"La violencia que se ejerce contra las mujeres tiene el mismo origen en todo el mundo, por muy diferentes que sean sus manifestaciones. Nos horrorizan sus formas extremas y más evidentes, pero convivimos con demasiada naturalidad con sus expresiones más livianas, que no sólo toleramos, sino que hasta nos pasan desapercibidas por cotidianas. Necesitamos medios legales, administrativos y humanos para proteger a las víctimas, pero lo perentorio son las medidas preventivas, que pasan por tomarnos en serio como ciudadanos la responsabilidad de todos y por crear una conciencia social de la que aún carecemos, mal que nos pese. Lo que de verdad me alarma es comprobar a diario que los modelos machistas de relación entre los más jóvenes están lejos de desaparecer. La educación es la clave, pero, por favor, no nos limitemos a medidas escolares, que son ineficaces si las formas de vida y los valores de su entorno o los modelos que transmiten las redes sociales no son coherentes con ellas".