Manuela Sánchez y Manolo Segura son del Sur, pero necesitan el Norte de vez en cuando. Vinieron a Oviedo en los ochenta y ayer andaban por la plaza de la Catedral de Oviedo recordando. "Qué diferente lo encontramos todo, cómo ha cambiado la ciudad, qué bonita, qué limpia, da gusto ver el casco antiguo", aseguran. Pero lo que no ha cambiado es una cosa "lo bien que se come, las fabes, el cachopo. Eso nunca falla. En realidad que llueva o no nos da igual", dice el matrimonio, que anda con un mapa en la mano buscando la Calle Uría.

Anda estos días Oviedo lleno de turistas y eso se nota, se escuchan acentos del Sur, andaluces, extremeños y no hace falta buscar mucho para dar con el turista que se muestra amable para salir en el periódico, porque oye, siempre hace ilusión. Desde Sevilla y "con el chaquetón en la mano ¡quién nos lo iba a decir!" y todavía con el recuerdo de "les fabes que comimos ayer en Gijón, y qué buenas" pasean Belén Cerguera y su marido Ramón Garrido, que reconoce que bien podría venirse a vivir a Oviedo. "lo que pasa que me faltan los chicharrones". Pero la ciudad les tiene fascinados. "La catedral, las calles, la limpieza, nunca hemos visto una ciudad tan limpia, estamos encantados". Cerca de La Regenta, que esta mañana hay cola para hacerse foto con la musa de Clarín, Ana Correa ha traído a su chico a conocer la ciudad. Ella se enamoró de Oviedo hace tiempo, y ya tiene su grupo de amigos aquí. "Esta ciudad tiene un encanto especial, aquí se respira bien, nada que ver con Madrid y quería que Paco la conociese. Ahora tengo que llevarle a comer cahopo y tortos con picadillo, que son una delicia". Paco Arjona, su novio dice a todo que sí, porque de momento "todo lo que he visto me ha encantado".

Y es que Oviedo tiene ese algo especial, ese encanto que les hace volver a Manuela y Manolo treinta y pico años después volver, que consigue que un sevillano pudiera vivir aquí que hace que Paco Arjona siempre diga sí.