezo, que abunda en las zonas de montaña, y de castaño, la especie arbórea que se encuentra en la mayor parte de los valles de la región.

Pérez reclama a la Administración medidas para luchar contra los ataques de osos, varroas y avispas. "Los insectos están por toda la región y son un problema más que se añade a los que ya tenemos". "El Principado nos ayuda, a veces de un modo un poco lento, pero la respuesta acaba llegando; así que esperamos que ahora ocurra lo mismo", matiza el apicultor cangués.

Precisamente gran parte de las colmenas de la región se encuentran en zonas oseras, lo cual acarrea a los apicultores los costes añadidos de una protección que suele llevarse a cabo con la instalación de pastores eléctricos. "De ahí que la miel asturiana tenga que diferenciarse de sus competidoras en calidad", señala Pérez. El precio medio de venta al público del kilo de miel asturiana es de unos nueve euros.

"Aún resulta escaso, habría que subir un 30 por ciento para compensar esos costes". A cambio, el consumidor obtiene un producto avalado por numerosas garantías, entre ellas, la de proceder íntegramente de los bosques de la región. El matiz es importante, "sobre todo cuando el sector se enfrenta a la importación masiva de miel de países asiáticos", como refrenda Santiago Pérez Faidiel, técnico de Asincar, que ayer habló en Tineo sobre la marca de calidad y asturiana y su aplicación a la miel. El acto institucional contó con la intervención de José Ramón Feito, alcalde de Tineo, y Matías Rubio Pérez, jefe de la sección de Comercialización y Promoción de la Consejería de Desarrollo Rural y Recursos Naturales. La cata de la cosecha 2017 de las Mieles del Paraíso Natural estuvo dirigida por el consultor apícola Antonio Gómez Pajuelo.

La marca "Mieles del Paraíso Natural" aglutina el 25% de la producción asturiana actual, y tiene vocación de seguir creciendo. " La miel es una alternativa de futuro ya que genera mucho empleo; de hecho, hay muchos apicultores que viven de ella", indica Luis Pérez.

Los cuarenta apicultores de Promiel generan en la actualidad más de un centenar de puestos de trabajo. Siete de ellos se han sumado a la nueva marca de calidad. Uno de los retos que tiene ante si la apicultura asturiana es aprovechar las mieles monoflorales, características de la región, y promocionarlas en el mercado nacional e internacional.

Los productores se muestran convencidos de que la miel de Asturias gana prestigio en Europa porque va asociada a espacios naturales muy cuidados. "Se trata de mieles oscuras, muy apreciadas por los entendidos".

La estricta normativa de calidad que aplica el Principado a la etiqueta del "Paraíso" también ayuda. Los parámetros son más exigentes que en otros puntos de España, por ejemplo en lo que respecta al nivel de calentamiento al que ha estado sometido el producto.