La Ciencia española perdió ayer a una de sus figuras más relevantes en el ámbito de la microbiología. El bioquímico asturiano Julio Rodríguez Villanueva falleció a los 89 años, en Salamanca, ciudad de la que había hecho su patria en los últimos años y donde fue rector de su universidad entre 1972 y 1979. Nacido en Villamayor (Piloña) en 1928, pronto sintió la llamada de la investigación, carrera que coronó con un doctorado en Madrid y otro en la Universidad de Cambridge. Además, fue premio nacional de Investigación Científica, catedrático y director del Instituto de Microbiología Bioquímica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Salamanca. Alcanzó también la presidencia de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) entre 1978 y 1979 y ocupó importantes puestos de honor como el de jurado de los premios de la Fundación "Princesa de Asturias".

Hijo de Julio Rodríguez Rodríguez, el farmacéutico de Villamayor, fue en la botica de su padre donde se inició en la preparación de fórmulas magistrales y en mirar por el microscopio.

Quienes le recordaban ayer, destacaron su papel de "avanzado" de la microbiología moderna, hombre del que queda un gran recuerdo e inolvidable gratitud entre sus discípulos. Todos ellos, como reconocía el propio Rodríguez Villanueva en una entrevista con este diario, "habían salido al extranjero, a centros importantes, porque me preocupaba mucho de ello". El bioquímico asturiano, coetáneo durante una parte de su carretera de otras destacadas figuras de la Ciencia española como Margarita Salas y César Nombela, tenía en Severo Ochoa un referente, y se ocupó de enviar a sus sucesores en la carrera investigadora por Europa y Estados Unidos, con el foco puesto en núcleos como Cambridge y Oxford. Entre sus "hijos científicos" se encontraba Santiago Gascón, ya fallecido, que fue rector de la Universidad de Oviedo entre 1992 y 1996.

Desde muy joven se mantuvo en contacto con científicos de calidad contrastada. Al lado de la vivienda familiar de Rodríguez Villanueva en Villamayor, se encontraba la casa de la tía del "Nobel" de Medicina a donde don Severo fue en varias ocasiones. El propio Ochoa fue quien le aconsejó ir con el profesor Ernest Gale a Cambridge. "Mantuve una relación muy grande con él durante el tiempo que estuvo en Nueva York y, luego, cuando regresó a España, mantuvimos siempre mucho contacto. Le considero mi padre científico en el sentido amplio de la palabra", decía Julio Rodríguez Villanueva, quien compartió años intensos con Severo Ochoa al frente del jurado de Investigación Científica y Técnica de los premios (por aquel entonces) "Príncipe de Asturias". Por ese motivo se desplazaban juntos a Oviedo en muchas ocasiones. "Para mí fueron viajes deliciosos y parábamos siempre a comer en un restaurante al lado del río Duero", recordaba en una entrevista con este diario. "Don Severo fue el impulsor de nuestro premio en el área científica y alrededor suyo hubo muchas reuniones", continuaba en sus alabanzas al "Nobel" de Medicina de origen luarqués. En aquellos encuentros también participaba Graciano García, exdirector de la Fundación "Princesa de Asturias" a quien definía como "el creador" de los premios y con quien mantuvo igualmente una relación muy cordial. "Grande Covián fue quien sucedió a Ochoa como presidente del jurado y yo le sucedí después", rememoraba sobre aquella etapa.

Lo que nadie discute es su brillante trayectoria investigadora, que le hizo merecedor de los más importantes premios en el ámbito científico tales como la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X El Sabio; el premio nacional de Ciencias del CSIC; el premio Castilla y León de Investigación Científica y Técnica y el doctorado honoris causa por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, además de la medalla de oro de la Universidad de Salamanca.

Sus cuatro años en Cambridge, "en un ambiente magnífico de investigación y con varios premios Nobel en el departamento" le llevaron a devolver, de vuelta a España, las ayudas que su país le había dado para salir al extranjero y formarse. En Cambridge tuvo oportunidad de estudiar bacterias, productores de antibióticos y levaduras. Aquello le facilitó el estudio de seres superiores: células humanas, vegetales y microorganismos. Todo ello en un ambiente realmente soberbio para avanzar en su formación. Allí se discutía y se informaba de los avances a los demás miembros del grupo. Fueron años muy fructíferos en su carrera, acompañando en el día a día a varios premios "Nobel".

De regreso a España, el primer paso que dio cuenta de su valor científico fue su ingreso en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, al igual que su esposa, Isabel García Acha. En el CSIC pasó por todo el escalafón hasta llegar a profesor de investigación. Después obtuvo la cátedra en Salamanca, donde puso en marcha el departamento de Microbiología y más tarde el Instituto de Microbiología y Bioquímica. En aquella etapa tuvo la oportunidad de desarrollar de la forma más amplia la carrera académica, incorporando a sus propios discípulos. "En tercer curso ya fichabas a los mejores y veías sus posibilidades", rememoraba sobre aquellos años. "Los seguías en cuarto y quinto, y en el doctorado. Y después salían al extranjero", continuaba en sus explicaciones de los años de vuelta a España.

De la Universidad salmantina, donde ocupó durante siete años el Rectorado, dio el salto a la presidencia de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), organismo que nació precisamente en Oviedo en el año 1978. En los últimos años ocupó la vicepresidencia de la Fundación Ramón Areces y la presidencia del patronato de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid. Pero si algo le definió a lo largo de su trayectoria vital fue el hecho de haber sido siempre un universitario de abnegada entrega en todas las tareas que emprendía, ya fuera al frente de la Federación Europea de Sociedades de Bioquímica, la Sociedad Española de Bioquímica, como director en años sucesivos del departamento de Microbiología en la Universidad Salamanca o al frente de los más altos órganos de la Administración universitaria.