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PEDRO SÁNCHEZ LAZO | Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad de Oviedo | MIGUEL PRADO RODRÍGUEZ | Investigador posdoctoral en la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard

Lazo: "Hay que realizar un esfuerzo para transmitir lo aprendido en el laboratorio"

Prado: "En EE UU no hay competidores, sino potenciales colaboradores"

Pedro Sánchez Lazo, de pie, y Miguel Prado, en las instalaciones de LA NUEVA ESPAÑA. LUISMA MURIAS

"Lo que aprendí de mi maestro [el catedrático de Bioquímica y Biología Molecular Pedro Sánchez Lazo] lo aplico ahora en el laboratorio a otros problemas". Quien así habla es Miguel Prado, investigador posdoctoral en el departamento de Biología Celular de Harvard Medical School. Logró dar el salto a Estados Unidos gracias, como él mismo explica, a la "persistencia" de Sánchez Lazo. Eso le dio acceso a trabajar mediante técnicas proteómicas (estudio de las proteínas) en investigaciones sobre esclerosis lateral amiotrófica y anemias. Durante dos años les dijeron que el laboratorio al que quería ir en Boston estaba ocupado. No había plazas. Pero un correo inesperado con un "ahora sí" le hizo cumplir con la dinámica habitual del grupo de Oviedo. "Aquí la norma es irse", reconoce Sánchez Lazo. Esa etapa en el exterior también la vivió el maestro. Licenciado y doctor por la Universidad de Salamanca, donde trabajó bajo la dirección de Julio Rodríguez Villanueva, toda la actividad investigadora de Sánchez Lazo está relacionada con los mecanismos de regulación del crecimiento y la muerte celular, trabajos que ha desarrollado en las universidades de Nueva Jersey, Boston, Birmingham, Washington y en el MD Anderson Cancer Center de Houston (Texas).

"Siempre me llamó la atención el tema de la proteómica, y Pedro nos ayudó mucho a orientarnos hacia ese campo", subraya Miguel Prado, quien se instaló en Boston hace algo más de cinco años junto a su pareja, Lucía Cabal, también discípula del catedrático de Bioquímica. Los inviernos a más de veinte grados bajo cero y la necesidad de costearse un seguro privado para garantizarse la atención médica compensan todas las enseñanzas que están recibiendo en esta etapa americana. Cuenta el joven discípulo, de 36 años, que los laboratorios de proteómica como en el que está trabajando comienzan a despuntar ahora en Europa. "Aquí, en la Universidad de Oviedo, tenemos un embrión de un servicio de proteómica que coordina Nacho Alonso. Si Miguel tiene opciones de venir es para que ese servicio se amplíe", indica Sánchez Lazo. "Pondría a Oviedo en el mapa", añade el más joven de los dos, "es un campo por explorar más ampliamente en el ámbito comunitario. En Harvard hacemos proteómica y biología molecular para estudiar enfermedades", continúa Prado, "es una metodología que permite analizar miles de problemas de forma sencilla".

Como ejemplo del sistema de investigación estadounidense, el joven señala que "allí están abiertos a colaboraciones con todo el mundo. No hay competidores, sino potenciales colaboradores". En España, sin embargo, "quizás existen más reticencias a ello", remarca Sánchez Lazo, quien al mismo tiempo destaca cómo en Estados Unidos se valora mucho más el doctorado. "Allí la tarjeta de visita pone que eres doctor, aquí no se tiene en cuenta de la misma manera", reflexiona.

Quienes han vivido la experiencia en la "meca" de la investigación americana relatan que las grandes figuras de la Ciencia, los jefes de grupo "son muy accesibles". Y se apuesta mucho por la figura del mentor. "Es una persona que te explica qué te vendría bien o cómo realizar nuevos contactos", detalla Miguel Prado, a diferencia del sistema investigador español. "A nosotros Boston nos recibió con los brazos abiertos; cuando me fui me atraía muchísimo la docencia y ahora me atrae la investigación", continúa diciendo. Su maestro vuelve al asunto del "síndrome del exilio" entre los investigadores. "Hay que salir con mentalidad abierta", expone, "se vuelve porque hay algo que te llena más", pero él reconoce que en todas sus estancias en EE UU siempre halló elementos "para vivir de forma agradable y con unos recursos razonables".

Del momento actual de la Ciencia en España, razona Sánchez Lazo, convendría abandonar la figura del "investigador puro" porque "todo el mundo debe contribuir a enseñar algo. No tiene sentido el investigador puro porque para eso están los instituto de investigación. Igual de nefasto es hacer una Universidad puramente docente; eso sería un 'college'. Lo importante es transmitir lo que se aprende en el laboratorio". En ese contexto realizan una llamada a recuperar "el entusiasmo" de la Universidad española por transmitir el conocimiento que se genera en ella. "Hay que intentar neutralizar la parte de convertir la Universidad en un 'college' ", plantea el catedrático de Bioquímica al tiempo que recuerda cómo en Harvard y en el MIT es habitual que los investigadores de mayor experiencia impartan una parte de una asignatura general.

Al final, sentencia el más joven, "salir te hace darte cuenta de lo bueno y de lo malo. También existen muchas cosas en las que España es más avanzada. No es tan mal país ni se vive tan mal". Existe, eso sí, una clara diferencia con respecto a su maestro en las posibilidades de proyección de su carrera académica. Sánchez Lazo era catedrático con 36 años. Su discípulo, ahora en esa misma edad, es investigador posdoctoral. Si volviera a España tendría que plantearse entrar en el complicado sistema de acreditación de la Agencia Nacional de Evaluación (ANECA), donde antes de los 40 años se hace casi imposible alcanzar la titularidad.

El joven Miguel Prado apunta alto y, si es posible, le gustaría regresar por la puerta grande. Ya se ha planteado presentar un proyecto al Consejo Europeo de Investigación (ERC), del que el joven físico Pablo Alonso obtuvo una ayuda de un millón y medio de euros hace algo más de un año para un proyecto sobre nanoóptica. "Sin una ayuda del ERC o un contrato 'Ramón y Cajal' parece que no hay opciones para poner tu propio laboratorio", se lamenta Prado, quien no pierde la esperanza de lograr ese objetivo.

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