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Los funcionarios cifran en 25 las sobredosis en la prisión de Asturias en el último año

La droga entra en la cárcel en los vis a vis y a través de los presos de permiso | El recluso "resucitado" continúa en la UCI

José Carlos Montoya muestra una foto de su hijo. IRMA COLLÍN

El caso Gonzalo Montoya, el recluso al que se dio por muerto tras sufrir una sobredosis de barbitúricos y otras drogas (consumía cocaína, heroína, hachís y metadona) y que "resucitó" el domingo en la morgue cuando iban a hacerle la autopsia, es insólito por el hecho de que tres facultativos certificasen erróneamente su fallecimiento. Pero en realidad, los casos de sobredosis son el pan de cada día en prisión. Hasta 25 episodios de este tipo se han producido en el último año, algunos enmascarados como intoxicaciones, según los funcionarios.

Desde que comenzó el deterioro -hay quien dice que propiciado por la propia dirección e Instituciones Penitenciarias- del modelo UTE, el problema de la droga se ha disparado. En algunos módulos, como el 7 y el 8, los más peligrosos, la circulación de estupefacientes es habitual, según los funcionarios, a lo que se une el desacertado sistema de reparto de la medicación los fines de semanas, que hace que los presos acumulen una gran cantidad de pastillas, lo que invita al "trapicheo" o a la ingesta masiva.

Los funcionarios tratan de frenar la entrada de droga, pero no siempre se detecta. La entrada suele realizarse a través de algún familiar, sobre todo esposas o compañeras de los presos, que esconden la droga en un preservativo u otro envoltorio introducido en la vagina. El intercambio se realiza en el vis a vis. El preso esconde entonces la droga en el recto y así llega a su celda. Los presos de permiso también cuelan sustancias, introducidas en el recto -lo que se conoce como "empetado"- o con medios más "sofisticados", como zapatillas de deporte o cinturones con escondrijos. Los funcionarios no pueden cachear a los presos o hacerles una radiografía para descubrir la droga alegremente. Tiene que haber sospechas, a través de un chivatazo o una actitud nerviosa de los reclusos.

El diputado regional de IU Gaspar Llamazares aseguró ayer que el caso del preso "resucitado" resume el deterioro de la cárcel ante "la pasividad escandalosa de Instituciones Penitenciarias". Llamazares ha preguntado al Gobierno regional sobre los pasos que está dando para revertir la actual situación, provocada, según cree, por "el desmantelamiento de la UTE, lo que ha causado la generalización del mercado de la droga en la cárcel y sus secuelas de incidentes, sobredosis y muerte". El último incidente se produjo el pasado sábado, cuando dos grupos de gitanos y magrebíes se enfrentaron con navajas y "pinchos". Cinco de los internos terminaron en aislamiento.

En la cárcel continúa la investigación del caso, con el interrogatorio de los funcionarios y el personal médico que certificó la muerte. Montoya sigue en la UCI del HUCA, en estado grave. Se le ha seguido extrayendo líquido. Sufre una grave infección pulmonar. Según su tío, Luis Manuel Montoya, lo tienen sedado. "Despierta, habla un minuto y vuelve a dormirse", indicó. El abogado de la familia, Luis Tuero, pedirá una investigación independiente para aclarar lo ocurrido, y como ya adelantó a LA NUEVA ESPAÑA, podría pedir una indemnización a la Administración.

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