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Una iniciativa pionera para asentar población en el campo

Asturias premia con 25.000 euros a jóvenes que abren su negocio en la zona rural

La medida, compatible con otras ayudas, beneficia a 115 emprendedores, la mayoría universitarios, que deberán mantener la actividad durante cinco años

Zona rural en el concejo de Castrillón. RICARDO SOLÍS

Crear tejido productivo en las áreas rurales con actividades no agrarias para jóvenes en paro que acrediten tres meses de desempleo. Éste es el proyecto innovador al que se han incorporado los 115 emprendedores, en su mayoría universitarios, que en el último año se han beneficiado del llamado "ticket rural del autónomo". La medida, incluida desde hace años en los reglamentos europeos, que por asombroso que parezca Asturias aplica por primera vez en España, contempla una ayuda de 25.000 euros en tres años, destinados a financiar gastos de instalación y a cubrir el salario mínimo.

No es una fortuna, pero supone un empujón importante para que profesionales que quieren instalarse en un pueblo consigan hacerlo sin pasar demasiadas estrecheces. Así lo considera Jesús Casas, director general de Desarrollo Rural del Principado, valedor de un proyecto que echó a andar en el verano de 2016 y que gestionan los once grupos de acción local de la Red Asturiana de Desarrollo Rural que preside Belarmino Fernández.

Este original pasaje al medio rural a través de una actividad "urbana" supone buscar la cuadratura del círculo para un campo despoblado que persigue reducir diferencias de calidad de vida con la ciudad.

Ahora Jesús Casas "vende" la experiencia asturiana a comunidades como Andalucía y Cantabria que se han mostrado interesadas en aplicarla. En países como Francia sí saben de las bondades de un incentivo que también guarda ciertas excepciones. Por ejemplo, en el Principado están excluidas actividades relacionadas con el juego (sería inviable montar un casino), o inmobiliarias. Sí se aceptan academias, clínicas, peluquerías y, en general, todo aquello que cree riqueza y preste un servicio a los habitantes de los pueblos.

El perfil del beneficiario es el de un titulado universitario que quiere iniciar su actividad económica rodeado de prados, en un sector ajeno a la agricultura y la ganadería. Pueden ser residentes de la zona o de la ciudad y no están obligados a vivir en el lugar en el que implantan su negocio, aunque sí a mantener allí su actividad económica al menos durante cinco años. Farmacéuticos, enfermeros, filólogos son algunos de los profesionales que se han acogido a un proyecto que enlaza con la filosofía de moda en países como Estados Unidos, donde existe actualmente una oleada de universitarios que regresan al campo, aunque en este caso para dedicarse a tareas agrícolas, también con el apoyo del Gobierno.

"En el medio rural no sólo debe desarrollarse actividad agraria; vivimos obsesionados con ella y no debe ser así", resalta Jesús Casas. El apoyo a los jóvenes no agrarios es la única medida de desarrollo rural que no figura en el PDR (el plan de desarrollo rural que rige los proyectos financiados con cargo a fondos europeos hasta 2020), ya que se incorporó posteriormente. Se introdujo a través de los grupos de acción local, que han ejercido una potestad que también les concede la normativa europea. En estos momentos es la medida más solicitada de las financiadas por el Feader, sólo por detrás de la destinada a diversificación económica.

El presupuesto del "ticket" forma parte de las partidas del programa "Leader", que en 2018 contarán con 14 millones de euros ampliables a 20. "La medida va a más y estamos pensando en poner más dinero", confirma Casas.

El siguiente paso será comprobar la evolución de los proyectos y su permanencia. El tiempo lo dirá.

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