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Me quedo en el pueblo | Navelgas

Ferrero de tercera generación

César Castaño regresó hace seis años a su casa natal para dedicarse a la escultura en hierro tras ejercer como productor musical en Madrid

César Castaño trabajando en la fragua de su taller, en Navelgas (Tineo). ANA PAZ PAREDES

Dice César Castaño que incluso cuando vivió en Madrid nunca se fue de Navelgas del todo. "Cada quince días estaba aquí, siempre estuve muy unido a mi pueblo y seguía involucrado en cuanto aquí tenía lugar", dice mientras calienta al fuego una barra de hierro que se dispone a trabajar. Nieto e hijo de ferreros, él es la tercera generación de una familia unida al fuego y al hierro, aunque en su caso teniendo como fin la escultura, y no como su abuelo y su padre que trabajaban el material para destinarlo a instrumentos de uso necesario en el medio rural.

"Estoy involucrado en cuanto tiene que ver con el mundo rural y las tradiciones. A los 13 años ya empecé a tocar la gaita y ello me llevó a vivir numerosas experiencias positivas a lo largo de mi vida. Me aficioné al bateo de oro y llevo veinte años representando a España en campeonatos mundiales, además de estar involucrado en las fiestas del pueblo, sobremanera tres fiestas de interés turístico regional donde toda mi generación se involucró gracias al tesón de Manuel García Linares. Por mis conocimientos musicales me fui a Madrid y allí trabajé casi nueve años como productor musical, y me iba muy bien, pero llegó un día que ya no sabía dónde me despertaba, todos los días de un lado para otro, y decidí volver y dedicarme a una idea que me rondó siempre, la escultura en hierro, y aquí llevo seis años y muy contento", dice.

Un gran espaldarazo a su oficio artístico fue el encargo que le hizo la Fundación Cruyff para elaborar un trofeo que representara la trayectoria humana y profesional del jugador holandés y que le fue entregado al entrenador de la Real Sociedad Eusebio.

Ya ha expuesto en estos años tanto en centros de arte asturiano como de fuera de la región. Actualmente tiene presente su obra, a modo de exposición y posible compra, en todos los restaurantes con estrella Michelin de Asturias, a excepción de Casa Morán, con quienes se reunirá este mes. "Es una forma de exponer diferente. La gente conoce mi trabajo mientras come, pues las figuras están sobre las mesas y las pueden comprar si quieren". Vende también a través de su página web, eso sí, se queja de las malas conexiones que existen en el medio rural que impiden el avance de las nuevas tecnologías.

"Se puede ser artista en un pueblo, por supuesto. Y se puede vivir perfectamente. Lo que se echa de menos es una buena conexión a internet, que cada va peor, y un buen servicio de telefonía. En el medio rural hay muchas cosas por descubrir; ahí está el tema de la explotación forestal, no se aprovechan las castañas ni las avellanas. Hay que buscar alternativas. Soy una persona que disfruta en el pueblo. Aquí soy feliz y no lo cambio por nada".

Castaño anima a los emprendedores a mirar al campo, pero al tiempo hace un llamamiento a la Administración para que les ponga las cosas más fáciles a los que viven en las zonas rurales. "Deben dejarles un poco tranquilos y no abrasarles con tantos papeleos y burocracia. Así no hay forma. Hay que dejarnos vivir un poco".

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