Día 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada. En este mes y día del año 1854 el Papa Pío IX definía el dogma de la Inmaculada Concepción de María, cuya doctrina exponía el Pontífice en la bula Inefabilis.

El abate francés Sire tuvo la idea de traducir el texto dogmático a la mayoría de las lenguas para enviárselo al Pontífice.

Las traducciones fueron encomendadas a las personas más versadas en la literatura de su país y refrendadas con la firma de los respectivos obispos.

La traducción de la lengua asturiana fue encomendada a don Manuel Fernández de Castro, profesor y director espiritual del Seminario Conciliar de Oviedo, excelente catequista, sacerdote versado y piadoso, ya notable por sus escritos en lengua asturiana, que murió siendo obispo de Mondoñedo.

"España, tan rica en la variedad de sus lenguas como en usos y costumbres, estaba representada además de la traducción castellana por tres secciones de lenguas: íberas: vascuence de Vizcaya, Álava, Guipúzcoa y Navarra; celtibéricas del Mediterráneo: catalán, valenciano y mallorquín; celtibéricas del océano: bable o asturiano, gallego y portugués".

Las esmeradas traducciones, contenidas en un tomo profusamente adornado, y a cuyo coste contribuyó la reina Isabel II, se encuentran en la Biblioteca Vaticana.

En la actualidad, todas estas lenguas están protegidas y son cooficiales en sus respectivas comunidades autónomas, menos la lengua asturiana, a la que también la Iglesia diocesana ha excluido.