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El gran proyecto para el corazón de Asturias

El Principado vira hacia el modelo de gobernanza más "light" para el área central

Infraestructuras rebaja sus planes sobre los poderes del organismo coordinador del eje metropolitano para cortejar a los ayuntamientos

El Principado vira hacia el modelo de gobernanza más "light" para el área central

Un consorcio y un consejo se parecen. En el diccionario pueden incluso llegar a confundirse y a simple vista cuesta distinguir el matiz que separa los dos conceptos, pero sobre esa delgada línea divisoria se sostiene en parte el cambio de estrategia del Gobierno del Principado para tratar de convencer a los ayuntamientos reticentes de lo bueno que sería que todos se sumasen a su proyecto de área metropolitana para el centro de Asturias. Algunos vieron amenazada la integridad de su autonomía municipal, soliviantados por la elección del tipo de instrumento de gobernanza y por la cantidad de poder que tendría el organismo coordinador de este plan pensado para hacer funcionar unos cuantos concejos dispersos como una única ciudad organizada.

El caso es que el día de la presentación de la última versión oficial de sus propósitos para el centro urbano asturiano, el 16 de marzo de 2016, el Principado se decantó por planificar la gobernanza mediante un consorcio que tendría "funciones ejecutivas, de gestión y consultivas", dijo la entonces consejera de Infraestructuras, Belén Fernández, en lugar de optar por la otra opción que también admitía el documento de alternativas encargado por la Consejería y que ella misma calificó de más "light". Sería un "consejo metropolitano" con poderes simplemente "consultivos y de asesoramiento", justo lo que el sucesor de Fernández, Fernando Lastra, ha propuesto al reemprender el cortejo a los municipios en su propósito de revitalizar, "redefinir" y "desbloquear" el área metropolitana.

Sucede que el Principado acaba de decidir que se lanza a despertar un proceso que había vuelto a languideder, y que ahora dice consejo donde empezó diciendo consorcio. La distancia que separa a uno de otro reside en la contundencia de las funciones que se atribuirían al futuro ente coordinador: aquél con más poderes "ejecutivos", incluida la emisión de informes "vinculantes" sobre un amplio ámbito de actuación, éste únicamente "consultivo, de orientación y seguimiento". El matiz es importante por las reticencias que la elección levantó en su día en algunos de los ayuntamientos implicados, inquietos sobre todo por aquella primera mención a las "funciones ejecutivas" que tendría el organismo. Gijón sintió tan menoscabada su autonomía y su grado de participación en la génesis del proyecto que su equipo de gobierno ni siquiera estuvo representado en el solemne acto de presentación de las nuevas directrices el día de marzo de 2016 en el que salieron publicadas en el Boletín Oficial del Principado. Era sólo "propaganda", protestaron.

Así fue como el proyecto nació frustrado por la negativa a colaborar del mayor ayuntamiento de los 29 inicialmente convocados. Ahora, algo menos de dos años y un relevo en la Consejería después, el viraje hacia el consejo es algo más que una rotación semántica. Dan fe las resistencias apaciguadas y las menciones a la autonomía municipal en las razones que ofrecen para dejarse querer los que empezaron el proceso poniéndose en frente. No cambia la composición del órgano coordinador, que en los dos modelos pretende incluir una representación ponderada de las tres instancias administrativas concernidas -ayuntamientos, Principado y Gobierno central-, pero sí su contenido y sobre todo la magnitud de sus poderes. La versión "fuerte" del consorcio, en la que hubo quien quiso ver la amenaza de una invasión de competencias, se reservaba un ámbito de actuación abierto en torno a un catálogo amplio de asuntos. La propuesta de revisión de las directrices no concretaba los poderes, pero sí mencionaba el urbanismo y la posible emisión de "informes vinculantes", el medio ambiente, la gestión del parque público de vivienda del área metropolitana, la planificación de una oferta turística o cultural integrada, la promoción de un cuerpo conjunto de equipamientos públicos o espacios productivos y un largo etcétera pendiente de ser específicamente definido.

Esa era la opción preferida hace casi dos años. En el documento que compendia los nuevos planes de la Consejería no se cita ya sin embargo el consorcio ni se mencionan aquellos posibles poderes "ejecutivos". Ni hablar de informes vinculantes. Se ha cambiado todo eso por la versión más "light" del consejo, de apellido consultivo, y por una promesa explícita y recurrente de respeto a las competencias municipales. El consejo trae consigo, eso sí, la sugerencia de incorporar a Sogepsa como su soporte técnico. Según el Principado, la sociedad mixta de gestión del suelo aportaría su experiencia en la coordinación de grandes proyectos supramunicipales. En el viraje han pesado las dudas de los concejos, pero también una versión extendida entre los expertos en urbanismo que han analizado el caso asturiano: el "ente intermedio" de coordinación de proyectos comunes debía tener funciones exclusivamente consulttivas.

Ahora, además de optar por esa versión menos potente del mecanismo de gobernanza, el Principado propone alterar en algún sentido la hoja de ruta que había trazado para el proceso. En lugar de aprobar unas directrices de ordenación que establecieran el marco general de actuación para un conjunto que se preveía de 29 municipios, el nuevo equipo de la Consejería de Infraestructuras ha optado por dejar ese trámite administrativo para el final. Antes, en un enfoque de naturaleza más "práctica", prescindiendo de entrada de la arquitectura institucional se trataría de hacer ver la utilidad de la ordenación urbanística conjunta del área central mediante la definición de un grupo de proyectos concretos, que se agruparían por bloques temáticos y tendrían que ver con la movilidad o las cercanías ferroviarias, con el planeamiento territorial o los equipamientos culturales y deportivos, con la planificación sanitaria o educativa? Sólo después, una vez palpado el beneficio práctico que puede proporcionar un instrumento tal vez difícil de explicar en la teoría se retomaría el trámite de las directrices.

Esa es la propuesta con la que el Principado va a las reuniones que mantendrá de entrada con los seis grandes ayuntamientos del centro de Asturias. De momento, y después de un primer encuentro informal, Gijón ya no se niega con tanta intensidad como lo hacía. Continuará.

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