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"Pensamos que hubo una negligencia penal", afirman los familiares

Dos compresas de uso quirúrgico traen de cabeza al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). No es una mera discusión técnica. Por el medio hay una persona muerta: un paciente fallecido el pasado 2 de enero, con sólo 44 años, cuando se sometía a una segunda intervención de corazón que sobre el papel era "rutinaria". Y otra singularidad del caso es una actuación muy poco habitual en el ámbito sanitario, tan caracterizado por una larga historia de corporativismo: un profesional del HUCA que participó en esa segunda operación acudió a un abogado para que pusiera en conocimiento de la familia del fallecido que la muerte se debió a "una imprudencia profesional muy grave, consistente en olvidarse, en la primera intervención, de dos compresas quirúrgicas en el corazón", según declaró ayer a LA NUEVA ESPAÑA el letrado en cuestión, el ovetense Alfredo García.

Este aviso fue la primera noticia sobre una posible irregularidad que recibieron los parientes del fallecido, quienes consideran incomprensible que no se les informara con rigor el mismo día del fatal desenlace. Según su testimonio, aquel día el cirujano "nos dijo que son cosas que pasan, y que ellos siguen una guía y un protocolo". La familia de J. L. G. R. ha denunciado los hechos por la vía penal, y uno de los citados a declarar es el abogado intermediario: "La jueza me ha citado como testigo. Nunca desvelaré quién acudió a mí, porque la Constitución y toda la legislación nos obligan a guardar la máxima confidencialidad sobre nuestros clientes", adelantó Alfredo García.

La primera operación -la del presunto olvido de las compresas- se había llevado a cabo el 11 de diciembre de 2017, y tenía como objetivo sustituir la válvula aórtica del paciente. Las dos intervenciones fueron llevadas a cabo por equipos distintos.

La versión que esgrime una investigación interna realizada por el HUCA descarta una negligencia en la primera cirugía: "No había ninguna compresa en el corazón del paciente después de la primera operación porque, si las hubiera, las habrían detectado las pruebas radiológicas, y no las detectaron. Esto no es una opinión: es irrefutable", sostienen fuentes hospitalarias, que precisan que las compresas están dotadas de un dispositivo "que permite detectar su presencia incluso con una simple radiografía".

La citada auditoría interna del HUCA niega tajantemente que haya habido desidia en la primera operación, pero sí admite un posible error por no haber detectado un pseudoaneurisma en el examen de las imágenes diagnósticas que se practicaron al paciente entre la primera operación y la segunda. "Si se hubiera visto, la segunda intervención se habría abordado con otra técnica", indicaron las citadas fuentes, según las cuales el fallo se debió a que la imagen no ofrecía una claridad patente. Al no ser identificada esta situación de la aorta, el cirujano acometió la intervención anunciando a la familia que era "rutinaria" y sin tomar las medidas cautelares propias de una operación de alto riesgo.

Ese pseudoaneurisma fue el causante de la muerte, según el dictamen de la comisión de investigación del HUCA. El óbito fue causado "por un pseudoaneurisma probablemente de origen infeccioso, originado por un hongo", que produjo la rotura de la base de la aorta y, en consecuencia, una hemorragia masiva, ha concluido la auditoría.

Lo que los investigadores no han podido aclarar es por qué en la historia clínica, en poder de la familia del fallecido, figura que en la segunda operación se retiraron dos compresas de la zona en la que se produjo la hemorragia. Esta pregunta no tiene respuesta en el dictamen final pese a que ante la comisión investigadora han declarado todos los cirujanos cardíacos implicados en las intervenciones.

La historia clínica indica textualmente lo siguiente en referencia a la segunda operación: "Apertura esternal. Retirada de coágulo justo encima de tubo de dacron, sin retirar los coágulos al completo. Se produce sangrado profuso e incohercible. Se siguen retirando coágulos para intentar controlar sangrados, retirando dos compresas de raíz de aorta y observando obulsión de raíz de aorta del anillo aórtico (se observa prótesis aórtica), con sangrado masivo que no da tiempo a tomar medidas contra el mismo. El paciente es éxitus".

Supuestamente, esta versión es apoyada no sólo por el cirujano que practicó la intervención, sino también por el anestesista y los enfermeros que estaban ese día en el quirófano, quienes coinciden en que en el recuento final de gasas había dos más que al comienzo. Y la consecuencia habría sido -según esta hipótesis- que esas gasas dejadas en el interior del cuerpo se infectaron, formaron un coágulo, y en el momento en el que el cirujano procedió a retirar el coágulo y las gasas, la arteria aorta se desgarró y el paciente se desangró en pocos segundos. Las compresas fueron enviadas posteriormente al servicio de Microbiología para su análisis, y no sería extraño que en el juicio se pusiera sobre la mesa una presunta destrucción de pruebas en relación con estas gasas.

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