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La guía secreta de Asturias

Un pueblo con buenas vistas

Castañedo del Monte, en el concejo de Santo Adriano, se asoma al paisaje asturiano en un lugar donde la tranquilidad y la belleza invitan a quedarse

Una de las caleyas del pueblo en dirección a la iglesia. ANA PAZ PAREDES

En uno de los numerosos barrios de Castañedo del Monte, en el concejo de Santo Adriano, hay, entre otras, una casa pintada en blanco y azul y un banco de este último color que invita, en días soleados, a sentarse en él y viajar con la mirada por el espectáculo paisajístico que se ofrece frente a él.

No es difícil imaginar, por ejemplo, al Busgosu, el rey del bosque, recorriendo de un lado a otro la sierra del Aramo tras esas xanas que dan nombre a un desfiladero que, con la misma facilidad, también se ve desde este hermoso pueblo asturiano ubicado a unos 500 metros de altitud y que cuenta además con una importante historia minera. Los restos de esta actividad son visibles en lo que queda de sus minas de hierro que, con el nombre de La Parva o San Miguel, fueron explotadas durante el siglo XIX y principios del XX para abastecer a la Fábrica de Trubia. De tal importancia fueron que hasta el propio Jovellanos las cita en sus diarios señalando que "el mineral, una vez bajado al río, era conducido en chalanas hasta la factoría".

Olivo Fernández, vecino de esta localidad y con 87 espléndidos años, nacido aquí y que reparte su vida entre su casa natal y la de Oviedo, es el perfecto guía para conocer Castañedo y recordar al lector la importancia de no olvidar el lugar al que se pertenece y aún más cuando se va perdiendo población. Entre caleyas que esconden hórreos y paneras de gran antigüedad -entre ellas hay una datada en el año 1800- y huertas cuidadas en las que lucen unas imponentes berzas, cuenta Olivo que en Castañedo en su buenos tiempos llegó a haber 64 casas abiertas "con hasta ocho o nueve en cada casa. Yo también me fui con veintitantos, pero luego regresé. Casi siempre estoy aquí, estoy muy a gusto", afirma mientras hace recuento, con prodigiosa memoria, de los barrios que lo forman: La Sierra, La Calle el Sol, La Panderona, El Pueblo, Los Niserios, La Igrada, La Mayada, La Teyera, Las Casas de Arriba y La Estrecha.

Hasta allí llegan ciclistas y aficionados al senderismo. Estos últimos pueden subir desde Villanueva por una pista hasta Casa Folgueras, para seguir por la izquierda por un camino de tierra. Tras internarse en un bosque, un camino lleva hasta el pueblo al que, igualmente, se accede con comodidad por carretera. Hay que seguir, en todo caso, las indicaciones hasta llegar a su plaza, donde está la iglesia y que comparte espacio con un hórreo y un bar donde, hasta hace poco, se podía disfrutar de buena cocina tradicional. No estaría mal contar con otro local similar para celebrar, con un buen cabrito y mejor sidra, una comida en un pueblo tan auténtico como este de Santo Adriano.

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