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Avistan en Peloño (Ponga) un oso, especie que se daba por extinguida en el Oriente

El macho, "joven y discreto", según los ponguetos, entró de León por el Arcenoriu

Avistan en Peloño (Ponga) un oso, especie que se daba por extinguida en el Oriente

Ponga se ha vuelto a convertir en un refugio osero. El testimonio de personas que aseguran haber avistado una criatura en el bosque de Peloño llegan después de que el Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS) alertase en diciembre de 2016 de la extinción de la población osera del Oriente. Su denuncia la basaba en el hecho de que sus cámaras automáticas llevaban un par de años sin registrar actividad. La Consejería de Desarrollo Rural salió entonces el paso para negar la mayor, aportando datos como que desde el año 2000 se habían tramitado 48 expedientes por daños de osos en la zona.

Con todo, ahora sí que hay osos en el Oriente. El nuevo "vecino" pongueto -algunos apuntan a que podrían ser más ejemplares- es, según las descripciones aportadas por los lugareños, un macho joven y discreto. Se cree por los rastros de excrementos, huellas y pelos que entró desde la vecina comunidad de Castilla y León a través de Arcenoriu y que Ponga es sólo un refugio pasajero. "Ponga es su despensa particular de finales de verano porque hay mucho arándano y colmenas", explican los expertos. "Vienen a ver si hay hembras y como no las encuentran se van", barrunta un vecino en Abiegos, donde los osos se han convertido en el tema estrella de conversación.

El director del parque natural de Ponga, Rafael Fernández, aseguró ayer a este periódico que "todos los años" se constata a través de rastros la presencia de osos en el concejo pero que esta es temporal. "Vienen de Oseja y andan mucho por Les Llampes o La Palanca pero aquí no crían". En cuanto a la presencia en las cercanías de un pueblo habitado como es el de Abiegos, confirma que sí hubo entre septiembre y octubre. "Vinieron a comer avellanas y castañas", relató.

Fuentes de la guardería del Principado constatan la expansión de la población osera del Oriente, aunque resaltan que se produce de forma más lenta que en el Occidente. El último censo arroja un total de 40 hembras y 67 crías en la Cordillera Cantábrica. Los investigadores de la Universidad son partidarios de activar más radiomarcajes para conocer datos sobre su celo y su alimentación y avanzar en la protección de la especie.

La mejora de los hábitat y el control del furtivismo repercutirían en la expansión del animal, en peligro de extinción y que en los últimos tiempos constata un crecimiento del diez por ciento anual.

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