El presidente del Principado, el socialista Javier Fernández, proclamó ayer en una conferencia celebrada en Madrid la necesidad de abordar una reforma de la Constitución, pero con dos peros: Primero, que no hay mayoría de consenso que lo permita y, segundo, que no sería acertado impulsar un nuevo modelo financiero que afectase a la esencia de la Constitución sin reformarla. El argumento tenía un aire de paradoja.

Ante unas trescientas personas del mundo de la política y la economía, Javier Fernández no se mordió la lengua a la hora de dejar claro que pocos puentes le quedan con la dirección federal de Pedro Sánchez. "Apenas" habla con el secretario general del PSOE, "hace un par de meses" la última vez, si bien señaló que no es secretario general de la FSA. Y esbozó ironía al referirse al hecho de que a él los sanchistas le cuestionaron por negociar con el PP, pero ahora Sánchez lo hace con Rajoy. "Puede resultar sorprendente, pero a mí me parece bien; no estoy para juzgarlo, sino para intentar comprenderlo". Y más adelante afirmó que "está bien cuando se rectifica y se rectifica en la buena dirección".

Pero el fundamento de la conferencia de Fernández en el Nueva Economía Fórum, donde fue presentado por el exministro y exsecretario general del PSOE Alfredo Pérez Rubalcaba, fue el escenario político ante la reforma constitucional y la nueva y siempre polémica revisión de los dineros de las comunidades autónomas. En plena resaca por la crisis separatista catalana, los retos del Estado sufren las consecuencias. La reforma de la financiación se ve sujeta a las tensiones nacionalistas y a la dicotomía entre optar por un modelo cooperativo u otro competitivo en la relación entre las comunidades. "No quiero que el porvenir de mi tierra se condicione por alianzas coyunturales, por ambiciones a corto plazo, por urgencias financieras de unos o de otros o por compensaciones económicas para apaciguar la pulsión independentista", señaló Fernández.

"Si la autonomía existe como derecho es porque se proclama la unidad como principio", recordó el presidente asturiano. A su juicio, en un escenario en el que la "ceguera" de la austeridad por la crisis "catalizó los populismos", "el sueño de la nación produce aún más monstruos que el de la razón".

En su intervención Fernández defendió la declaración federal de Granada del PSOE de 2013, que pretendía "terminar con el riesgo de centrifugación del poder hacia unas comunidades autónomas aquejadas de una insaciable voracidad competencial".

Tres preguntas vertebraron la tesis de Fernández. La primera: ¿es factible la reforma constitucional hoy? El presidente asturiano defendió la reforma pero advirtió de que "llevarla a cabo hoy es al menos muy difícil" a causa de "la inexistencia de un acuerdo básico entre los partidos que nos aporte la concordia necesaria".

Por mucho que se defienda, resulta difícil para un sistema político "autorreformarse" cuando hay "un alto porcentaje de diputados que o bien están en desacuerdo con los valores constitucionales o simplemente sólo se comprometen con unos territorios" y que son "ajenos cuando no hostiles a cualquier dinámica de integración", dijo.

Pero la dificultad para afrontar la primera gran tarea pendiente de la organización del Estado no impide abordar la segunda: la reforma del sistema de financiación autonómico, que ya arrastra siete modificaciones. La asimetría entre el régimen común y el foral, la guerra por las competencias y la insatisfacción catalana, acabaron por invalidar todos los modelos.

"Extravagancia"

Pero Fernández resaltó que la financiación "es crucial" y "controvertida". Y en su discusión afloran dos tipos de tensiones. La de quienes defienden que los territorios compitan fiscalmente -algo que para Fernández forma parte de la lógica económica y política de la derecha- y la de quienes "proponen inventar fronteras, reducir la dimensión de la ciudadanía y poner coto a la solidaridad", una "extravagancia" cuando se plantea "en nombre de la democracia y la izquierda".

La segunda cuestión fue repasar lo que la Constitución establece sobre el modelo financiero. Poca cosa, de ahí que se "delegaron en mayorías parlamentarias coyunturales" algunas de sus esencias. Por ello "lo idóneo" sería que la propuesta de reforma constitucional incorporara garantías de igualdad y solidaridad.

La tercera pregunta fue la clave de su discurso: ¿Se puede abordar una revisión profunda de la financiación que condicione una reforma constitucional? ¿Y podría hacerse aunque algunas autonomías no la apoyen?

Fue ahí cuando espetó su proclama sobre lo que no quiere para Asturias: que los acuerdos del momento, las deudas de algunas comunidades o los bálsamos para calmar el independentismo lastren sus cuentas futuras.

"Que el sistema de financiación autonómica necesita ajustes que deben ir más allá de una mera revisión técnica es una cosa; modificarlo en aspectos nucleares es otra bien distinta que no debería abordarse con carácter previo a la reforma constitucional", dijo.

Fernández, terminó refiriendo que se aproxima un cambio de modelo que responde a distintas visiones de España, pero que implica visiones diversas del Estado. Cómo se aborde medirá "la altura y la capacidad de la clase política" española, y la "calidad democrática" del país. Javier Fernández fue presentado por Alfredo Pérez Rubalcaba, exsecretario general del PSOE y a quien le une una gran amistad. "En política lo importante no es tener la razón; es que el agente te la dé", dijo Rubalcaba en una intervención inicial en el que dijo que "los constitucionalistas no tienen un proyecto político compartido". Aseveró que reformar el Estado debe hacerse contando con las autonomías "que es la mejor manera de disputar el espacio de los nacionalistas". Pero ese horizonte de reformas se ve difícil.