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Barrios de Luna ya no tiene sed

Las últimas nieves y el deshielo rápido generan al pantano fronterizo con Asturias aportes de 30.000 litros por segundo y lo dejan al 40% de su capacidad

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Así está el pantano de Barrios de Luna

Un día como hoy entrarán en el pantano de Barrios de Luna una media de 30.000 litros de agua por segundo. La cifra supone unos 2.500 millones de litros cada día, un inmenso torrente que proviene en un 60% de los caudales que llegan de dos ríos que se unen unos kilómetros antes del puente Fernández Casado, sobre la autopista AP-66 que une la meseta con Asturias.

Son el río Luna y el Torrestío. En estas fechas y tras las últimas nevadas, ambas corrientes bajan con toda su fuerza, formando pequeñas cascadas y rebasando en diversos puntos los cauces habituales. Dan de beber al embalse de Barrios de Luna, cuya imagen prácticamente seco fue uno de los ejemplos de la sequía del verano y del otoño. Barrios se quedó en el mes de noviembre a poco más del tres por ciento de su capacidad.

La imagen está cambiando pero ese aporte monumental de agua que recibe en las últimas semanas tiene efectos limitados. Barrios de Luna es un embalse moderadamente grande (nada que ver con su vecino de Riaño, que es el doble). Tiene una capacidad de 308 hectómetros cúbicos de agua y en estos momentos cuenta con 125 hectómetros cúbicos de agua embalsada. Un 40%. Si nieva algo más antes de la llegada de abril o si llueve con alguna fuerza, Barrios de Luna puede afrontar la primavera y el verano próximos con un 65% de su capacidad, lo suficiente para afrontar los regadíos de unas 55.000 hectáreas de cultivo que se extienden al sur, y para garantizar los caudales ecológicos y un pequeño porcentaje para uso humano con destino en León capital.

Sobre la presa, a una altura de 96 metros, el paisaje sirve de clase de Geografía. Al norte, las montañas nevadas de la cordillera astur-leonesa. Al sur, las vegas del río Luna, que "resucita" a través de los canales de desagüe camino, en primer lugar, de la cercana contrapresa de Selga de Ordás, que es el kilómetro cero de una red de canales y acequias que llegan hasta más de 70 kilómetros por las tierras del Páramo de León y que servirán para llevar el alimento acuático a los cultivos de maíz, trigo, remolacha y lúpulo, entre otros.

Bajo la presa el panorama es casi marítimo. Sopla el viento con fuerza, lo que genera un atisbo de oleaje y esa superficie rizada que recuerda al Cantábrico. Pero estamos en la Meseta, a una cota de coronación de 1.111 metros sobre el nivel del mar. Falta mucha agua para que el nivel llegue a la zona de las compuertas de acero de la presa, y eso que hubo días en que el aporte medio de agua en 24 horas llegó a superar los 60 metros cúbicos con segundo.

LA NUEVA ESPAÑA recorrió la presa de Barrios de Luna y una pequeña parte de sus cuarenta kilómetros de costa con los técnicos de la Confederación Hidrográfica del Duero, de la que depende el embalse. Los ríos Luna y Torrestío confluyen más al Oeste del pantano, camino de los puertos de Somiedo y Ventana. "Es importante que nieve pero también son muy importantes las condiciones del deshielo", explican los encargados de la instalación. "Lo mejor es que nieve mucho y que enseguida suban las temperaturas". Es lo que está pasando, por fortuna.

La temporada de regadío comienza el 1 de abril y finaliza el 30 de septiembre. La experiencia dice que de junio a octubre los aportes de lluvia al pantano son prácticamente inexistentes. La Confederación del Duero trabaja con estimaciones mínimas, máximas y medias, que pueden variar según las circunstancias. Algo hay seguro: los caudales que puede aportar el embalse de Barrios de Luna nunca llegarán a las demandas de riego de miles de agricultores encuadrados en la Comunidad de Regantes del Órbigo, que es el río principal al que va a dar aguas abajo el Luna junto al Omañas. El agua es un bien escaso, incluso a pie de la cordillera cantábrica, y así va a seguir siéndolo. "Hace falta mayor concienciación y modernizar los sistemas de riego" para sacarle más partido al agua, que parece desaparecer como por encanto a lo largo de las quince semanas de la campaña de regadío. El lúpulo, uno de los cultivos estrella de la zona y considerado como uno de los mejores del mundo, requiere además un riego intensivo.

Asentada entre impresionantes murallones de cuarcita, la presa de Barrios de Luna fue inaugurada en 1956. Sus compuertas son las originales. Un par de milímetros de apertura de esas compuertas darían caudal suficiente para alimentar al río Luna. Desde lo alto se puede ver el chorro de agua que desde una cota inferior de la presa vierte a ese reinicio tímido del río. Parece poca cosa, lo es desde el punto de vista de los grandes números del embalse, pero sirve para asegurar la vida del río, su flora y su fauna. Aún no es preciso regar pero el tiempo corre.

En un año normal el embalse debería quedar al final del calendario de regadío con no menos de 50 hectómetros cúbicos de agua (y, por supuesto, nunca más de cien). Esos 50 hectómetros cúbicos suponen el 16% de la capacidad total. No es normal lo que pasó en 2017, que dejó al pantano en un puro estertor.

Pero es difícil prever los ritmos de la naturaleza. Alfredo González, director técnico de la Confederación Hidrográfica del Duero, recuerda los apuros sufridos en la primavera de 2015 cuando en 24 horas se registró una entrada de 17 hectómetros cúbicos. Por aquellas fechas el pantano llegó a estar al 92% de su capacidad total.

Hay algo de juego en esa administración del agua a tiempo real. La cuenca hidrográfica del Duero tiene una capacidad de agua embalsada de más de 7.500 hectómetros cúbicos y desde junio a septiembre, con cielos limpios y mucho calor, los embalses de esta cuenca pierden cien hectómetros cúbicos a la semana.

La cuenca del Órbigo puede respirar con las nieves de enero y febrero, pero los sistemas hidrográficos del Carrión y del Pisuerga tienen serio riesgo de no poder responder a las necesidades de regadío. Los pantanos de ambos sistemas están de media a un 20% de su capacidad. Y falta menos de un mes para el final del invierno.

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