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Certificar una muerte puede ser difícil en ciertas situaciones, sostienen los especialistas

Los expertos se extrañan de los "tres fallos en cadena" en el caso del hombre dado por muerto en la cárcel de Asturias y se preguntan si se hizo un electro

Diagnosticar que una persona está muerta suele resultar sencillo para un médico. Sin embargo, fuera de un hospital, y careciendo de ciertos aparatos, existen circunstancias en las que esta determinación puede complicarse. En estas situaciones, "todos hemos tenido dudas alguna vez", subrayan los médicos consultados por LA NUEVA ESPAÑA en relación al supuesto fallecimiento de un interno del Centro Penitenciario de Asturias que más tarde, cuando ya estaba en la mesa de autopsias, comenzó a dar señales evidentes de que estaba vivo.

Según estos especialistas, pueden ser fuentes de confusión factores como que el médico carezca de la posibilidad de realizar un electrocardiograma, o que el paciente haya consumido sustancias estupefacientes o sufra una hipotermia. Los citados expertos señalan que "lo raro" es que se produzca un fallo en cadena de dos o tres médicos, como ha sucedido en el caso de Gonzalo Montoya Jiménez. "Algo ha fallado", dictaminan. Y se preguntan si al hombre se le practicó un electro en las propias dependencias de la prisión.

La doctora María José Villanueva Ordóñez, médica de la UVI móvil de Avilés, ha sido testiga de numerosas muertes. "El diagnóstico de muerte pasa por detectar ausencia de signos vitales, fundamentalmente respiración y pulso", explica. Si el paciente tiene una respiración extremadamente superficial y lenta -situación que puede estar originada por una intoxicación por opiáceos, barbitúricos o cualquier depresor del sistema nervioso central, o por una hipotermia severa, o una sepsis...-, "puede resultar muy difícil valorar la presencia o ausencia de estos signos". Por ejemplo, en situaciones así "la palpación de pulso es extremadamente complicada", indica la doctora Villanueva. La prueba más definitiva consiste en realizar un electrocardiograma "para verificar ausencia de actividad eléctrica del corazón".

José María Quiroga, especialista de la UCI del Hospital de Cabueñes, de Gijón, también atesora una amplia experiencia. "En una UCI, todos los pacientes están monitorizados, y el cese de la actividad cardiaca puede verse en el monitor", asevera. Además, corrobora lo dicho por la doctora Villanueva: "A todos los ingresados en el hospital se les hace un registro de electrocardiograma para tener esa evidencia de que ha cesado la actividad cardiaca de una forma irreversible". Y es que, advierte el intensivista gijonés, "un pulso muy débil puede ser confundido con la ausencia total de pulso". También la respiración puede ser "tan superficial que la simple observación, e incluso la auscultación, lleven a pensar que ha cesado". En ese supuesto, "sólo si dispusiéramos de un medidor de dióxido de carbono en aire espirado podríamos confirmar con seguridad este cese", indica el doctor Quiroga. En cuanto al cese de la actividad cerebral, "sólo un electroencefalograma plano nos aseguraría que esta función vital está abolida". De todo lo comentado, concluye José María Quiroga, "lo más sencillo en una prisión es disponer de un electrocardiograma", dado que "si no hay actividad cardíaca, y no se procede a realizar maniobras de reanimación cardiopulmonar, está claro que en unos minutos se producirá la muerte". "La pregunta es si se le hizo ese electrocardiograma", indica el intensivista. "Lo llamativo es que hubiera de por medio tres médicos", apostilla.

Pablo Herrero, médico del servicio de Urgencias del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), se muestra de acuerdo en que "estando en un hospital, todo es más fácil". En esas circunstancias, agrega, "conoces la trayectoria del paciente y resulta más sencillo adoptar las medidas oportunas para determinar si el paciente ha fallecido." En un hospital se somete al paciente a una monitorización del ritmo cardíaco. "Si no tiene ritmo, está claro que está muerto", señala el doctor Herrero.

No obstante, en algunas circunstancias las cosas no están tan claras. "Si una persona llega sin conocimiento, y no sabes qué le ha sucedido, lo primero es comprobar si respira o no, y comprobar el pulso. Puede darse el caso de que esté en parada cardiorrespiratoria. En ese caso, empiezas a reanimarlo hasta que recupera el pulso. Si tras 25 o 30 minutos de reanimación avanzada no lo recupera, es que ha fallecido", relata el especialista en Urgencias.

Hay algunas situaciones, como una hipotermia o una intoxicación por opiáceos, en las que el corazón va muy lento y la respiración puede ser tan lenta que resulte imperceptible. "En esos casos, puede producirse una apnea y que esté un minuto o minuto y pico sin respirar", expone Pablo Herrero, quien apostilla que "todos los médicos hemos tenido dudas sobre algún paciente". El especialista evoca un caso curioso acontecido en el viejo HUCA: "Una señora estaba velando a su marido en la zona de mortuorios y oyó unos ruidos dentro de la caja. Nos avisó de que estaba vivo. Fuimos allí y comprobamos que emitía algunos ruidos, pero que estaba muerto".

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