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"Es imposible que el entorno de una maltratada no lo vea", asegura la Fiscal superior de Asturias

"Cuando el maltratador ya no las puede dominar hace daño a lo que más quieren: el caso que más impactó fue uno en el que él mató a sus propios hijos", explica Esther Fernández

Entrevista a Esther Fernández

Entrevista a Esther Fernández

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Entrevista a Esther Fernández Marián Martínez

Esther Fernández García es fiscal superior de Asturias desde junio de 2013. Fue fiscal de violencia de género en La Coruña, por lo que se muestra especialmente sensible con estos casos. Defiende la Ley Integral contra la Violencia de Género, pero reclama más recursos con especialistas que permitan investigar el entorno de las víctimas y hace hincapié en la educación como medida efectiva para la prevención.

-¿Un acto de violencia de género que le haya impactado?

-Me impactó profundamente uno que no fue directamente a la mujer, sino haciéndole daño matando a sus propios hijos. Cuando ya no las pueden dominar, le hacen daño a lo que más quieren. Fue cuando estaba en La Coruña; aquí afortunadamente no hemos tenido casos así.

-¿Cuál es la situación en Asturias?

-Las cifras se mantienen similares y el maltrato ocasional es el delito estrella. El año pasado, hasta el 18 de noviembre, había 1.202 procedimientos y este año 1.025.

-Una de las principales críticas al sistema judicial es la culpabilización que se hace de la víctima. El caso de "la manada" es el ejemplo quizás más evidente.

-El derecho penal sanciona delitos constitutivos de delito, pero también están el principio de defensa y el "in dubio pro reo". Hay que probar que se produjo el hecho. La validez de la declaración de la víctima está otorgada, pero tiene que declarar. Si no nos cuenta lo que pasó, no podemos saber nunca cómo ocurrieron los hechos. Tienen que comparecer y enfrentarse al agresor. Es difícil pero quizás hay que dar otro enfoque, el de la valentía y según dicen los psicólogos es un primer paso para superar el trauma. Sobre el juicio de "la manada" no me voy a pronunciar. Se publican todos los días cuestiones aisladas, y hay que esperar a la sentencia para analizar el conjunto.

-Pero someter a la víctima a esos interrogatorios en la policía, en el juzgado, en la vista oral...

-No es un problema de credibilidad, sino de acreditar, de prueba, pero en derecho penal es así. El maltrato psicológico y su afectación es mucho más difícil. Incluso la propia víctima detecta peor que está siendo machacada. Se necesitan pruebas psicológicas muy importantes. Y lo que se ve es fácil, pero las lesiones físicas también se tienen que acreditar a través de informes médicos.

-Las estadísticas oficiales de víctimas mortales de violencia de género son siempre muy inferiores a las que dan organizaciones feministas.

-Porque la ley integral de violencia de género articula los tipos penales de distinta manera y en base a la relación entre el acusado y la víctima. Unas lesiones constitutivas de delito al ser en el ámbito de la pareja o la expareja se agrava.

-Otra causa de polémica es la concesión de las órdenes de protección, que son insufientes.

-La orden de protección es una de las muchas medidas que existen. En todo procedimiento penal existen medidas cautelares genéricas, y una es la prisión preventiva para evitar que se repitan los hechos. También hay órdenes genéricas de alejamiento con otras medidas que se adoptan. Las medidas cautelares cesan cuando hay sentencia firme. Hay muchos juicios rápidos en los que el hombre sale ya con una sentencia que incluye el alejamiento.

-Son muchos los expertos y activistas que piden que se cambie la ley.

-Con las modificaciones que se aplicaron en el Código Penal en 2015 se me escapa que haya otra forma de comisión de delito en el que mejor se puedan acomodar. Es cierto que la realidad va por delante de los hechos, pero por ejemplo, ya está tipificado como delito la difusión de material de carácter íntimo y agravado en la ley contra la violencia de género. Se han cubierto posibilidades que antes no figuraban. Y está la agravante por desprecio de género, que es muy importante porque permite poner el delito a su grado máximo. Ya se ha apreciado en una sentencia pionera aquí, en Asturias.

-¿En cuál?

-En el caso que bautizaron como "crimen de la mancuerna", aquí en Oviedo, aunque la referencia es horrible.

-Usted ha denunciado públicamente que son las propias víctimas las que facilitan a veces que el agresor incumpla la orden de alejamiento.

-Sí, eso ya lo detectamos cuando yo estaba en La Coruña. ¿Qué se puede hacer? Pues si es una medida cautelar y la víctima considera que no hay riesgo para ella pues... nada, no podemos hacer nada aunque no podamos estar seguros de que ella permite de nuevo la convivencia por miedo, porque esté amenazada, pero no podemos hacer nada. Este consentimiento es peligrosísimo, porque es una muestra más de dominio del agresor sobre ella. Otra cosa es si hay sentencia firme, porque ahí no vale lo que quiera la víctima. La sentencia hay que cumplirla y entonces sí podemos actuar.

-En el primer caso, ¿que propone que se pueda hacer?

-El derecho penal es sancionador y entra en juego cuando ya se ha producido el hecho delictivo. El problema es cómo adelantamos la protección. Es un problema educativo, educativo, educativo. Esa protección a la víctima debe extenderse a todo el entorno, y si hay niños hay que actuar también con ellos.

-¿El problema es que ellas no denuncian o tardan en denunciar?

-Es que las mujeres no denuncian la situación tan terrible que viven por los niños, y eso es un error, porque quizás les hacemos más daño normalizando una situación que no es normal. La protección de menores y el apoyo psicológico son fundamentales. Cuando hablamos de falta de medios en el ámbito judicial nos referimos fundamentalmente a contar con personal muy especializado de carácter pericial que puedan hacer la pruebas necesarias para acreditar el maltrato. Tanto las de carácter psicológico como el alcance emocional. Y no sólo a la propia víctima, sino también en su entorno, sobre todo si hay niños. Investigar el entorno social, el educativo, el laboral, para ver la repercusión del maltrato desde un punto de vista global.

-Usted también ha pedido a las familias que actúen.

-Es que es chocante, me parece imposible que en el entorno familiar cercano no se vea lo que está pasando. Pero luego, cuando se les cita a declarar, cuentan cosas que han visto y hechos que han presenciado. Supongo que las familias no denuncian porque es la propia víctima la que pide que no lo hagan. O que la familia, aunque vea, hace que no ve. Y no hay peor ciego. Muchas veces, la mayoría, son las propias víctimas las que ocultan lo que les ocurre. Se me hace imposible que en el siglo XXI las mujeres que son maltratadas sientan vergüenza, cuando es el maltratador el que debe sentirla. Pero en el trasfondo quizás está la apariencia social.

-Uno de cada cuatro jóvenes ve normal la violencia machista en la pareja.

-Hay relaciones de noviazgo que son muy preocupantes. Existe una situación de control, de dominio, de subyugación que si no son violencia de género están a la puerta. El año pasado tuvimos ocho casos de menores de 18 años. Se me hace imposible. Insisto en que la educación es fundamental y en casa más.

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