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La Viescona La Toya

Un hayedo asomado al mar

El único bosque caducifolio de entidad del Sueve es también una de sus singularidades: la masa de hayas a menor altitud de toda la Península

Un hayedo asomado al mar

La sierra del Sueve, alzada en el vértice entre los concejos de Colunga, Caravia, Piloña, Parres y Ribadesella (en el que se prolonga a través del sistema de El Fitu), es un espacio singular por varios motivos: el más obvio, su propia condición de sierra costera, un potente bloque de caliza alzado hasta los 1.167 metros del picu Pienzu a solo cinco kilómetros del mar. El pronunciado relieve que origina esa posición con respecto a las depresiones circundantes, sumado al efecto de la influencia marítima sobre el clima local, ha permitido la pervivencia, a pie de sierra, de helechos tropicales y macaronésicos relictos, vestigios de épocas climáticas más cálidas y húmedas, así como el descenso del hayedo hasta solo 200 metros. Un hayedo que tiene nombre propio: la Viescona La Toya, de viesca, bosque en asturiano (aunque el término también se usa para aludir a las espineras, que abundan y caracterizan el paisaje de la plataforma culminante de la sierra); La Toya es la riega que lo cruza.

Este es, por otra parte, el único bosque caducifolio de entidad en el Sueve, exceptuadas las formaciones de espinera o espino albar, con mezcla de acebo, fresno y otros árboles y arbustos, y de estructura abierta, ya que las carbayedas y los abedulares han quedado reducidos a manchas residuales por el efecto combinado de los incendios, las talas y las repoblaciones con pinos y eucaliptos efectuadas a partir de la década de 1940. La existencia del hayedo está condicionada a la abundante nubosidad y pluviosidad a lo largo del año (la media de precipitaciones se sitúa en 1.400-1.500 litros por metro cuadrado), así como a la frecuencia de las nieblas, sobre todo en primavera y verano.

La Viescona La Toya (también Viesca La Peña o La Viescona a secas) se distribuye entre el sustrato calcáreo y la faja de cuarcita de la base meridional del macizo, a los pies del Pienzu y abierta a las majadas de Perfeches y Bustacu, donde pastan algunos de los ponis asturcones que dieron renombre al Sueve en los años setenta y ochenta del siglo XX, pues aquí se jugó la supervivencia de esta raza equina autóctona, emparentada con otros ponis del arco atlántico europeo (celtas). También frecuentan esas praderías las manadas de gamo, un cérvido introducido como especie cinegética en 1960, que posee una abundante población y tiene un efecto dañino sobre el bosque, pues devora los plantones e impide la regeneración del arbolado, un efecto particularmente nocivo sobre los tejos que conforman aquí la mayor tejeda de Europa occidental, en buena parte de su extensión entremezclada con el hayedo. Los ciervos que pueblan La Viescona también fueron introducidos o, en rigor, reintroducidos, pues las sueltas realizadas a partir de 1970 (a las que sucedieron un crecimiento demográfico y una expansión naturales) no insertaron una especie exótica sino que recuperaron un elemento de la fauna nativa desaparecido.

Las comunidades de aves del hayedo son variadas. Tiene particular interés la población invernante de chocha perdiz o arcea, cuya distribución en época de cría coincide, grosso modo, con la del urogallo cantábrico, en los bosques de la cordillera, aunque algunas crían en la sierra del Cuera. También viven en el hayedo, de forma permanente o estacional, el azor común, el abejero europeo, el águila calzada, el cuco, el cárabo común y paseriformes como el trepador azul, el agateador europeo y el camachuelo común.

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