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Cómo subir al Angliru como auténticos mayorinos

Decenas de esquiadores de montaña aprovechan para disfrutar del paisaje del Aramo bajo la espesa capa de nieve: "Parece que estamos en Suiza"

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Subida al Angliru con nieve

El cielo abrió una ventana entre borrasca y borrasca y el jueves un sol resplandeciente apaciguó el síndrome de abstinencia del esquiador de montaña. Después de casi una semana de nevada sobre nevada, sin tregua de viento sur ni lluvia en la sierra del Aramo, la carretera que sube al Angliru había desaparecido engullida por una capa enorme de nieve reluciente de las que no recuerdan ni los más antiguos buscadores asturianos de pendientes nevadas. "Espectacular". Anselmo Menéndez y José Luis Álvarez, veteranos aficionados a esquiar laderas fuera de las pistas, se lanzaron el jueves a las del Aramo junto a varias decenas de esquiadores que le encontraron la cara amable a la nevadona y una versión invernal al santuario ciclista del Angliru. Otra. Una forma de disfrutar más segura y placentera que la tentativa en todoterreno de los siete jóvenes que el pasado enero quedaron atrapados entre la primera nieve del año en la cumbre riosana, los que subieron sin equipar de madrugada en todoterreno y pretendieron ser rescatados por los servicios de emergencia.

Anteayer, intuyendo la carretera o cortando por la ladera, los que sí saben desenvolverse en la montaña congelada no sólo subieron al Angliru entre la nieve, pasaron de largo hasta coronar La Gamonal salvando en algo más de tres horas 936 metros de desnivel desde el área recreativa de Viapará. Volvieron en hora y media de descenso al punto de partida, no sin antes sentir que el manto blanco de unos sesenta centímetros se espesaba paso a paso hasta superar ampliamente los dos metros o contemplar arriba, en la cumbre, el esqueleto de la antena del pico y sus vecinas las placas solares completamente irreconocibles bajo un fantasmagórico revestimiento helado. "Parecía que estábamos en Suiza".

Fueron como van siempre, con la precaución que da la experiencia y el equipo adecuado, porque esta vez las bromas iban a ser inevitables. Después del episodio imprudente de los siete jóvenes atrapados hace algo más de un mes por la primera nevada del año en el Angliru, después de sus llamadas de auxilio al servicio de emergencias, de las respuestas desde la sala de coordinación y la chanza que siguió al "ya somos mayorinos", a su pseudoaventura en playeros y "4x4, con bloqueo y todo", Anselmo Menéndez es capaz ofrecer, ahora sí, la explicación definitiva de cómo se sube al Angliru entre la nieve. Básicamente con botas de esquí de montaña y ropa de invierno, gorro y guantes, fijaciones especiales para esquí de montaña, que se sueltan por detrás para facilitar el gesto del ascenso y se vuelven a sujetar para la bajada y unas "pieles de foca", un tejido sintético que se adhiere a la base del esquí y facilita el ascenso impidiendo el deslizamiento hacia atrás. Con eso, con comida y dos litros de agua. Ni playeros ni camisetas.

Así, sí. Así, el Angliru, el Aramo y su contorno son escenarios bien preparados para una actividad en auge. "Solemos venir mucho", relata Anselmo, un experimentado montañero que cuenta entre sus gestas una travesía de toda la cordillera Cantábrica en quince días, porque el riesgo de aludes es menor aquí donde la nieve "carga menos", las pendientes son inferiores a las de otras grandes cumbres asturianas y la altitud menos pronunciada. Al Angliru, eso sí, de la experiencia de anteayer se sigue que es mejor ir por la mañana y regresar al mediodía o por la tarde, porque anteayer sólo era transitable un carril de carretera hasta Viapará y dos vehículos difícilmente se habrían cruzado.

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