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Los adolescentes asturianos que ganaron al cáncer: "Valoras más la vida y la familia"

Tres jóvenes que han sufrido tumores envían un mensaje de ánimo a los actuales enfermos con motivo del Día Internacional del Niño con Cáncer

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Día Internacional del Niño con Cáncer

Su adolescencia fue especial, muy exigente, y ahora siguen siendo muy jóvenes, tienen pocos años, pero acumulan mucha vida, muchas experiencias, unas duras y otras gratas. Borja, Lucía y Carlos han pasado por el cáncer y lo han vencido. Y ahora subrayan que han aprendido "a valorar más la vida, el apoyo de la familia y de los amigos". Y a los que vengan detrás les auguran una victoria "si luchan con positividad".

Carlos Rodríguez Reina, Borja Balbuena Domínguez y Lucía Martínez González son gijoneses. Ayer tenían mucho que celebrar. El Día Internacional del Niño con Cáncer es una fecha ideal para plasmar el compromiso con los aproximadamente treinta niños que cada año son tratados de tumores, sobre todo de origen hematológico, en la región. La tasa de supervivencia "oscila entre el 75 y el 90 por ciento, un porcentaje más elevado que en la edad adulta", según la Consejería de Sanidad del Principado.

El Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) -donde estos pacientes son atendidos- fue el espacio elegido por Galbán, Asociación de Familias de Niños con Cáncer del Principado, para desplegar una mesa informativa y activar una suelta de globos que, en su ascenso a las alturas, pudieron ser vistos por los pequeños pacientes hospitalizados en la séptima planta.

Además, un grupo de familiares de niños afectados por el cáncer y de voluntarios de Galbán dieron lectura a un manifiesto en el que reclaman que los adolescentes sean tratados hasta los 18 años "en unidades específicas o en unidades de oncología pediátrica, en vez de en las de adultos". "Primero, porque no somos adultos; y segundo, porque están mejor acondicionadas y preparadas para nosotros", argumentaba el escrito leído por la voluntaria ovetense Alba Cañedo.

Esta demanda parece haber sido escuchada. Ayer mismo, la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, anunció que ha llegado a un acuerdo con las comunidades autónomas para que todos los hospitales públicos atiendan a los pacientes con cáncer en unidades pediátricas hasta los 18 años.

Por la tarde, la efeméride fue celebrada en la sede de Galbán. Allí acudieron un grupo de familias, entre ellas la de Beatriz Balbuena y Alfredo Domínguez, padres de Borja y Sergio. Nacido en diciembre de 1996, Borja Balbuena tenía 16 años cuando, en pleno veraneo en la provincia de León, comenzó a percibir unos extraños síntomas. "En un principio, parecía una rotura de fibras, después una neumonía, más tarde una tuberculosis", rememora. Luego apareció un bulto. Era un linfoma no Hodgkin de Burkitt. "Estaba muy extendido, pero no le dio tiempo a tocar la médula", señala Borja Balbuena.

La única opción terapéutica era quimioterapia. "Mi principal preocupación eran los estudios. Me dijeron que no podría ir a clase, pero me propuse no perder un curso y graduarme con mi promoción". Su familia estuvo al pie del cañón "de forma incondicional", subraya Borja Balbuena. También sus amigos, y los profesores del instituto Rosario Acuña, que acudían a su casa a darle clases. Se curó, empezó la carrera de Arquitectura en La Coruña, cursó hasta tercero, y ahora ha hecho un receso para volver a Gijón durante un tiempo, y realiza un ciclo de FP con la idea de reanudar la carrera a corto plazo. A juicio de este joven gijonés, conocer el cáncer en primera persona implica "un cambio de mentalidad muy drástico, valoras más las cosas...".

Carlos Rodríguez Reina tenía 17 años cuando le visitó también un linfoma no Hodgkin de Burkitt. Unos siete meses duró su tratamiento, que alternaba los periodos de hospitalización con los de estancia en su casa. "En el hospital estaba un poco a la defensiva; cuando venían los voluntarios, no colaboraba mucho. A la vez que estaba muy triste, iba madurando". Eso era antes. "Ahora lo veo desde una perspectiva completamete distinta. Me doy cuenta de lo mucho que vale todo lo que tienes, la familia sobre todo". Su cambio de actitud se traduce en compromiso como voluntario: "Voy al hospital y lo que intento es hacer pasar un buen rato a los guajes dentro de esas cuatro paredes".

Lucía Martínez González es la más joven de los tres. Tenía 13 años cuando en 2015 le diagnosticaron una leucemia promielocítica que dio sus primeras señales en forma de grandes moratones en las piernas. Siete meses de tratamiento figuran en su historia clínica. "Creo que siempre estuve bastante positiva", indica, mientras agradece el apoyo de su entorno. "Hubo días malos, pero había que animarse para seguir adelante". Ahora, ya curada, sostiene que "lo más importante de todo es la salud y la familia que te ayuda en todo". ¿Un mensaje para los niños y jóvenes que ahora están peleando contra el cáncer? "Que tengan muchísima fuerza, que con positividad van a superarlo".

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