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ÁNGEL FERNÁNDEZ ORTEGA | Montañero

"Calculo que he pateado por la montaña asturiana unos ciento veinte mil kilómetros"

"El bajón del sector del carbón se veía venir, pero en Asturias Villa era el amo y se aguantó algo más; la gente se marchó a casa con dinero, pero fue una mala política"

Ángel Fernández Ortega, con una antigua lámpara de mina. FERNANDO GEIJO

"A los dos meses de entrar en la mina San Víctor hubo un muerto en accidente laboral. Años más tarde recuerdo otro accidente mortal, un compañero gallego, pero en aquella mina donde me tocó trabajar 30 años la siniestralidad fue mucho menor que en algunos pozos. San Víctor cerró en julio de 1992. Muchos mineros que no tenían la edad para prejubilarse fueron destinados a Nicolasa o al Pozu Tres Amigos, entre otros. Y yo y otros muchos como yo, prejubilados con 50 años. Estaba en muy buena forma, era de los que ascendía los picos de tres en tres. Aquello fue tremendo, ocho mil mineros para casa en el primer quite".

El carbón de la mina San Víctor "era fantástico" y lo mezclaban con carbones de otras explotaciones "que eran de peor calidad para conseguir una mezcla muy pasable. Allí también funcionó una explotación a cielo abierto, y tuvo mucho que ver con ello el ingeniero Alberto Billota, que sabía hacer muy bien las cosas".

- Se prejubila joven, ¿y qué hace?

-Mis dos pasiones son la familia y la montaña, y tuve la gran suerte de compaginarlas. Mari Luz, mi primera mujer, fue mucho más que una esposa, fue una auténtica compañera de cordada en la vida. Siempre me acompañó en la montaña. Murió hace dieciséis años. Tuvimos dos hijos, Miguel Ángel es ingeniero técnico y otro que tiene una enorme afición excursionista por esta naturaleza asturiana tan especial, y Ana Isabel, que fue perito de minas en la Fundación Barredo, una persona muy inteligente. Se murió hace dos años y medio. Una enfermedad degenerativa que la fue mermando y acabó la pobre que no podía mover ni un dedo para rascarse. Siempre nos decía: "Tranquilos, que yo estoy bien". No se puede imaginar el esfuerzo desplegado por mi yerno a lo largo de tantos años de enfermedad de Ana Isabel. Sus cenizas y las de su madre las llevé al monte Polio. Las de mi padre y las de mi otro hermano están esparcidas por Brañavalera, por encima de Campomanes, en las montañas donde mi padre fue pastor en su juventud. Murió con 93 años, sin poder ver pasar el AVE por Asturias, que era uno de sus sueños.

Ángel Fernández Ortega recuerda su primer Seat 600, comprado en 1972 con la buena nómina de los mineros. El coche costaba 90.000 pesetas. "Yo trabajaba en la mina y algunas veces, los sábados y los domingos, cortaba el pelo allí mismo, al lado de la mina San Víctor, un poco porque me convencieron. Cobraba muy barato, dos duros por servicio, y la gente lo agradecía. Como minero trabajé como un cabrón".

"Salí al monte siempre. Con el 600, la mujer y los dos guajinos. La nómina de la mina me sirvió también para darles una carrera, porque mis dos hijos estudiaron muy bien. Recuerdo los domingos en Isoba, en el puerto San Isidro; aquello era un hervidero de gente de las Cuencas. En 1974 ayudé a refundar el grupo montañero San Bernardo, un club que llegó a tener 1.000 socios. Fui presidente cuatro años y ejercí de guía en decenas de excursiones".

- ¿Nunca tuvo un susto en la montaña?

-Los sustos son inevitables. Una vez se me perdió mi padre, figúrese. Una excursión con cerca de cien personas por la zona de Redes y cuando nos damos cuenta faltan en el grupo él y un amigo, los dos de más de 70 años. Vaya lío. Después de horas, en una época en que ni había móviles ni nada por el estilo, aparecen los dos en la zona de Brañagallones después de que una pareja los había llevado en coche. Los veo aparecer y fue como si se me abriera el Cielo".

Lleva más de veinte años en labores de gestión en la Federación Asturiana de Montaña. "En 1995 me llamó Amador Fernández porque quería recuperar senderos. Creamos una buena red y el proyecto fue muy apoyado por el Gobierno de Sergio Marqués. Casi cuatro mil kilómetros señalizados y 350 rutas. Estoy orgulloso de aquello porque el senderismo es el perfecto acercamiento a la montaña. Es que a veces olvidamos que Asturias es la gran potencia senderista de España".

Los noventa, al margen de las alturas por la Cordillera, fueron años de candado. "Se veía venir, el sector comenzó a bajar el pistón en Europa mucho antes que aquí. Y en Asturias, donde Villa era el putu amo, se aguantó un poco más. La gente se marchó para casa con dinero y fue el colchón de muchas familias, pero a la larga fue una mala política".

¿Y Turón? "Este pueblu va a menos. La gente se mueve poco, se nos murió Manolito Baquero, un auténtico luchador vecinal. Nos hemos vuelto un poco pasotas, hasta yo cansé, se lo digo con sinceridad". Ángel Fernández Ortega sale a la calle y saluda a tres cuartas partes de Turón. "Me siguen quedando aquí en la localidad amigos del alma, y sé que se me olvidará gente: Bruno Tocino, un montañero de los de toda la vida, o Luis Díaz y Jacinto Carrón, de Figaredo. Mi hermano Marcelino tiene casa en Benidorm, pero anda mucho por aquí. Y Tonín "Cuitu" o Tino Ramos, que ya tiene 85 años y como si nada".

"Hace años conocí a Carmen. Carmen es mi compañera, también viuda y con una hija que vive en Pamplona. Carmen forma parte de mi vida, junto a la montaña y una finquina por ahí arriba de Turón que me da manzanes, nueces y kiwis. Sigo siendo vocal de medio ambiente en la Federación de Montaña. Quiero dejalo, pero Rionda insiste en que no".

Un proyecto del que se siente especialmente orgulloso: la Vía Carisa, ese impresionante enclave de campamento romano que Ángel ayudó a comprender. "Era el año 2000, había dinero en Caja Asturias y de ahí surgió el camino histórico de la vía romana de la Carisa. Llegaron los arqueólogos Jorge Camino, Yolanda Viniegra y Rogelio Estrada y se logró algo increíble".

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