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Riego ecológico y sin riesgos

La Universidad de Oviedo participa en un consorcio europeo con investigadores de Oporto, Vigo, Suecia y Rumanía para la reutilización de aguas residuales libres de fármacos con fines agrícolas

El stand del proyecto en la Semana de Innovación de Agua de Oporto. LUISMA MURIAS

Analgésicos, antinflamatorios o antidepresivos se han convertido en los nuevos contaminantes de las aguas del planeta. El simple gesto de poner fin al dolor de cabeza con un Ibuprofeno y un vaso de agua probablemente sea el inicio de una amenaza real para la cadena agroalimentaria. Un gran porcentaje de la pastilla que tomó para aliviar el dolor se eliminará por la orina. Esos residuos viajarán por el desagüe y se irán acumulando en las aguas de alcantarillado de las ciudades. El regadío ha sido y sigue siendo uno de los pilares del desarrollo rural y de la seguridad alimentaria. Si el empleo de aguas residuales se había valorado como una oportunidad para no agotar un bien escaso, la presencia de fármacos en esas aguas obliga a un replanteamiento de la solución. Para dar respuesta a todos estos condicionantes, la Universidad de Oviedo se ha unido a un consorcio, que cuenta con financiación europea, en busca de una gestión segura y sostenible del agua en agricultura en el que se propone la reutilización de aguas residuales para el crecimiento de las cosechas.

Cristina Delerue, investigadora del Instituto Politécnico de Oporto y coordinadora del proyecto en el que desde España junto a la Universidad de Oviedo también participa la de Vigo, explica que, por un lado se trabajará y en el desarrollo de sensores para conocer la calidad de las aguas y, por otro, en el tratamiento de las mismas. El proyecto, de nombre "Rewater" (en inglés, volver a regar), en el que se integran las investigadoras de la Universidad de Oviedo Carmen Blanco López y Teresa Fernández Abedul, plantea desarrollar una investigación innovadora así como la aplicación de tecnologías que produzcan una solución final integrada para la reutilización de aguas residuales con fines agrícolas. Este enfoque minimizará los impactos negativos del uso de aguas residuales para el medio ambiente, disminuyendo la introducción indeseable de contaminantes emergentes en la agricultura y medios acuáticos y reduciendo su propagación dentro de la cadena alimentaria. En el análisis de esas aguas se emplearán dispositivos de bajo coste que apenas generan residuos: un papel especial modificado con tinta de carbono que se introduce en un pequeño lector donde se determina si existen o no contaminantes. "Se puede hacer un análisis descentralizado, in situ, y el dispositivo es fácil de desechar", apunta Fernández Abedul. "Luchamos contra la idea del gasto de investigación; aquí se trata de algo que va en beneficio de todos", indica, por su parte, Carmen Blanco. "Y en este caso trabajamos sobre un bien a cuidar, el agua", añade Fernández Abedul.

Durante las últimas décadas, destaca Delerue, las características geográficas y climáticas, así como la liberación de químicos artificiales, han llevado a una pérdida de calidad del líquido elemento. Esto crea una gran necesidad de reutilización de este recurso en situaciones cada vez más frecuentes, como en la agricultura. Las plantas de tratamiento de aguas residuales (EDAR) son cruciales para ello, pero uno de los principales desafíos que restringe su reutilización es la presencia de contaminantes emergentes, ya que generalmente no se manejan adecuadamente con las tecnologías de tratamiento convencionales y requieren de otras soluciones. "En las estaciones de depuración no están preparados para controlar la presencia de fármacos", subraya Delerue, investigadora en el Politécnico de Oporto, donde de forma previa a este proyecto ya habían tenido oportunidad de comprobar la presencia elevada de Ibuprofeno en las aguas de una zona de alta ocupación turística en Portugal. También detectaron en otro estudio en el país luso, un gran pico de contaminantes por fármacos en aguas residuales, entre las siete y las ocho de la mañana, coincidiendo con la primera orina del día. "Normalmente nos viene a la cabeza la presencia de fertilizantes en los cultivos pero no pensamos en fármacos", añade.

Estefanía Costa Rama, que leyó su tesis doctoral en la Universidad de Oviedo el año pasado y ahora se encuentra realizando una estancia postdoctoral en Oporto, es una de las jóvenes doctoras que participan en el proyecto. Estará tres meses con el grupo de investigación, en la Facultad de Química de Oviedo. Si bien podría desarrollarse alguna patente para la etapa posterior a la detección de los fármacos, en la extracción de los mismos, Costa Rama descarta que sea uno de los objetivos prioritarios. El hecho de contar con dispositivos portátiles, recalca, es una de las grandes ventajas. "Hoy se habla ya de resistencia a antibióticos por el consumo humano y en animales pero también podría tener que ver con la presencia en el agua. Si generamos esa resistencia volveremos a épocas de antes de la penicilina", detalla la joven investigadora. En algún caso, la presencia de fármacos se ha detectado ya en el nacimiento de un cauce fluvial, agrega Cristina Delerue.

Los socios científicos del consorcio y las pymes especializadas en el tratamiento de aguas residuales que se integran en el proyecto "Rewater" desarrollarán a lo largo de los próximos tres años un trabajo multidisciplinar que incluirá mejoras o nuevos desarrollos en el uso de biosensores para la detección rápida de microcontaminantes y sus correspondientes metabolitos. Entre los nueve grupos del consorcio-incluido dentro de la convocatoria JPI la red EraNet- se encuentran investigadores de Rumanía, Suecia, Portugal y España. Y ha sido España el único país que no realiza aportación económica alguna pese a contar con calificaciones excelentes de los evaluadores europeos. "Estamos comprometidos pero sin dinero", confirman las investigadoras de la Universidad de Oviedo, una situación inédita e impensable en cualquier consorcio de ámbito comunitario donde todos los países de origen realizan su aportación. Las universidades de Oviedo y Vigo pedían para el proyecto unos 200.000 euros y aunque el Ministerio está comprometido con la convocatoria, no ha realizado ninguna contribución. La buena voluntad del resto de los socios y el compromiso de los investigadores con la iniciativa les ha permitido salir adelante. "En España no existe ni programación en las convocatorias que salen de proyectos de investigación", lamenta Carmen Blanco. En Portugal, sin embargo, el Estado otorga una asignación anual a cada grupo de investigación en función de su calificación. Sin duda, otro forma de hacer Ciencia. "Es una frustración cuando no se consiguen fondos", concluye Delerue.

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