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Me quedo en el pueblo | Yerbo

Y Pablo volvió a casa

Un joven tinetense se hace cargo de la empresa familiar de siembra y venta de faba asturiana IGP e inventa una máquina para mayar el producto de forma rápida y cómoda

Pablo Álvarez, en el tractor junto a la máquina que inventó para mayar las fabas.

Pablo Álvarez Fernández volvió a casa para quedarse tras trabajar por medio mundo, con la intención de ponerse al frente del negocio familiar en el pueblo de Yerbo (Tineo), dedicado al cultivo y venta de faba asturiana IGP y también de verdinas. Pero él ha vuelto con ideas nuevas. Con una visión que le permite vivir en y del campo adaptando sus conocimientos a las nuevas necesidades, entendiendo que en el mundo rural en pleno siglo XXI no se puede vivir como lo hicieron sus abuelos o inclusive sus padres, y que los conocimientos adquiridos y el cambio que ha experimentado el mundo rural en los últimos años hacen necesario entender la agricultura y la ganadería desde otras perspectivas, sin olvidar por ello lo aprendido de forma tradicional.

"Estudié la EGB en Navelgas y en Gijón me diplomé en Ciencias Empresariales. Por motivos de trabajo viajé tanto por España como por el extranjero. Estuve trabajando en montaje de centrales térmicas en Marsella, Nottingham (Inglaterra) y dos años en Venezuela. La verdad, ya estaba harto de andar tirado por medio mundo. Coincidió además en el tiempo que conocí a quien hoy es mi mujer y me volví definitivamente a Asturias y a mi pueblo a hacer lo que quería hacer: plantar fabas y venderlas. Siempre pensé dedicarme a ello y en ello invertí todo lo ahorrado", afirma Pablo Álvarez. Eso sí, él volvió al campo con ideas novedosas que a día de hoy le han sido útiles y productivas.

"Lo primero que hice fue una innovación en el entutorado con perfiles de acero permanentes en las cabeceras de las fincas. Luego les pongo los cables y entre ellos coloco las mallas. Yo recojo la faba IGP de Asturias a finales de septiembre, mientras que las verdinas las recojo en agosto". Desde hace dos años está al frente de la empresa de fabas Casa Gómez, que vende tanto en Asturias como en otras parte de España y en el extranjero. Su producción de este año ha sido de 4.000 kilos de fabas asturias IGP y 800 kilos de verdinas.

Construyó un amplio secadero "para colgar las fabas a secar. En estos valles hay mucha humedad y no se pueden colocar en el suelo". Otra de sus innovaciones fue la creación de una máquina "mayadora de fabas. Inventé la mayadora hace tiempo y estoy muy contento con el resultado. Esta máquina te procesa la planta entera con la red de entutorar, los tallos y todo. Sale la faba más o menos limpia, el trabajo es más rápido y menos laborioso", afirma.

Pablo Álvarez cree que el campo necesita cambiar su mentalidad para poder tener futuro y evitar tanto despoblamiento. "Yo tengo dos hectáreas y media sembradas y me permite vivir bien, sin lujos, pero vivir de ello, ya está. No quiero esclavizarme con más trabajo del que puedo afrontar. Yo he vuelto al campo porque lo conocí de niño y me crié en él. Cuando tras viajar por medio mundo decidí que quería volver y dedicarme a las fabas, ya sabía a dónde regresaba y lo que implicaba. Me siento satisfecho de haberlo hecho", señala este joven, que además ha restaurado el molino de su abuelo, un molino que ha vuelto a funcionar gracias a la querencia de su nieto.

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