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GUILLERMO VALCÁRCEL | Indaga en un 'thriller' sobre la crueldad de las maras y las redes de tráfico de personas

"Estados Unidos ha experimentado hasta con seres humanos en Sudamérica"

"Los pandilleros deportados de Los Ángeles reforzaron las maras"

Guillermo Valcárcel G. Kowalsky

Guillermo Valcárcel (Madrid, 1974), arquitecto técnico reconvertido en escritor de éxito con "La ola que arrasó España", un viaje atroz a los años del ladrillo, se adentra ahora en el "thriller" con la novela "Sombras que cruzan América" (Harper Collins) sobre la dura realidad de Centroamérica, asolada por un inquietante popurrí de pobreza extrema, violentos pandilleros agrupados en maras, redes criminales dedicadas al tráfico de personas y el apoyo a las dictaduras de los nazis huidos de Europa. Decidido a cumplir su sueño de convertirse en director de cine, Valcárcel reside desde hace cinco años en Costa Rica, desde donde observa con esperanza la creciente colonización cultural que llevan a cabo los latinos en Estados Unidos, un país que ha pasado de avergonzarse del español ha disfrutar de la música y las letras hispanas del descarado reguetón.

-"Sombras que cruzan América" es una novela inquietante. ¿Hasta qué punto retrata una realidad?

-El libro trata sobre la realidad de las maras, sobre todo, en Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua. Son países con mucha personalidad, pero están opacados por la atención internacional que absorben México y Colombia. Por esta región pasa la droga que llega a Estados Unidos, y eso marca.

-¿Es aún más terrible la realidad que la ficción que usted describe?

-Por supuesto que sí. El personaje principal de mi libro trata con las maras cuando en la realidad quien se adentra en una de estas bandas no suele durar ni dos días vivo. La mara tiene un comportamiento violento en el libro, pero muestra una mínima capacidad de reflexión, inexistente en la vida real.

-¿De dónde surgen las maras?

-En realidad no surgen en Centroamérica, cuyos países estaban asolados en la década de 1980 por las guerras civiles, excepto Costa Rica y Panamá. Entre las décadas de 1970 y 1980 se produjo una huida de centroamericanos a ciudades como Los Ángeles. Fue una crisis de refugiados como la que sufrimos ahora. Algunos de estos niños que llegaron a Estados Unidos con sus padres comenzaron a formar bandas que evolucionaron hacia una violencia extrema en organizaciones como la de los Salvatruchas, fundada por salvadoreños. Todo empeoró cuando esa violencia se unió al negocio del narcotráfico y a principios de 1990 Estados Unidos decidió plantar cara a ese problema.

-¿Qué hizo Estados Unidos?

-La Administración Clinton deportó a sus países de origen a miles de esos chicos que aterrizaron en lugares en los que no tenían arraigo y sin tan siquiera hablar español. Las maras se reforzaron entonces con nuevas adhesiones de jóvenes que vivían en la marginalidad. Los deportados se convirtieron en los ejemplos a seguir por esos niños huérfanos o excluidos de una estructura familiar y social.

-Quizá vean en la mara la familia que ansían.

-Desde luego. No es que renuncien a la sociedad ni que enarbolen la bandera de un romanticismo idealizado, sino que ya están acostumbrados a vivir en la violencia tras sufrir ellos y sus padres todo tipo de atrocidades.

-¿Qué hacen las maras con los niños que caen en su poder?

-Los niños entran en la mara como antes se accedía a la mafia, y la convierten, como le decía, en su familia, en su tribu con sus ritos de iniciación. Son peones de los líderes de la mara.

-¿Cuál es el papel de la mujer en las maras?

-Se integran como novias de los chicos o como soldados de pleno derecho. Ellas suelen salir peor paradas.

-Hábleme de esos ritos de iniciación.

-Los niños tienen que soportar una paliza de otros miembros de la mara durante un tiempo estipulado.

-¿Y las chicas?

-Son sometidas a agresiones sexuales por miembros de la mara también durante un tiempo fijado.

-¿Son estas bandas criminales un fenómeno principalmente centroamericano?

-Las maras, sí, pero existen también otro tipo de bandas igual de criminales por la zona. Son pandilleros que se apropian de sus países para subyugarlos bajo sus botas.

-¿Es Centroamérica una de las zonas más violentas del mundo?

-Sí. América es en general más violenta que Europa porque es más joven y aún está formándose y construyendo sus mitos y cultura. Nosotros importamos muchos de esos comportamientos y nos rejuvenecemos con ellos. Centroamérica ha sido el patio trasero de Estados Unidos, que no ha dudado en hacer todo tipo de experimentos hasta con seres humanos de esos países. Lo bueno es que ahora Latinoamérica está protagonizando un proceso de colonización cultural de Estados Unidos.

-¿Cómo es eso?

-Antes hablar español en Estados Unidos estaba mal visto y los oligarcas sudamericanos procuraban hablar en inglés. Ahora, hasta las clases altas norteamericana bailan y cantan con orgullo hispano el reguetón, y eso asusta a los que temen el mestizaje y explica en cierta medida la victoria de Trump en las elecciones.

-¿Cómo utilizaron las dictaduras a los militares y políticos nazis huidos de la Segunda Guerra Mundial que encontraron refugio en el Cono Sur americano?

-Se utilizaron mutuamente. El fascismo y el nazismo eran vistos por las oligarquías sudamericanas como movimientos modernos y atractivos y abrieron sus puertas a aquellos criminales nazis que huyeron de Europa tras la II Guerra Mundial. Los alemanes, por su parte, colaboraron con su dinero en el establecimiento de dictaduras que imitaron patrones suyos.

-¿Qué hacen colonias supuestamente idílicas de alemanes en Sudamérica?

-Desde el siglo XIX se asentaron en Sudamérica colonias alemanas que sólo hablaban alemán. Sirvieron de refugio para esos nazis huidos que después las convirtieron en lugares de detención ilegal para apoyar a las dictaduras.

-Se refiere en su libro también al tráfico de personas, ¿cómo se combate esa lacra?

-Tratan de hacerlo los gobiernos, pero con poco éxito, y existen grupos de voluntarios que intentan frenar ese tráfico de mujeres y niños del que se lucran los criminales.

-¿Tiene testimonios concretos de víctimas que han sufrido la compraventa de seres humanos?

-He hablado con alguna niña que más que secuestrada fue engañada para salir de la casa de sus padres y acabar en un prostíbulo. Tanto a las mujeres como a los niños los venden para explotarlos sexualmente.

-¿Qué papel juegan los "coyotes"?

-Cobran dinerales por ayudar a la gente a traspasar fronteras. Los "coyotes" son otra versión de ese tráfico de personas.

-¿Son las maras redes de prostitución?

- No, son estructuras paramilitares de extorsión.

-A España llegan ahora oleadas de latinoamericanos que huyen de la inestabilidad de ciertos países de la zona, ¿intentan esos grupos violentos instalarse aquí?

-Como todos los grupos criminales, su intención es siempre expandirse y de hecho esa expansión es ya una seria preocupación en Estados Unidos. Una cosa es que aspiren a asentarse en España y otra muy distinta que puedan hacerlo porque en nuestro país no existe de momento ni la desestructuración social ni tanta injusticia como para que esas bandas se impongan.

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