"Ocurre en un segundo, pero te cambia la vida para siempre". A él le ocurrió el 2 de febrero de 2012. David Fernández regresaba a su casa en Tineo. Tenía 25 años y ese día había salido de trabajar, fue a Oviedo a hacer unas compras, a la vuelta paró a ver a su novia y cuando sólo le faltaban unos tres kilómetros para llegar a su destino se quedó dormido al volante. Su coche se salió de la carretera y chocó contra un árbol. Despertó del coma el 13 de marzo. "Lo que más me impactó fue saber qué día era. Pregunté y mis padres me dijeron que 13; les dije que no era posible, porque acababa de empezar el mes. Entonces me dijeron que 13 de marzo. Eso me desconcertó", narra.
Poco a poco fue despertando y siendo consciente de la gravedad de sus heridas, con multitud de huesos rotos y tornillos sujetando hasta su tobillo. Pero lo más grave fue la amputación de su pierna izquierda por debajo de la rodilla. "Nadie me dijo nada, pero un día escuche a uno de los médicos preguntar si nadie me había dicho lo de la amputación. Fue muy impactante, porque yo tenía una vida muy activa, en la que hacía mucho deporte y entrenaba a un equipo de niños. Y eso se acabó".
David Fernández estuvo cinco meses en el hospital y después, al volver a casa, "tuve que volver a aprender a vivir, a adaptarme a la nueva situación". Sus tablas de salvación, más allá de la familia y los amigos, fueron dos: el deporte y Andade, la Asociación Nacional de Amputados de España, con su vicepresidenta nacional y delegada en Asturias, María Manzaneque, apoyándole continuamente. "Me ayudo muchísimo. Es muy importante ver que hay otras personas como tú y que han salido adelante, que se puede vivir de otra manera", relata. Este tinetense de 30 años, casado "con mi novia de siempre" y con una hija de cinco meses, quedó quinto clasificado en lanzamiento de peso y octavo en lanzamiento de disco en el Mundial de Atletismo Paralímpico de Londres 2017. Su próxima meta: los Juegos Paralímpicos de 2020.