En el 2012, 23 años después del rescate de las osas "Paca" y "Tola", y cuando la salud de ésta última comenzaba ya a resentirse, LA NUEVA ESPAÑA reunía ante el cercado de Santo Adriano a dos de los cinco guardias civiles del Seprona que participaron en un operativo que obtuvo gran resonancia: el rescate en 1989 de dos oseznos después de que un cazador matase a su madre. En el reportaje hablan Francisco Merchán y el capitán Marcos Bello, que seguían en 2012 destinados en Asturias. El entonces capitán López Rico, también integrante de aquel equipo, trabajaba ya en Villalba (Lugo).

Así se recordaba en aquel reportaje -que recuperamos coincidienco con la muerte de Tola- el triste origen de estas dos osas, símbolos de Asturias y de la lucha contra la caza furtiva:

En aquel ya lejano 1989, López Rico, fundador del Seprona en Asturias, era cabo de la Guardia Civil. Desde Villalba, y a pesar de los años transcurridos, recuerda perfectamente cómo se fraguó el rescate de las dos osas, entonces de cinco meses de edad, a quienes un furtivo había dejado huérfanas. "Por comentarios, me llegó la noticia de que alguien escondía en su casa dos crías de oso y ahí comenzaron 25 días de conversaciones secretas, ya que sólo yo sabía del asunto, para que me entregaran a las crías, ya que mi único objetivo era sacarlas con vida", explica.Añade el capitán que, después de una dura negociación con una persona a la que prefiere no identificar, llegó a un acuerdo para que le entregara los animales. Era el 9 de junio. La operación iba a ser digna de Hollywood: "Quedamos a las once de la mañana en medio del monte. En ese momento, mi superior ya estaba enterado del asunto y no estaba muy de acuerdo, porque, según el acuerdo, tenía que acudir yo solo. Entonces, para que no me mandaran retirarme, decidí apagar las emisoras", rememora. Aquel plan fracasó inicialmente porque, en ese mismo lugar y a esa misma hora, un coche se despeñó y cayó justo en el sitio acordado para la entrega, que, en consecuencia, quedó pospuesta hasta última hora de la tarde.Y llegó el momento, en algún lugar de la carretera entre Tineo y Navelgas, la AS218. "Me pusieron a las osas en los brazos, como cuando coges a un cachorro de perro, y las metí en el maletero del coche camuflado de la Guardia Civil que llevaba", explica el capitán Rico. Con el objetivo cumplido, arrancó camino del cuartel de Tineo, al que avisó por radio de lo que llevaba en el maletero. "En el viaje, ¡las oseznas destrozaron toda la tapicería del coche!", apunta Rico. "Cuando llegué, los compañeros ya tenían preparado un lugar para guardar a las osas. Hubo un gran revuelo. Los guardias les trajeron botes de miel que ellas chupaban de sus manos, fueron unos momentos muy bonitos", apunta Rico. "Las alimentamos con biberones de maicena y cualquier cosa dulce también les gustaba", añade. A partir de ese momento, entraron en acción otros guardias, que trabajaron de forma incansable para esclarecer qué había pasado con las osas y con su madre. En Santo Adriano, Francisco Merchán, junto con el capitán de Oviedo Marcos Bello, recuerda cómo se organizó el dispositivo que permitió detener a dos de los culpables de la muerte de la madre de las dos hermanas."Antes de que Rico las recogiera en el monte, las osas estaban escondidas en una caja de cartón en el desván de una casa particular", apunta. "Hicimos un montón de registros en varios pueblos de Cangas del Narcea, donde encontramos de todo, desde pieles de oso pasando por explosivos, hasta urogallos disecados que algún vecino sacaba corriendo por la parte de atrás de la casa para que nosotros no los viésemos", rememora Merchán. En uno de estos registros los agentes encontraron la piel de la madre de "Paca" y "Tola", agujereada por un disparo.Nunca se pudo saber con certeza los pasos que dio el cazador furtivo que acabó con la osa, aunque la Guardia Civil, en aquel entonces, barajó dos teorías que nunca se lograron probar. "Creíamos que un guarda de la mina, un día por la mañana, cuando iba a trabajar, vio al oso y le disparó; siguió camino hacia el puesto de trabajo y cuando volvió por la tarde se encontró con la osa muerta y a las dos crías echadas al lado suyo. Le dio pena y las recogió. Intentó deshacerse de ellas llamando a zoológicos, un circo... Pero nadie las quiso. Luego, por remordimiento o por lo que fuera, buscó la manera de entregarlas», apunta Merchán. La otra opción es que alguien "organizara una cacería furtiva entre cinco o seis cazadores, a los que les salió la osa y le dispararon", señala el capitán de Oviedo. Finalmente, la Guardia Civil detuvo a dos individuos relacionados con esta muerte, «aunque estamos seguros de que nos quedaron unos cuantos más por coger", puntualiza Bello."Por aquel entonces, la pena de cárcel para un delito como éste era prácticamente insignificante. La sanción económica era mucho más importante, pero seguro que el resto de implicados les ayudó a pagar", añade. "Aquel operativo fue tan famoso porque nadie vivo recordaba haber encontrado dos crías de oso pardo en Asturias", señala Bello. Desde que se conoció su historia, las hermanas se convirtieron en un símbolo contra la caza ilegal de animales. "El rescate de las oseznas marcó un antes y un después en la legislación contra el furtivismo. A partir de entonces, se endurecieron mucho las sanciones", añade el guardia. Y apunta Merchán: "Por aquella época, era muy típico por Cangas del Narcea, donde mataron a la osa, organizar cacerías furtivas. Estoy convencido de que no dispararon para sacar provecho de ello, sino por adrenalina y poder decir 'yo maté un oso'". Según el capitán Virgilio López Rico, el Seprona fue y sigue siendo un cuerpo fundamental en la lucha contra el furtivismo en Asturias. "Yo ahora ya no estoy dentro de esta unidad, pero recuerdo que pasábamos muchos días en el monte durmiendo sobre el terreno y que manteníamos una lucha incansable contra los cazadores ilegales".Este mando de la Guardia Civil cree que, ahora, la mentalidad con respecto a la caza ilegal ha cambiado mucho: "Hay mucha más conciencia, aunque estén actuando dentro de la legalidad, ya no son tan exhibicionistas, no van enseñando por ahí las piezas de caza como si fueran trofeos". Echando la vista atrás, López relata, emocionado, lo que trabajó para proteger a los osos. "Los cazadores no eran los peores, los que sí eran y son peligrosos son muchas asociaciones de protección de los animales, ciertos ecologistas y otra serie de fundaciones que son las más interesadas en que el oso siga en peligro de extinción, para poder seguir chupando el dinero de las subvenciones. Estoy seguro de que si hubiera un mago que hiciese que los osos dejaran de estar en peligro de extinción, lo matarían", afirma Rico. Desde que este capitán las dejó en el cuartel de Tineo, "Paca" y "Tola" pasaron por varios puntos de la geografía española, como Cataluña o Cuenca, para ser devueltas en 1996 a su tierra natal. "De donde nunca debieron haber salido", apunta el fundador del Seprona en Asturias. A su regreso, les esperaba una fiesta de bienvenida, cuando llegaron al cercado en el que ahora están."Me invitaron a ésta y a un sinfín de fiestas más de cumpleaños, a las que nunca acepté ir porque me daba mucha rabia la utilización política que se hacía de su imagen", confiesa Rico. "Me despedí de las osas cuando el FAPAS las tuvo recogidas en sus instalaciones de Llanes y no volví a verlas hasta hace tres meses, cuando, por casualidad, pasé por la zona y paré. No me gusta lo que hicieron con ellas, yo no las rescaté para que estén en una jaula, aunque sea de oro". Francisco Merchán, 23 años después, echa una ojeada a "sus nenas", que ya no lo son tanto.Entre risas, comenta: "No sé qué pretendían hacer con el oso 'Furaco', es como intentar que una bisabuela se quede embarazada".