Enrique Valdés Joglar "ha sido fiel a su ideología, a su moral, y gracias a ello ha sido franco y honesto, y no ha dejado de hacer lo correcto", describió en la tarde de ayer Carmen Turiel de Paz, hija del recordado abogado Gerardo Turiel -de cuyo fallecimiento se cumplieron en enero diez años-, con el que el exdecano del Colegio de Abogados de Oviedo tuvo despacho durante quince años, entre 1979 y 1994. Ayer, con motivo de la entrega a Valdés de la Gran Cruz al Mérito en el servicio a la Abogacía, salieron a relucir la gran capacidad de trabajo, la minuciosidad y bonhomía de un "panzer, una apisonadora jurídica que no da ningún asunto por perdido", que hizo avanzar socialmente el mundo rural con su clientela de paisanos, pero que también contribuyó a mejorar la Escuela de Práctica Jurídica, modernizó el Colegio de Abogados y abrió la profesión a la sociedad.

Turiel -"el último florentino", según Valdés- le abrió camino en una profesión para la que no estaba en absoluto llamado por su orígenes campesinos en la parroquia piloñesa de Anayo. Rompió el destino que le abocaba a la casería gracias a un maestro de pueblo, José Antonio García Tamargo, que lo convenció para estudiar el bachillerato. "Hubiese seguido en el pueblo, o habría emigrado como tantos otros a Gijón, para trabajar en Naval, en La Camocha o en la hostelería", aseguró Valdés, jugando un poco con el "¿Y si...?".

Tras recibir la Gran Cruz de manos de la presidenta del Consejo, Victoria Ortega, Valdés se deshizo en agradecimientos, que comenzaron por sus padres y acabaron con su esposa, Begoña Escalona -"mi compañera de despacho y de todo", dijo-. Ante una nutrida concurrencia en el Colegio de Abogados, Valdés se mostró orgulloso sobre todo de su paso por la comisión de informes del Consejo de la Abogacía, con la que consiguió algunos legales. También de la mejora del turno de oficio y la formación en el Colegio. "Le hemos dado la vuelta", dijo. En eso le dio la razón el actual decano, Ignacio Cuesta, que formó parte de su equipo: "El cambio empezó con Enrique Valdés, cambió una estructura anquilosada y logró dar una voz propia a la abogacía en la sociedad". Unos minutos antes, Cuesta había inaugurado con Ortega las nuevas aulas del Centro de Formación, en las que el 27 de febrero se ofrecerá online una jornada itinerante del Consejo de la Abogacía, un sistema que se extenderá a otros cursos. Valdés tranquilizó a todos: "No me jubilo. Ni quiero, ni puedo".