Las víctimas de maltrato tardan mucho tiempo, años, en ser conscientes de que lo son. Los expertos aseguran que es porque el proceso es lento, progresivo, y siguiendo una pauta y unas fases que se repiten una y otra vez. Empieza por la agresión psicológica, para avanzar en la dominación hasta que logra la sumisión total de la victima. Cuando eso no es suficiente, llegan los golpes.

Paz Rodríguez, presidenta de la asociación "Carla Vive" dedica una parte importante de su tiempo a dar conferencias con las que trata de trasladar los indicios y las fases del maltrato. "Se trata de que las mujeres, con independencia de su edad, detecten que están siendo objeto de esas agresiones machistas que sufren cada día como si fueran normales, cuando no es así".

El primer síntoma es el menosprecio hacia las conversaciones, opiniones o valoraciones de la mujer. No la escucha, "y eso significa que no le interesa, ni pide ni quiere saber lo que ella opina". Primero es en el ámbito privado, y luego ya públicamente.

El siguiente paso es el del " insulto cariñoso que incluye reprimenda", recriminándole lo que dice o lo que hace porque son tonterías, porque habla sin saber lo que dice, porque no le importa a nadie. De manera simultánea, o casi, están las riñas, porque su víctima todo lo hace mal.

Luega llega el ataque psicológico que se ciñe al hogar. "Frases como qué vas a hacer si falto yo, que eres una inútil; mira como está todo, no vales para nada, empiezan a ser habituales". Si además existe dependencia económica, los ataques suben de tono y son del tipo "como te falte yo, te morirás de hambre".

En medio de todo ello está el aspecto físico, y la ropa o el maquillaje que ella utilice es un problema que conlleva insultos: "¿A dónde vas así, que pareces una puta? Vístete bien; por qué te tienes que pintar", son expresiones continuas.

Por supuesto, a lo largo de todo este proceso el maltratador ha ido aislando a su víctima, de los amigos, de la familia, de la sociedad. Sólo puede salir con él, cuando y a donde él quiera, y el teléfono móvil y las redes sociales son su arma de control.

Y por último llega la fase más cruenta, la de los golpes, que surge cuando la víctima se rebela contra el agresor, o al menos él sospecha que puede ocurrir.

En todo este proceso la pareja avanza en distintos estadios, según explicó María Melendi de León, abogada del turno de oficio del Colegio de Abogados de Oviedo y experta en violencia de género. El primero es la denominada de acumulación de tensión. El hombre empieza a criticarlo todo, a enfadarse y a culpar a la mujer. "Como ella no entiende qué pasa, intenta calmarlo, y sin darse cuenta empieza a asumir que realmente ella es la culpable".

La segunda fase es la de pura agresión, acompañada de insultos, vejaciones y de humillación. "Él se manifiesta como de verdad es, pero le echa la culpa a ella, o a agentes externos".

Y por último está la engañosa "luna de miel", en la que el agresor se disculpa ante la víctima, promete que no volvera a pasar, e insiste en que se ha puesto así de nervioso y agresivo porque se le ha provocado. "Esta fase es cada vez más corta, más reducida, hasta que desaparece".