La Policía es la primera defensa contra la violencia machista. Las fuerzas del orden, a través de la Unidad de Familia y Mujer (UFAM), proporcionan compresión y ayuda a las mujeres maltratadas. El mecanismo de seguridad se pone en marcha desde dos supuestos: la víctima -o alguien de su entorno- ha telefoneado al 091 o al 112, o bien es la mujer quien acude a la comisaría en busca de ayuda.

En el primer caso, las autoridades se personan en el domicilio, o el lugar indicado, para evaluar el contexto. Ante la más mínima evidencia de agresión física, la detención es instantánea. Para proteger la integridad de la mujer, la Policía la traslada a un centro sanitario. Después, la fuerzas del orden informan a la agredida de sus derechos y de las vías para presentar una denuncia. La última palabra la tiene la mujer maltratada.

En el segundo caso, los agentes de la UFAM proporcionan asesoramiento. Para evaluar el nivel de riesgo de un nuevo episodio violento, la víctima cumplimenta un cuestionario de 39 preguntas y es entrevistada meticulosamente por las autoridades. A partir de ahí, ya cuenta con la protección policial, que será de distintos grados en función del peligro que corra.

Si la amenaza es baja, a ella se le da el número de contacto de un agente, que espera noticias suyas durante unos días. Si no se establece comunicación, el policía toma la iniciativa y procede a localizarla. Mientras tanto, el agresor está bajo una discreta vigilancia en su domicilio y puesto de trabajo. Pero si el riesgo es alto, tanto la víctima como el atacante están sometidos a un estricto seguimiento, ya que el juez emite una orden de alejamiento.

Sin embargo, las autoridades reconocen que el protocolo no siempre se ajusta a la realidad. El 55 por ciento de las mujeres víctimas de violencia machista reanudan la convivencia con el agresor, según el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género. Una eventualidad que las autoridades también prevén en sus protocolos: si el agresor quebranta la orden de alejamiento, la Policía interviene de oficio, cuente o no el agresor con el consentimiento de la mujer.

La UFAM también presta especial atención a los hijos de la mujer maltratada, ya que no es inusual que acudan con su madre a la comisaría en busca de ayuda. Mientras la policía asesora a la víctima, en la entrevista -se puede alargar varias horas- los chiquillos cuentan con salas de juegos para estar entretenidos y minimizar el impacto del momento.

Además, el personal de la UFAM está especialmente sensibilizado con los procesos psicológicos en los casos de violencia machista. Por ello, la atención está adaptada a las características especiales de la violencia machista.