Cerca del 40% de las personas que se dedican a la ciencia en España son mujeres. Es una cifra mejorable pero tampoco dramática. Uno de los problemas adicionales es que el porcentaje apenas se mueve desde 2009, y aún así estamos por encima de la media de la UE.

Teresa Valdés Solís, investigadora del INCAR, uno de los tres centros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Asturias, tiene claro que un Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se celebra en todo el mundo el próximo 11 de febrero "sigue siendo una cita imprescindible" en España en busca de la necesaria visibilidad. "En general -dice- la ciencia y los científicos se ven poco, pero con las mujeres ese problema es aún más acusado".

Pero se están ganando espacios. ¿Cuestión de tiempo? Vale, pero cuidado con dejarlo todo en manos del calendario. "El tiempo solo es parte de la solución" y quizá no la más importante.

Durante estos primeros días de febrero una veintena de colegios de toda Asturias realizarán actividades de concienciación entre el alumnado. La Universidad de Oviedo prepara estos días una campaña de visibilidad de sus investigadoras con imágenes para colgar en su página web.

El 54% del alumnado universitario en España es femenino. Es justo el mismo porcentaje que se da en la Universidad asturiana, donde de un total aproximado de 21.500 alumnos de grado, máster y postgrado, alrededor de 11.600 son mujeres. Por cierto, las mujeres superan a los hombres en cuatro puntos a la hora de la titulación.

De la plantilla total investigadora en la Administración pública el 46% son mujeres. Ese porcentaje se queda en el 42 entre las universidades y baja alarmantemente a poco más del 30% en la empresa.

La escasa visibilidad parte de la escuela. La divulgadora científica asturiana Teresa Valdés Solís menciona una tesis doctoral que estudió 130 libros de Secundaria. "En ellos aparece una científica por cada ocho científicos, lo que demuestra que sigue existiendo una visión muy distorsionada".

Otro ejemplo que nos debe hacer reflexionar. Ante un mismo problema las niñas sacan mejores resultados cuando se les dice que la prueba es de Dibujo frente a los resultados cuando se les informa que el problema es de Geometría.

La escasa visibilidad de las mujeres científicas y los estereotipos ayudan a que no se consolide el interés de las jóvenes por las ciencias. En España, mientras el 38% de los varones universitarios optan por estudiar carreras de ciencias o ingenierías, solo el 15% de las chicas se apuntan al reto. "A los seis años las niñas empiezan a asociar brillantez con masculinidad", apunta Teresa Valdés Solís. Se va creando una menor autoestima entre las alumnas, cuestión que está detrás de la elección de estudios.

"En realidad la matrícula femenina es mayor que la masculina en todas las disciplinas universitarias con excepciones como la Física o las ingenierías".

En Asturias es curioso el caso de Informática, cuyos estudios cumplen 35 años. Desde mediados de la década de los ochenta la matrícula femenina decae. En los cuatro grados y másteres informáticos en la Universidad de Oviedo el alumnado femenino apenas ocupa un veinte por ciento de la matrícula total.

Faltan roles femeninos en el ámbito de la ciencia y la tecnología y eso también afecta a la hora de decidirse por unos determinados estudios universitarios.