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RADHAMÉS HERNÁNDEZ MEJÍA | Catedrático de Medicina de la Universidad de Oviedo

"El sistema sanitario no es gratis y hay que usarlo cuando es necesario"

"En este país lo que falta es educación en valores, no tiene sentido que fumemos sabiendo que nos hace daño o conduzcamos tras haber bebido"

Radhamés Hernández Mejía, ayer, en Oviedo. MIKI LÓPEZ

Radhamés Hernández Mejía será nombrado hoy académico de número de la Real Academia de Medicina del Principado de Asturias. Tras una vida dedicada a la medicina, la salud pública y la labor docente en la Universidad de Oviedo, Hernández Mejía asegura que hoy, con el ingreso como académico de número en esta institución, pone la guinda a su pastel personal. "Yo tenía un currículum sólido, he dirigido más de treinta y ocho tesis doctorales y publicado más de cien artículos. Hoy es un día de gran emoción para mí".

- Nació en Santo Domingo, ¿cómo recala en Asturias?

-Mi bisabuelo era vaqueiro de una braña de Valdés. Mi tatarabuela, que había quedado muy impactada con la segunda Guerra Carlista, decidió en la tercera enviar a sus dos hijos a Cuba, que era colonia española. Pero ahí el hermano de mi abuelo muere a los pocos días, con sólo 18 años, y mi abuelo decide regresar a España. Pero coge el barco para volver en Santo Domingo y conoce a una mujer, que le cuenta que se acaba de quedar viuda y es madre de dos hijos. Él le explica la muerte de su hermano, se enamoran y se casan. Juntos tienen seis hijos más, uno de ellos mi abuelo.

- ¿Y usted cuándo viene a España?

-Yo comienzo a estudiar Medicina en Santo Domingo, y con 19 años matan al dictador Trujillo y nombran un Consejo de Estado. Después, el Partido Revolución Dominicana, que es un partido similar al PSOE aquí en España, gana las elecciones y Joan Bosh, que es hijo de un catalán, se convierte en presidente. Yo pertenecí a las juventudes revolucionarias dominicanas y en el año 63, con el golpe de Estado, el país entra en bancarrota y a Bosh lo retienen los americanos en Puerto Rico. La situación en el país era muy inestable y mi familia decide que mi hermano y yo vengamos a estudiar a España. Yo tenía 19 años cuando comencé de nuevo la carrera de Medicina en la Universidad de Valladolid. Luego me enamore de una hermosa mujer de Tordesillas, y mis planes, que eran terminar la carrera y volver a mi país, se quedaron en nada. Mi mujer es maravillosa.

- Se especializa en Salud Pública, una rama un tanto desconocida, ¿por qué?

-Porque yo siempre he sido muy "rogelio", soy un gran defensor de la sanidad pública y del servicio a la ciudadanía. En el año 1978, en un concurso de traslados y tras terminar la especialidad, logro la plaza en Gijón, pero tuve la suerte de que tras unos días de trabajo quedara vacante otra plaza en Oviedo, que tenía mejores condiciones, y me nombran director de Inspección General de Sanidad.

- ¿En qué consistía su trabajo?

-Al poco tiempo de asumir yo el cargo se transfieren las competencias de Sanidad a Asturias y entonces me encargo principalmente de las inspecciones sanitarias. Uno de los logros más importantes de aquella época fue la creación de un decreto para regular las inspecciones. Lo que hice fue coger un reglamento que Manuel Fraga había diseñado en su etapa de ministro de Educación y Turismo.

- ¿Un "rogelio", como usted se define, tomó como ejemplo las directrices de Fraga?

-Sí, porque Fraga era un hombre muy culto. El decreto se redacta entre los años 1983 y 1984, era necesario para llevar a cabo los controles sanitarios en los restaurantes, en las tiendas de ultramarinos, en las peluquerías, en los bares...

- ¿Entonces usted nunca ha ejercido como médico?

-No, yo soy aristotélico, mi vocación siempre ha sido el servicio público, la solidaridad con el más débil. Yo nunca he hecho trampas y creo que el valor más importante del ser humano es la ética.

- ¿Qué opinión le merece que a los enfermos se les envíe una factura para que sepan cuál es el coste de sus tratamientos?

-Me parece bien porque hay que saber que el sistema sanitario no es gratis y que hay que usarlo cuando se necesita y respetar lo que mandan los médicos. Si a usted se le puede diagnosticar con una placa que cuesta 3 euros no hay que empeñarse en hacer una resonancia que cuesta 300 o un TAC que ronda los 100. Los médicos saben lo que tienen que hacer.

- ¿Hubo un tiempo en el que compaginó su trabajo en la Inspección con la Universidad?

-Sí, pero en 1985 sale la ley de incompatibilidades y entonces pido una excedencia en la Sanidad y me quedo con la Universidad. Siempre me ha gustado mucho la docencia y ahí trabajé hasta el año 2013, cuando me jubilé.

- ¿Cuáles son los problemas de salud que más afectan a la sociedad actual?

-En este país lo que falta es educación en valores, porque no tiene sentido que fumemos sabiendo que nos hace daño o que cojamos el coche después de haber bebido alcohol. Tenemos sobrepeso y seguimos alimentándonos mal. Si mejorásemos el sistema educativo aprenderíamos a respetarnos y a cuidarnos más. Todo esto se erradicaría con una buena educación.

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