El juicio por la muerte de la niña ibiense Ana Suárez, tras aspirar un grano de maíz que los médicos no fueron capaces de detectar, ha completado esta mañana su antepenúltima sesión con la pericial de José Ángel Rodríguez Getino, profesor titular de Medicina Legal y Forense en la Universidad de Oviedo, y el forense Santiago Delgado Bueno, designados por la defensa y la aseguradora de la doctora del HUCA Estíbaliz Valdés, que se enfrenta a penas de entre año y medio y cuatro años de cárcel por homicidio imprudente. Los dos peritos han tratado de apuntalar las tesis de la defensa. "Nadie tenía la certeza de que se hubiese producido la aspiración", indicó Rodríguez Getino. "Que un niño cambie de color puede deberse a una congestión por un simple ataque de tos", añadió. La broncoscopia, aseguró, no estaba indicada, pero no le quedó otro remedio que admitir, a preguntas de la acusación particular, a cargo de Ignacio Pérez Arévalo, que precisamente esa broncoscopia era la única forma de confirmar que la niña tenía un grano alojado en el bronquio. "El tiempo jugaba a favor de la decisión tomada por la doctora", añadió este experto. Pero el fallecimiento de la menor fue "fulminante", sin que nada apuntase a ese desenlace.

Antes de que entrase el otro perito, la doctora Valdés se levantó para hablar con los abogados, algo por lo que fue reconvenida por el magistrado José María Serrano, titular del Juzgado de lo penal número 1 de Oviedo. La doctora mostró en ese momento el estado de ánimo que le embarga: "Todo esto para mí es un agobio". El juez la cortó recordándole que la madre de la niña fallecida, Cecilia Fernández, también estaba presente en el juicio, y que para ella todo aquello también le resultaba "un agobio".

Santiago Delgado Bueno, designado por la aseguradora, aseguró que, en sus 20 años de carrera como forense -más otros 20 de práctica médica-, se había encontrado con otros tres o cuatro casos como el de Ana Suárez. "Lo que hizo la médico era lo recomendable, poner a la niña en observación, la broncoscopia no estaba indicada", indicó. Y es que para este forense, "no se mete un broncoscopio porque un niño tosa", ya que se trata de una técnica invasiva que puede provocar arritmias, taquicardias e incluso una profundización del cuerpo extraño. "No se puede sobredimensionar los riesgos para el paciente", añadió. "Tan fácil de ver no debía ser cuando seis médicos no lo vieron", indicó. Y no dejó de calificar lo ocurrido de "suceso terrible, trágico, asombroso, pero sucede y seguirá sucediendo". Finalmente, tuvo que reconocer que la única forma de confirmar que el cuerpo extraño se encontraba allí o no era llevar a cabo una broncoscopia.

El juicio continúa el próximo viernes con los últimos peritos, y el martes 5 de diciembre serán las conclusiones.