"El amor que le tenía y le tengo...". Roberto García suspira: no sólo ha muerto la "Tola" osa, sino también la "Tola" "hija, amiga y compañera de trabajo". Su cuidador durante 22 años en el cercado de los Valles del Trubia llora la pérdida de uno de los emblemas de la naturaleza de Asturias, junto a su hermana "Paca". García encontró a "Tola" sin vida el jueves por la tarde. "Por la mañana tuve una premonición: 'No sé si este animal se me morirá'. Estaba en postura de hibernación, con el hocico debajo de una axila. Pero no hacía caso. En el control de la tarde ya vi que no se movía, tenía una postura que no me gustaba y el cuerpo no se inflaba con la respiración", relata.

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"Tola", de 29 años, empezó en 2012 con "una leve cojera" y acabó sus últimos días postrada en el cercado a causa de la enfermedad degenerativa que padecía. Tal fue así que incluso se llegó a sopesar la conveniencia de sacrificarla para evitarle el dolor. Finalmente no fue necesario. Hubo "momentos de subidón y de bajón"; picos de evolución que daban pie al optimismo por poco tiempo. "Sentí mucha impotencia estas últimas semanas, porque la veías sufrir, pero no podías arroparla como a una mascota", señala. Ayer su cuerpo fue transportado hasta las instalaciones de Deva del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario de Asturias (Serida), donde se le practicará la necropsia. Los resultados, dirigidos por la investigadora Ana Balseira, no se conocerán hasta la semana que viene, momento en el que se decidirá qué hacer con el cadáver. Al director de la Fundación Oso Asturias, José Tuñón, le gustaría que "volviese a su casa: a Proaza", pero la última palabra la tendrán los especialistas. "No sabemos en qué estado está el cuerpo; es un animal muy viejo. Hay que esperar", expresa.

Ahora la preocupación es "Paca". Es un plantígrado muy anciano -de 29 años también- y ayer estaba "un poco nerviosilla", según indica su cuidador. "Por la mañana salió del iglú en el que estaba hibernando. Normal, vio mucho movimiento. Pero luego se volvió a esconder". Aunque las osas estaban separadas en dos recintos diferentes, García sospecha que "Paca" ya se huele algo. La que sí permanece ajena al revuelo es la joven "Molinera", que lleva hibernando desde el 19 de diciembre en el monte Fernanchín, el cercado más grande, que en su día utilizaron las hermanas.

-¿Con qué se queda de "Tola"?

-Con todas las imágenes que tengo y las experiencias vividas con ella y su hermana. "Paca" siempre fue la mandona y a "Tola" le tocó ser la sumisa del grupo. Me encantaba verla comer, porque disfrutaba mucho, más que su hermana. Le encantaban las chuches: frutos secos, fruta, una latilla de sardinas... Y turrón en Año Nuevo.

-¿Turrón?

-Sí, el turrón lleva miel y almendra. Se le salían los ojos de las órbitas cuando lo comía. Les daba lo que me sobraba en casa.

Roberto García, de 49 años y vecinos de Proaza, no tiene horario. Pasa los días "como un señor con sus vacas o sus ovejas". Pero con osos. "Tola", "Paca", "Molinera" y el macho "Furaco" -el verano pasado fue reubicado en el parque de Cabárceno tras fracasar el plan de cría- "forman parte de mi familia". El cuidador de la Fundación Oso Asturias pide "respeto" para los animales, que "han servido para dinamizar un valle entero de cuatro concejos".

José Félix García Gaona, actual jefe de servicio de cambio climático del Principado y la persona que dirigió el traslado de las osas desde Vic y Cuenca, también tiene una historia que contar. "Se hicieron muchos esfuerzos para que los plantígrados tuvieran la vida que debían tener. Estuvimos un mes buscando a una hembra con crías en Somiedo, que finalmente no encontramos", rememora.

Tras dos intentos nulos de ser trasladadas al parque de Cabárceno y a la reserva de El Hosquillo, en Cuenca, el Fondo para la protección de los animales salvajes (Fapas) llevó a las hermanas en el verano de 1991 al territorio boscoso de Vic, propiedad de la asociación ecologista catalana Birama. Allí estuvieron poco más de un año, ya que un juez cerró las instalaciones. "Las osas nunca tenían que haber salido de Asturias y costó que volvieran", opina García Gaona. En concreto, seis años. Porque después de Vic, vino El Hosquillo (Cuenca), hasta que finalizaron las obras del cercado de los Valles del Trubia, donde llevan instaladas desde el 26 de mayo de 1996.

Los viajes de Vic a Cuenca y de Cuenca a Asturias fueron "complicados", según asegura Gaona. Sobre todo, el primero, en 1992: "La captura no fue fácil. Algo que debió durar diez minutos, nos llevó un día entero. No tuvimos ayuda por parte de la asociación ecologista y hubo que matar moscas a cañonazos. Contratamos una grúa para adosar un jaulón que nos había prestado El Hosquillo a la manga de manejo. Con dos kilos de miel conseguimos atraerlas; vinieron casi a comer de nuestra mano".