Dice Juan Luis Rodríguez-Vigil que debía el esfuerzo a "mucha gente del medio rural, con problemas que he podido tocar" y han sido "dejados de lado". Su tentativa de sistematización definitiva de los montes comunales, recién editada en el libro "La mitad olvidada de Asturias", vio la luz ayer, a sala llena en el salón de actos del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), y el autor dejó la impresión de tripular una misión de rescate casi desesperada. "Dudo", dejó dicho el expresidente del Principado, "que en las fuerzas políticas haya valor para acometer la reforma del mundo rural".

Su intento está en un libro que se titula con aquello de lo que habla: esa "mitad olvidada" es numéricamente la mitad de la superficie de la región, 380.000 de las 840.000 hectáreas que llenan Asturias si se resta la roca y la zona urbana son montes comunales. Es por eso que el debate sobre su futuro y su buen uso equivale en buena medida también a la discusión sobre el porvenir del campo asturiano. La figura de propiedad más genuina del agro autóctono del Principado está pidiendo una profunda reforma, repitió ayer Rodríguez-Vigil. Una que atempere el "protagonismo excesivo" que la administración autonómica conserva sobre el manejo de estos terrenos donde se decide en parte la salvación del campo y que deberían gestionar con menos injerencias los ayuntamientos. Un viraje así, tal y como lo observa el expresidente autonómico, podría erigirse "fácilmente" en bálsamo contra el envejecimiento y la alarmante "geriatrización" de la Asturias agraria.

El presidente de Central Lechera Asturiana, Bertino Velasco, había abierto la presentación retrocediendo hasta su experiencia de ganadero principiante y a sus desvelos para obtener una extensión adecuada de pastos. Si ese hoy sigue siendo el problema, una mirada hacia los comunales puede identificar la solución, o al menos una mejor que las concentraciones parcelarias, que a su juicio no ganan fincas de dimensión suficiente. "Es fácil acometer el aumento de la fincabilidad de los ganaderos a través de los montes comunales", se arma Vigil, pero hay que querer. Sólo será sencillo "si se tiene buena voluntad y de verdad se quiere hacer algo por las personas que configuran la médula de una sociedad cada vez más anciana. Hay que ayudarlas", apostilló, y un modo sencillo de hacerlo es conseguir que en el manejo de los pastos que objetivamente les pertenecen "sin entorpecimientos interesados ni estar sometidos a criterios arbitristas y arbitrarios".

El desmenuzado del contenido del libro siguió a la glosa del catedrático de Derecho Administrativo Francisco Sosa Wagner, que faltó a la presentación por enfermedad y habló a través de su homólogo y discípulo Leopoldo Tolivar. Este "estudio de campo, nunca mejor dicho", mereció en su voz los calificativos de "libro valiente, valioso y placentero" que "haría las delicias de Jovellanos".