Una investigación liderada por la Universidad de Oviedo confirma el carácter autóctono del castaño de Asturias, que ha sido muy discutido respecto a nuestra comunidad autónoma y a la península Ibérica en general, y que podría tener importantes implicaciones en la planificación y gestión forestal de esta especie a nivel regional. Dicho carácter autóctono ya lo sugerían los análisis del polen y genéticos publicados en los últimos años, si bien el trabajo desarrollado por la Universidad de Oviedo a raíz de una estancia de José Valentín Roces Díaz en la Universidad Masaryk de la República Checa, lo ha confirmado por medio de modelos matemáticos. El estudio apunta a que el área cantábrica, y en particular Asturias, fue uno de los principales refugios climáticos del castaño hace más de 20.000 años. De esta forma, con este trabajo se descarta la creencia tradicional de que el castaño fue introducido en la región Atlántica por los romanos.

El último máximo glacial (hace aproximadamente 21.000 años) condicionó a muchos de los árboles que ahora son dominantes en los bosques templados europeos, obligándolos a migrar o buscar “zonas de refugio” en el sur de Europa. En el artículo, publicado en la revista Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology (Volumen 491), se desarrollaron una serie de modelos espaciales para predecir la distribución del castaño en Europa, en base a las condiciones climáticas actuales, para luego extrapolarlos a las condiciones climáticas del último máximo glacial y del periodo especialmente cálido del holoceno medio (hace 6.000 años).

Como señala el investigador Pedro Álvarez-Álvarez, director del Grupo de Investigación de Sistemas Forestales Atlánticos (GIS-Forest), ubicado en el campus de Mieres, “los resultados de estos modelos muestran que el castaño encontró zonas de refugio durante la última glaciación en las costas Cantábrica y Atlántica de la península Ibérica, así como en Italia y Turquía. Un resultado sorprendente ha sido verificar la elevada idoneidad climática de gran parte del área cantábrica en el Holoceno medio, confirmando que los pobladores de aquella época disponían de los frutos de esta especie para su alimentación, varios milenios antes de la llegada de los romanos”.

Por su parte, el investigador Borja Jiménez-Alfaro explica que “hasta ahora el modelo matemático se ha proyectado solo hacia el pasado, pero es fácil predecir que si el clima continúa calentándose, como en el Holoceno medio, hace 6.000 años, que era más cálido que ahora, al castaño le irá bien (si hay suficiente humedad), a diferencia de lo que les ocurrirá a otras especies”.

En la planificación de reforestaciones y repoblaciones, el criterio principal es que la recuperación natural se lleve a cabo solamente con bosque autóctono, aunque en ciertas zonas se permitan plantaciones alóctonas para la producción de madera. Hasta la fecha el castaño figura en los catálogos de especies alóctonas de Asturias, por lo que el hallazgo que acaba de publicarse puede cambiar el diseño de las actividades de reforestación.

El castaño es una especie muy extendida en la península Ibérica y especialmente en Asturias, donde sus aprovechamientos de madera y leña tienen gran relevancia, y donde las masas arboladas acumulan grandes cantidades de carbono. Además, desde hace siglos ha tenido gran importancia en el esquema tradicional agroganadero del noroeste peninsular, tanto por el aprovechamiento de sus frutos como de su madera para la construcción de hórreos y viviendas rurales.