La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

EMILIO HUERTA RODRÍGUEZ, "TRIQUI" | Sindicalista

"Carrillo planteó una bicefalia en el PCE, pero Gerardo Iglesias no se dejó manipular"

"Tuvimos una batalla tremenda para mantener al sindicato independiente del partido; lo logramos, pero me queda la duda de si vendrá de ahí la desmovilización actual"

Emilio Huerta, "Triqui". JULIÁN RUS

Emilio Huerta, "Triqui" (Grado, 1945), es historia viva del sindicalismo asturiano. Tras entrar a trabajar en Ensidesa se afilió al Partido Comunista y a Comisiones Obreras (CC OO). En esta segunda entrega de sus memorias, "Triqui" relata su etapa como secretario general del sindicato en Asturias.

Secretario general. "Yo salí secretario general del sindicato a principios de la década de los ochenta del pasado siglo, sustituyendo a Francisco Javier Suárez. Sucedió que, cuando Gerardo se marchó para el partido, en un momento dado Javier marchó con él, para el secretariado del PCA. Yo pasé a ser secretario general del sindicato en Asturias, y Hevia pasa conmigo de secretario de organización, y Manuel Nevado Madrid será el secretario general de la federación. Luego fue cuando pasó lo del 82, la debacle, y Gerardo Iglesias salió secretario general del partido en Madrid. Entonces es cuando lo sustituye Francisco Javier Suárez a él, en el partido. Yo estuve en el cargo hasta que dimití, en noviembre o diciembre de 1994, y volví para Ensidesa".

Independencia. "Al ser el secretario general de CC OO, me eligieron automáticamente para el comité central del PCE. Estuve con Carrillo, con Gerardo Iglesias, con Anguita y abandoné y renuncié con Gaspar Llamazares. En aquellos años, sobre todo al principio, hubo una pelea tremenda de los dirigentes sindicales por la independencia del sindicato. Fue cuando Marcelino Camacho dijo aquella frase: 'Vienen vientos de fronda'. Se refería a Carrillo, que quería hacer un determinado uso partidista del sindicato. Nosotros decíamos que el sindicato tenía que ser independiente y no podía ser correa de transmisión del partido, porque eso suponía arruinar al sindicato. Y lo logramos, pero hubo una batalla muy dura, que sólo amainó cuando Gerardo Iglesias se hizo cargo del partido, porque él venía del movimiento obrero y entendía muy bien lo que tenía que ser el sindicato y lo que tenía que ser el partido. Pero aún entonces hubo tirones tremendos entre el sindicato y el partido. Recuerdo, de mis comienzos, la batalla tremenda por el Estatuto del trabajador, que se aprobó en el 80 y al que Marcelino Camacho se oponía incluso estando de diputado".

Batalla interna. "De esta pugna entre el partido y el sindicato siempre me quedó una duda. De aquella, nos marchamos gran cantidad de cuadros de la vida cotidiana del partido, para hacer tarea sólo en Comisiones, cuando antes actuabas en el partido y estabas en el sindicato. Había un debate en torno a si el sindicato tenía que ser independiente, y en torno al concepto de sindicato sociopolítico. Marcelino Camacho tenía una frase para eso: 'No es igual carne con patatas que patatas con carne. El sindicato tiene que ser más socio que político'. Mi duda es que es posible que nosotros, en toda aquella época y por bien de la ideologización del sindicato, nos hayamos pasado de frenada y haya perdido mucho el movimiento obrero ese elemento movilizador. Porque una cosa era desideologizar el sindicato, y otra el punto al que llegamos, que hubo gente en el sindicato que llegó a tener al partido como enemigo. No lo sé, pero temo que las consecuencias que vivimos ahora puedan venir, en parte, por cierta desmovilización. Algo tuvimos que cortar ahí por el medio".

Transición. "Pasar de ruptura, como teníamos planteado, a, de la noche a la mañana, Santiago Carrillo plantear 'ruptura pactada', fue muy traumático dentro del partido, sobre todo en Asturias. Aquí tuvo que venir toda la plana mayor del partido para reunirse con los dirigentes regionales y tratar de convencerles de apoyar eso. En la primera reunión, yo creo que fue, del comité central con Carrillo ya en España, al rato de empezar entró la secretaria de Carrillo. Habló con él y Santiago se levantó: 'Camaradas, llamada de Suárez. Tengo que ausentarme'. Se ausenta dos horas, y al cabo llega con un par de folios y dice que Suárez le había contado que los militares venían a por los comunistas. Luego, ciertos datos llegados de Suárez a determinados dirigentes? bueno, no se sabe muy bien hasta dónde llegaba esa verdad. Pero donde sí caímos en una trampa tremenda fue alabar en exceso lo que fue la Transición en este país, olvidando que se hizo bajo ruido de sables, que eso era cierto, y con pistolas encima de la mesa. Con miedo. Y que el aparato del Estado quedó intacto: Resulta que ahora los que están en la banca, o los jueces, son hijos de aquella gente. Creo que la corrupción generalizada que tenemos viene de aquello".

Carrillo. "Gerardo no quería ser secretario general del partido. Yo de aquella vivía con él aquí en Oviedo, y me tocó recibir las llamadas del señor Sánchez Montero, porque Gerardo, cuando lo propusieron, no estaba en el Comité Central: estaba con una gripe de la hostia y marchó para La Cerezal. Tuve que andar buscándolo, llamando a Horacio y la Virgen, porque Carrillo lo había propuesto ya. Carrillo había tenido que dimitir por los resultados del 82. Y Gerardo era la alternativa porque, ya que Carrillo había dimitido por los resultados, tenía que venir alguien que tuviera buenos resultados, y Asturias fue la región que aguantó el tirón en aquellas elecciones. Pero yo creo que Carrillo pensaba que Gerardo iba a ser un hombre de él, y manipulable. No conocía de nada a Gerardo, a pesar de que se lo había dicho bien claro Horacio Fernández Inguanzo, que quería a Gerardo como un hijo y sabía que Gerardo no era un hombre manipulable para nada. Pero Carrillo no atendió, se reunió con Gerardo y le planteó, prácticamente, una bicefalia. 'Creo que te has confundido, Santiago', le contestó Gerardo, que tenía otra concepción del futuro del partido. Él creía que había que cambiar muchas cosas después del batacazo y, como había dicho Horacio, era una persona que no se dejaba manipular por nadie".

Gerardo. "Mucha gente creía que no era posible hacer lo que pretendía Gerardo, ese cambio en el partido. No creían en Gerardo. ¡Joder, si lo tuvieron aislado hasta en las cocinas, comía solo y todo! Hasta que él demostró que era posible con IU, que era una cosa nueva, y se desligó de esa herencia de Santiago. Luego vino la ruptura que vino. Pero la concepción, que creo que no se llegó a plasmar orgánicamente bien, era buscar un acomodo tipo fundación histórica por todo lo que había hecho el PC, ir a una IU abierta un poco a la italiana. Pero no pudo ser, en parte, porque se intervino también desde afuera y aparece el PCP, Ignacio Gallego con lo otro? ¿Quién cojones iba a bajar a las bases a decir 'esto ya no da' y hay que ir a otra cosa? Tendrían que salir la gente fuerte, pero no lo hicieron y creo que no se dejó crecer esa idea".

Anguita. "Julio Anguita era una persona peculiar. Muy honrado y muy entregado, pero creo que políticamente tenía poco olfato. Era muy estrambótico, quizá por su familia. En el 89, en el congreso en que le iban a elegir sucesor de Gerardo, no quería salir. Se hizo de rogar muchísimo, hubo un montón de conversaciones por los bares del entorno, con Gerardo y Sartorius presionando. Fue un espanto, nos dio una pelea de la Virgen para convencerle. Allí se vio también la talla de Gerardo, cuando dijo aquello de que ya era hora de que un secretario general abandonase el partido sin traumas".

Compartir el artículo

stats